Catrecillo

Publicado el Ana Cristina Vélez

El mapa, otra representación

“Si (como afirma el griego en el Cratilo)
el nombre es arquetipo de la cosa
en las letras de ‘rosa’ está la rosa
y todo el Nilo en la palabra ‘Nilo’.”
Jorge Luis Borges
El Golem

En la palabra mapa están todos los mapas, es una palabra bonita. Son tan fascinantes, que uno de los curadores de arte más famosos y atrevidos, Hans UlrichObrist, de la Serpentine Gallery, invitó el año pasado a cincuenta artistas a participar en un evento que llamó Maratón de mapas del siglo 21. Quería ir más allá de los mapas geográficos de Google y hacernos reflexionar.

Cuando observamos una pintura de paisaje sabemos que la correspondencia óptica entre la representación y la realidad es cercana. Cuando vemos el “paisaje” de un mapa sabemos que las correspondencias son lejanas. Si al paisaje del río y la montaña podemos verlo a través de la ventana de la casa, a ese territorio inmenso con ríos y montañas del mapa solo podríamos observarlo desde un avión o en una imagen satelital. Ambos implican aproximaciones conceptuales distintas y manejan distancias tratadas a escalas muy diferentes.

Los mapas son imágenes visuales que contienen la información codificada. Pero toda información está en realidad codificada; el que nuestros ojos vean la pintura de paisaje sin necesitar casi tiempo para su comprensión no quiere decir que la información allí presente no esté codificada. La podemos apreciar y entender de un golpe (no es así exactamente, pero es así comparativamente) pues el tipo de código y de medio de representación es más inmediato, fácil de comprender.

El medio por el cual se trasmite un mensaje impone un tipo de codificación. El dibujo, la fotografía y los rayos X son medios distintos. Una vez lo sabemos, nuestros parámetros para interpretar la información se ajustan a la necesidad impuesta por cada uno y nuestra expectativa se modifica. En la pintura realista estamos esperando que las apariencias ópticas se correspondan, en los mapas estamos buscando que la información codificada sea confiable y útil.

Ambos medios, el gráfico y el pictórico, resumen la información. Seleccionan de la realidad lo que interesa y luego abstraen para trasmitir el mensaje de manera económica y rápida. Entre una fotografía de un paisaje y la pintura de ese mismo paisaje puede haber mucha diferencia en la cantidad de datos que ambos contienen. De por sí, el ojo humano solo capta una pequeña parte de lo que hay en la realidad (este es un tema de la filosofía y de la ciencia). En el mapa, la información ha sido seleccionada y codificada de forma abstracta, por medio de símbolos. En el mapa, no importa como sea la apariencia real de esa información, no se busca esa correspondencia y, a veces, esa información que se va a representar no es visual siquiera.

Los símbolos son la forma de condensar la imagen y de captar la atención. En el caso de los mapas, los símbolos deben ser claros y no presentar interferencias con otros símbolos. Deben ser fácilmente diferenciables e independientes. Por ejemplo, una línea de color azul debe corresponderse con un río y no con una carretera. Cada creador de mapas es libre de decidir sus aspectos estéticos, colores y formas. Sin embargo, cuando se desea facilidad en su comprensión se acude a metáforas naturales: las montañas serán triangulitos verdes, los mares serán superficies azules, los desiertos, superficies amarillas; las temperaturas variarán del rojo al azul, rojo será lo caliente y azul, lo frío.

Los diagramas son tipos de mapas. En ellos la información, los datos, se convierte en objetos visuales. Los diagramas permiten entender y ver lo que no sospechábamos al oír o al leer la información. Al ver el diagrama del flujo de tráfico en el mundo o las tazas de deforestación nuevas ideas surgen, nuevas relaciones.

Haciendo mapas, pintándolos, la señora Marie Tharp, geóloga y cartógrafa, ayudó a probar la teoría de la deriva continental. Sus mapas contribuyeron a una verdadera revolución geológica. La gente pudo ver, realísticamente, el fondo de los océanos, los bordes de las placas tectónicas y los accidentes creados por los terremotos y movimientos. Ella ubicó en la mitad del océano atlántico la cordillera de 40.000 millas formada durante la separación de las placas continentales de América y África.

Al tratar de pintar mapas de colores también han surgido inquietudes matemáticas: el teorema de los cuatro colores. Este dice que sobre una esfera cualquier mapa geográfico con regiones conexas necesita al menos cuatro colores diferentes para nunca encontrarse con un borde común del mismo color.

Los mapas cartográficos son obras de arte. Pensemos en los primeros mapas, cómo pudieron haber sido hechos, antes del invento de la brújula, antes de contar con buenos instrumentos de medición, antes de la era de los satélites. Pero pensemos en el mapa mental que antecedió el mapa dibujado, a la necesidad de describir los recorridos y las distancias; pues al principio, y de una manera misteriosa, se crea en lo más profundo de nuestras mentes una representación de estos recorridos. El mapa es un objeto intelectual y social que responde al deseo de entender, recordar y explicar, cómo es, cómo llegar, dónde queda y a qué distancia. El mapa es un instrumento de placer que le gana la batalla al miedo ancestral de perdernos.

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