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Cicarya

Por: ANDRÉS PRECIADO (@andrespreciado3)

Por más noble que parezca el fin, los medios determinan de manera importante la licitud y virtud de nuestras empresas. El objetivo, por más que se presente claro, termina oscurecido en su consecución si para llegar a él se eligió el medio sostenido por la mano negra.

En Medellín recientemente un grupo autodenominado CICARYA ha hecho pública su conformación en torno a un objetivo: hacer limpieza social de asaltantes, atracadores y delincuentes. Las razones para actuar que arguye el panfleto publicitario circulado son la desidia en la operatividad policial y la falta de gestión de los gobernantes locales.

Preocupa que reconozcan que ya han asesinado a dos atracadores que cayeron en sus manos antes que en las de la Policía, sin siquiera sonrojarse, y que además sostengan que su actuar seguirá hasta que se limpie la ciudad. Es decir que será perpetuo, pues pretender que en las grandes ciudades modernas, en especial las latinoamericanas que cargan con el fardo del narcotráfico, simplemente no existan retos de seguridad como el hurto, el fleteo y el sicariato (por demás histórico e inveterado en Medellín) más que ingenuo, da cuenta de un desconocimiento profundo de la forma como la delincuencia organizada funciona en redes asociadas a rentas criminales.

El círculo vicioso de la economía criminal sostendrá la delincuencia y por ende el grupo de limpieza no dejará de operar, es probable que sus fundadores tampoco estén interesados en una rápida y eficaz labor aseadora, seguramente les interesa una concesión larga, en la que aceptarían de buen agrado la complacencia y apoyo de las autoridades, claramente no de Empresas Varias, pues es más atractivo para ellos ser amigos de la Policía y la Fiscalía, ojalá que a los funcionarios de estas instituciones no les agrade tanto la idea.

Pese a lo anterior, lo realmente alarmante del panfleto es que los fundadores de CICARYA se llamen a sí mismos “un grupo de ciudadanos de buena honra y reputación, apoyados por un grupo armado que hace de nosotros una buena obra social”. No sé en que parte me perdí entonces, pero si tener un grupo armado hace inmediatamente que el gerente del combo tenga una obra social buena, no entiendo por qué nos asustamos cuando miembros de las FARC quieren ir al congreso. Es más: en Medellín, Sebastián y Valenciano podrían haber sido alcaldes debido a la bondad de su accionar y las estructuras que dominaban.

No nos llamemos a engaños, el que conforma un grupo armado para asesinar sicarios y ladrones es un delincuente igual o peor que aquellos que busca perseguir y neutralizar. Un asesino, que al igual que a sus objetivos, les debe caer encima el peso de la autoridad legal y legítimamente constituida: el estado. La Policía y demás autoridades de seguridad y justicia deben estar detrás de los cabecillas de los combos que actualmente delinquen en la ciudad, igual que deben estar persiguiendo la cúpula de esta nueva banda que surge para amedrentar.

Muchos han dicho que este tipo de inventos se sabe dónde arrancan, pero no dónde terminan, es falso, los grupos ilegales que se fundan en el mundo de la ilegalidad, la delincuencia y el hampa siguen durante toda su existencia en ese mismo mundo. CICARYA no es distinto, es una banda de asesinos que se vale del mundo ilegal para luchar contra ilegales, cualquier cosa que se diga en contrario es justificar el delito.

Nota: Dos links recomendados sobre el tema que resultan muy interesantes:

http://www.las2orillas.co/cicarya-grupo-de-limpieza-social-en-medellin/

http://www.semana.com/opinion/articulo/medellin-grupos-privados-contra-atracos-opinion-de-juan-diego-restrepo/371101-3

 

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