Por: Daniel Montoya (@D_nielMontoya)
El ataque de las FARC a una brigada del ejército en Cauca que dejó 11 militares muertos y una veintena de heridos puede ser una señal de la incapacidad de la cúpula del grupo guerrillero para controlar la totalidad de sus tropas y del nerviosismo entre los mandos medios que ven amenazados sus interés económicos con la cercanía de la firma de un eventual acuerdo de desmovilización.
Los diálogos entre el gobierno y las FARC fueron sacudidos esta semana por el ataque de las FARC a la brigada móvil 17 de la brigada tercera del ejército que dejó 11 militares muertos y más de 20 heridos. El incidente sucedió durante la noche del 14 de abril en el municipio de Buenos Aires, departamento del Cauca, una zona con alta actividad ilegal. Según información oficial, la columna Miller Perdomo, una unidad operativa del Bloque Occidental Alfonso Cano, es la responsable del ataque.
Como consecuencia, el presidente Juan Manuel Santos reanudó los ataques aéreos sobre el grupo subversivo luego de que hubieran sido suspendidos en marzo 10 como una concesión en la mesa de diálogo en La Habana, bajo la condición de que las FARC respetaran el cese unilateral del fuego que habían anunciado en diciembre del año pasado. La presidencia está tratando este ataque como una violación al cese al fuego.
Mientras tanto los jefes de las FARC, a través de Pastor Alape, se pronunciaron desde La Habana y justificaron el ataque como “defensivo”, aunque negaron que desde Cuba se estén planeando operaciones militares, negaron que los hechos se trataran de una emboscada y al mismo tiempo culparon al gobierno por ordenar operativos contra “una guerrilla que está en tregua”.
Este es el contratiempo más grave que han sufrido los diálogos de La Habana desde noviembre del año pasado cuando el presidente Santos suspendió temporalmente el proceso por el secuestro, en circunstancias extrañas, del General del ejército Rubén Darío Alzate en Las Mercedes, departamento de Chocó. El hecho terminó con la liberación del militar semanas después.
Aunque se han filtrado versiones extraoficiales a los medios que aseguran que la cúpula de las FARC habría conocido con anterioridad el ataque en Cauca, esto es poco probable y hasta el momento solo son especulaciones basadas en que la columna Miller Perdomo pertenece al Bloque Occidental y reporta directamente a Pablo Catatumbo, quien se encuentra en Cuba con el resto de la Cúpula.
Durante el secuestro del General Alzate los comandantes de las FARC en Cuba se demoraron varios días en confirmar que tenían al militar en su poder, también hubo demoras en su liberación y se hizo evidente que tenían serios problemas de comunicación. Una orden directa de ataque desde la Isla es bastante difícil desde el punto de vista logístico, mucho más teniendo en cuenta que en el campo de batalla las decisiones se toman en cuestión de segundos.
El ataque en el Cauca parece más el resultado de las dinámicas de la guerra pues se da en medio de una tregua que las FARC prometieron respetar siempre y cuando “sus estructuras no sean objeto de ataques por parte de la Fuerza Pública” y que argumentan como “defensivo” ante los operativos militares en la zona que fueron confirmados por el comandante de la tercera división del ejército, quien dijo que la brigada estaba desarrollando “actividades de control territorial”.
Existe otra posibilidad, aunque menos probable, de que el ataque haya sido perpetrado por un grupo rebelde de las FARC con una agenda distinta al grupo negociador en La Habana y con intereses en el negocio del narcotráfico pero al día de hoy no se tiene registro de enfrentamientos armados entre unidades del grupo guerrillero que indiquen una lucha interna entre mandos medios por control territorial.
Aunque menos probable, este segundo escenario es lo que se ha pronosticado después de un acuerdo de desmovilización donde algunos mandos medios directamente involucrados con el negocio del narcotráfico formarán sus propias bandas criminales. La clave está en seguir de cerca fricciones en su interior.
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