Dos o tres cosas que sé de cine

Publicado el fgonzalezse

Ted: divertida comedia sobre el fin de la «magia»

(Con el paso del tiempo uno cambia. Al leer el comentario que escribí hace tres años sobre “Ted”, me sorprende ver mi escepticismo frente al recuerdo que tengo de una comedia genuinamente hilarante y divertida. Sé que todavía suscribo algunas de las ideas expresadas entonces. Sin embargo, todo cambia. A la espera de la secuela, comparto este texto sobre una comedia divertida en tiempos que se subestima a un género tan importante).

No es inocente que Ted comience aludiendo al fin de la magia. Magia entendida como una especie de sinónimo de la películas de Walt Disney, claro, o de alguna manera con A Christmas CarolTed es la nueva versión vulgar, malhablada, incorrecta y verdaderamente cómica del deseo infantil por llenar falencias mágicamente. Subrayo, es una nueva versión de esa historia, sencillamente. Últimamente se han presentado «actualizaciones» de cuentos de hadas que estén más acordes con los gustos de los espectadores (adolescentes) de hoy. Ted resulta otra de esas cintas, si bien su audiencia tenga un alcance harto mayor a lo que se define como adolescente -asumiendo que estuviese sólo relacionado con un rango de edad. No obstante, esto no significa que Ted fracase. La primera cinta de Seth MacFarlane, creador de Family Guy American Dad, es verdaderamente cómica y entretenida por buenos segmentos. Es también convencional y terriblemente televisiva por otra parte.

La historia comienza cuando el niño John Bennett, impopular y rechazado, pide que el oso de felpa que le acaban de regalar, cobre vida. Mágicamente el oso lo hace y se convierte en el mejor amigo de John. Se convierte a su vez en breve celebridad que más tarde crecerá -mentalmente, por decirlo así-, en un oso grosero y vulgar, adicto a la marihuana y a las relaciones casuales. John  (Mark Whalberg) también crecerá para ser un empleado de un alquiler de vehículos que no ha podido dejar de perder el tiempo con Ted. Ni siquiera por la influencia de su novia Lori (Mila Kunis), que anhela que John deje la mala influencia de Ted para convertirse en un hombre maduro y responsable. Lo que sigue es predecible. Ted es una comedia romántica sin matices, y es también, más dudosamente, la historia de un hombre que aprende a madurar.

Lo más notorio de Ted es la incongruencia entre la figura del tierno oso de felpa y su comportamiento. El humor políticamente incorrecto pulula ante la licencia que se supone se le da a un muñeco para que diga chistes o actos censurables. Es precisamente sobre ello en lo que el film es más exitoso, pues el humor de MacFarlane es capaz de atinar sus dardos. Ahora, es evidente que el atractivo de la película se encuentra en la distorsión de la figura del oso de felpa. Una alteración que propende por sorprender y a su vez subvertir la convencional imagen de la infantil figura. Sin embargo, es difícil encontrar cinta más convencional. Por más irrespetuoso e irreverente, la trama contada por la cinta no se distingue de tantas otras cintas. No se distingue de episodios de Los Simpsons Family Guy en los que problemas maritales de Homero o Peter amenazan la relación hasta que son resueltos convenientemente al final.

Para la incorreción de Ted, Philip French propone una interpretación con base en el psicoanálisis: por un lado Ted sería el Ello, Lori el Superyó, y John el Yo, típico hombre de hoy. Es fácil caer en la tentación de darle esos simples roles a los personajes, pero creo que es intentarle dar un mayor alcance a las intenciones de MacFarlane. Del mismo modo es, me parece, erróneo asumir que Ted se trata de una sátira de tantos hombre-adolescentes de hoy. Ted es más una celebración indulgente de la vida de Ted y John, de sus manierismos y sus opiniones. El que un muñeco sea capaz de decir chistes racistas, obscenos, et. al. no es más que un truco para hacer más aceptable aquello que se censura como incorrecto.

MacFarlane utiliza un tono paródico para abrir su cinta como si se tratase de un relato de cuento de hadas en propiedad. El tono aleccionador del narrador (Patrick Stewart) encaja bien con el contraste de unas referencias claramente racistas -un niño judío golpeado por niños irlandeses. De ahí un podía entrever un relato paródico en el que se burla de las llamadas Buenas Costumbres. Ted no continúa así. El modelo de narrar de Ted es muy similar al de Family Guy. La historia central es más una excusa para un chiste. Tanto así que Lori pasa a ser un personaje totalmente secundario.

En ese sentido es relevante anotar como una trama secundaria hubiese podido dar paso para una parodia muy eficaz. Donny (Giovanni Ribisi), contemporáneo de John, es un hombre que desde que era niño se ha obsesionado con Ted. A tal punto que inculcó tal obsesión en su hijo Robert (Aedin Mincks). Donny acosa a Ted hasta que encuentra la oportunidad para secuestrarlo. Al enterarse John y Lori persiguen a los captores y al secuestrado en lo que podía dar pie a una perfecta parodia de una escena de persecución. La realización de MacFarlane no lo hace así, ni lo hace como si la tomase en serio. La secuencia es una sucesión más bien torpe de eventos resuelta con precipitud, como si aquello sólo entorpeciese el campo que debía llenar nuevos chistes. En contraste uno puede encontrar ejemplos de cómo tales secuencias son aprovechadas: en Broadway Danny Rose  Woody Allen parodiaba el lenguaje y la solemnidad de tales escenas con un simple accidente para subrayar lo ridículo de tantas escenas de acción.

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Hace ya tiempo Serge Daney anotaba como el modo de narrar cinematográficamente estaba siendo influido por el modo más simple de narración de la televisión: así, por ejemplo, el fuera de campo había empezado a caer en desuso  en el cine, siendo reemplazado por una narración en la que todo sucede en la pantalla. Ted utiliza una narración que linda por momentos con la televisión. No hay fuera de campo prácticamente, los personajes, siempre de frente a nosotros, andan usualmente como si hubiese un límite que no puede atravesarse. La ya mentada escena de persecución es particularmente demostrativa de ello, pues no hay mucho que la distinga de una secuencia similar de seriados como MacGyver, entre otros. Bien puede ser por su pasado en la televisión que haya tantas similitudes entre Ted y las comedias televisivas, o bien puede ser simplemente una muestra de cierta regresión en la realización de buena parte del cine comercial.

O bien puede ser parte del homenaje a tanta televisión y cine de los 80 por parte de MacFarlane. Hay casi que una adoración a tales referentes de la cultura pop en Ted, y si bien la cinta se permite burlar de ellos, en todo ello hay un tono de indulgencia. Indulgencia que por otra parte siento con Ted, pues es finalmente una película genuinamente cómica. Más que la seudo-correción de Amigos, o la hiper-correción de Histeria. Ted es una cinta que divierte cuando se centra en sus chistes. No es subversiva, ni transgresora. Es pasivamente convencional y es, además, alarmantemente televisiva. Y sobre todo, Ted es un cuento de hadas que tiene fe en que a pesar de nosotros mismos, tendremos un final feliz. Valga terminar diciendo que Ted no es más que otro juguete, y que con el tiempo y el desgaste irá quedando atrás. Sin magia alguna, en este mundo sin magia.

P.S.: Una canción para los fanáticos de Queen que suena en Ted

Publicado originalmente en http://2o3cosasquesedecine.blogspot.com/  el 14 de octubre de 2012. El texto de arriba contiene modificaciones y enmiendas.

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