Corazón de Pantaleón

Publicado el ricardobada

Bernardo Bertolucci a los cinco años

Francesco Varanini es un antropólogo y periodista italiano que vivió en el Ecuador y se  enfrascó en la literatura latinoamericana y la ha leído creo que más y mejor que casi todos nosotros, buceando a profundidades que la crítica peninsular y vernácula jamás se atrevió.

En su libro Viaje literario por América Latina, el iconoclasta Varanini no deja un hueso sano en los esqueletos narrativos de García Márquez ni de Carpentier. Al Vargas Llosa crítico literario lo pone en ridículo, y es particularmente cruento con Carlos Fuentes. Esto en el Debe. En el Haber encontramos un Varanini lírico al hablar de Borges y de Cortázar, de Lezama Lima y del tango (el capítulo dedicado a Gardel es una joya). Y a la hora de inventariar descubrimientos dedica páginas agudísimas a Felisberto Hernández, a Persona non grata de Jorge Edwards (para él de todos modos «un escritor del montón»), y al caleño Andrés Caicedo, que se suicidó a los 25 años, seis meses y seis días (y no cuando «aún no había cumplido los veinticinco años», según Varanini acepta sin chequear de Cobo Borda), dejándonos un corpus de crítica cinematográfica que merecería comentario aparte –y vitriólico–, y una novela semi de culto: ¡Que viva la música! (y digo “semi de culto” porque, fuera de Colombia, ¿quién la conoce a no ser un estudioso de la literatura colombiana?

A principios de este año, Varanini dejó un comentario en el foro de mi columna de este mismo diario, y ahora, a propósito de la muerte del gran Bernardo Bertolucci, me manda desde Milán su traducción de un poema del padre de BB, otro grande, el poeta Attilio Bertolucci. Siendo tanto lo que se ha escrito sobre BB en ocasión de su muerte, encuentro sin embargo que este poema y su traducción tienen más miga que los homenajes con escuadra, compás y cartabón de los necrologistas profesionales. Con la aprobación de Varanini, vayan acá el poema original y su traducción :

Bernardo a cinque anni

Il dolore è nel tuo occhio timido
nella mano infantile che saluta senza grazia,
il dolore dei giorni che verranno
già pesa sulla tua ossatura fragile.

In un giorno d’autunno che dipana
quieto i suoi fili di nebbia nel sole
il gioco s’è fermato all’improvviso,
ti ha lasciato solo dove la strada finisce

splendida per tante foglie a terra
in una notte, sì che a tutti qui
è venuto un pensiero nella mente
della stagione che s’accosta rapida.

Tu hai salutato con un cenno debole
e un sorriso patito, sei rimasto
ombra nell’ombra un attimo, ora corri
a rifugiarti nella nostra ansia.

Bernardo a los cinco años

El dolor está en tu ojo tímido
en la mano infantil que saluda sin gracia,
el dolor de los días que vendrán
ya pesa sobre tu osamenta frágil.

En un día de otoño que desovilla
quieto sus hilos de niebla en el sol
el juego se detuvo de repente,
te dejó solo donde el camino acaba

esplendoroso por tantas hojas en el suelo
en una noche, así que a todos aquí
un pensamiento les vino a la mente
sobre la estación que se acerca rápida.

Tú saludaste con un ademán débil
y una sonrisa sufrida, te quedaste
sombra en la sombra un rato, ahora corres
a refugiarte en nuestras ansiedades.

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