Bernardo Congote

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¡Necesitamos más ricos!

Por estas épocas se destapan secretos. Entre familias y grupos de amigos salen al sol los datos del prójimo, sobre todo si ausente. Y esas conversaciones nos permiten descubrir ciertas verdades. Por ejemplo, que nuestra pobreza no se explicaría porque tenemos muchos pobres sino porque, algunos sujetos tienen plata y otros, muy pocos, son ricos.

Otra manera de ver el asunto consistiría en que las perspectivas de los que, entre nosotros, hoy son pobres, serían las de volverse <<platudos>>, pero, difícilmente, hacerse ricos. Es algo más que un juego de palabras. >>Hacer plata>> sería el único mandamiento de los platudos. Han sido entrenados desde niños para rendirle culto al dinero, sin importar de donde o como venga.

En lugar de comerciantes, los platudos se hacen contrabandistas; en lugar de agricultores, cocaleros; en lugar de ganaderos, terratenientes o, en lugar de políticos, serrucheros. Para peor, los platudos tampoco pagan impuestos. Pero sí exigen beneficios públicos. Por ello el platudo incrementa la pobreza general y, peor, suele votar para que gobiernen los corruptos.

Por ello el platudo sólo cumple las reglas que favorecen a sus intereses. Para él no hay pagaré, contrato o documento que valga. Suele ser común oírle decir que lo que vale es la palabra. Pero en verdad si de palabra u obra no se le paga, <<paga la viuda>>.  Su impunidad se explica porque se rodea de abogados expertos en comprar impunidades. Por sus abogados los conoceréis.

En este sentido, hacer plata es una práctica social degradante y bastante diferente a la de <<hacerse rico>. La riqueza es, por excelencia, una virtud que, entre muchos de sus resultados, produce dinero. La riqueza es, por excelencia, productiva. Y la productividad, ante todo, es la capacidad de reinventarse. De salir de las dificultades. De resolver problemas.

La riqueza es innovadora. Creativa. Inagotable, incluso sin dinero. El rico es capaz de caer y levantarse indefinidamente. Los ricos de hoy suelen haber perdido mucho dinero ayer. El rico no le teme a la pobreza. Ni siquiera la contempla porque es la antípoda de su productividad.

Por ello no derrocha. Suele ser austero. <<Quien sabe producir, sabe gastar>> es su máxima. Los ricos son ricos porque ahorran, los platudos, porque gastan. Una cátedra de riqueza social podría tener ésta como máxima. Si los niños aprendieran a ahorrar desde sus primeros centavos, se harían sabios en el gasto e inteligentes en la inversión cuando adultos. Se harían ricos.

El rico considera vergonzoso tanto dar como pedir limosna. Pero sí es filántropo: crea empleo; lo paga bien y paga impuestos. Se destaca porque promueve el bienestar de sus grupos de interés en las localidades, ciudades o regiones donde opera. Es un factor de transformación colectiva.

Su capacidad de inversión es termómetro del desarrollo social. Bajo este patrón, el gasto posee un potencial productivo y no se convierte en un factor del desperdicio. En la medida en que haya más ricos, bajará la pobreza. Al contrario, más platudos aumentan la pobreza. Suena a pendejada pero…

Más pobres sólo piden subsidios. Más ricos, sólo pagan impuestos. Más impuestos pagados, significan mayores bienes públicos; más hospitales, escuelas, puertos, carreteras, represas. Más subsidios cultivan más y más pobres; los subsidios hacen de la pobreza una costosa forma de supervivencia.

Con más bienes públicos, los ciudadanos que hoy son pobres tendrían trampolines para volverse empresarios. Nuevos empresarios que, a su vez, generarían nuevos empleos o mayores salarios. Y, en ambos casos, impulsarían el pago de impuestos. No otro fue el proceso de Corea del Sur: hace 60 años era cuatro veces más pobre que Colombia.

Más ricos, merced a su creatividad, diseñan y utilizan más herramientas. Y haciéndolo, incrementan la producción nacional y demandan bienes y servicios a la par que son fuente de ahorro e inversión. Más ricos demandan menos subsidios. Menos subsidios conducen a unas finanzas públicas sanas, menos dependientes de la deuda. Los ricos, por tanto, suelen elegir entre los mejores gobernantes.

A los ricos no siempre los encontramos en los clubes. Estos suelen mantenerse ocupados de platudos. Los ricos tampoco suelen estar en los cocteles. También éstos suelen estar llenos de platudos.

El rico se tiene a sí mismo. No necesita que terceros le reconozcan. El platudo se debe a los otros. No es, en sí, alguien. Un platudo es, como gran ejemplo, es el que suele ir por las calles gritando: <<¿Usted no sabe quién soy yo?>>

Congótica. Pregunta: <<¿Usted no sabe quién soy yo?>> Respuesta: <<Sí. Usted es alguien que no sabe quién es>>.

Congótica 2. Todas las acciones políticas <<contra la pobreza>> deberían trocarse por acciones a <<favor de la riqueza>>. El país sería otro y mejor.

Bernardo Congote es profesor universitario colombiano, miembro del Consejo Internacional de la Fundación Federalismo y Libertad (Argentina -www.federalismoylibertad.org) y autor de La Iglesia (agazapada) en la violencia política (www.amazon.com).

Gotas de agua corriendo por entre una roca fracturada

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