Más allá de la medicina

Publicado el jgorthos

LOS MÉDICOS NO PODEMOS SER INSTRUMENTOS PARA EJERCER EL MAL

“…que ejerceré mi arte únicamente para curar a mis pacientes y que no daré ningún medicamento ni realizaré ninguna operación con propósitos criminales, ni aún si me lo pidieran, ni nunca lo sugeriré, …”

(Fragmento del Juramento Hipocrático, Siglo V , A.C) 

 

El pasado 21 de mayo leí una noticia en el reconocido diario El Clarín de Buenos Aires que recogía una historia bastante llamativa para quienes ejercemos la medicina como profesión y vocación.

La historia es en Argentina e inicia en el Hospital Fernández Oro en localidad vecina a Cipoletti, en mayo de 2017 donde una mujer ingresó al hospital Moguillansky con fuertes dolores, fiebre y un proceso infeccioso producto de la ingesta de misoprostol, fármaco administrado por la agrupación abortista La Revuelta. La mujer había sido asesorada por la fundación pro-abortista, pero al parecer cursó con sepsis y en vista decidió consultar a urgencias de ese hospital. Allí el médico Leandro Rodriguez Lastra realizó una junta de especialistas al ver la condición de la paciente y que el feto pesaba por ecografía 500 gramos ,tenía 23 semanas y era viable. Se decidió enfocar el caso para salvarle la vida a la paciente, controlar el proceso infeccioso y se mantuvo hospitalizada hasta que cumplió 35 semanas momento en el cual se indujo el parto y se dio el niño en adopción.  Posterior a esto una exdiputada activista pro-aborto decide denunciar al Ginecólogo y al médico Yamila Custillo.

La médica Custillo fue retirada de la denuncia en 2018, pero el proceso continuó contra el Dr Rodriguez Lastra a quién se le acusó de “violencia obstétrica y machista “ por no haber completado el aborto y posteriormente se le imputaron cargos de “haber incumplido sus deberes de funcionario público “.

El juicio se realizó en un ambiente de polarización de los medios de comunicación, marchas próvida y declaraciones de organizaciones no gubernamentales que apoyan el aborto como una medida de anticoncepción y una manera de lograr demostrar la libertad que tiene la mujer de deshacerse de sus hijos cuando lo considere necesario.

En el proceso del juicio se determino que el ginecólogo no estaba explícitamente inscrito en lista de objetores de conciencia, lo que fue considerado como un argumento para que se le castigará por no haber acabado con la vida de la creatura de 22 semanas.

El día del juicio después de las 8.30 el juez Álvaro Meynet dio a conocer su veredicto: “lo encontró responsable de incumplimiento de los deberes de funcionario público.”  Este hecho jurídico no tiene antecedentes en la Justicia Argentina.

Automáticamente y en una cascada repentina la mayoría de médicos de esta provincia de Argentina se declararon objetores de conciencia para negarse a ser utilizados en el futuro para practicar abortos ordenados por la legislación Austral.

El fiscal del caso, sostuvo  el veredicto demostró que “ningún ciudadano puede colocar sus propias creencias por encima de las normas: las leyes están para cumplirse”

Al oír de boca del juez el discutido veredicto el Ginecólogo afirmó que seguía convencido de sus actos y su defensa anunció que apelaría en otra instancia.

Un primer análisis lo hace uno pensar que el relativismo ético y moral en que actualmente nos desenvolvemos puede terminar por atacar y destruir nuestra propia libertad.

Ese relativismo no es otra cosa que “una teoría ética según la cual no existe ninguna forma universal de saber lo que está bien y lo que no lo está. Eso significa que desde la perspectiva del relativismo moral existen diferentes sistemas morales que son equivalentes, es decir, igual de válidos o no válidos. “

Cuando decidimos estudiar medicina y ejercer la profesión el vínculo con nuestros pacientes se convirtió en la defensa y protección de sus vidas. Algunos decidieron ejercer la ortopedia, cirugía, la obstetricia, la patología o se dedicaron a la investigación buscando siempre los mejores desenlaces para sus pacientes. Lamentablemente cuando las ideologías políticas, religiosas o culturales impregnan la práctica de la medicina se termina viendo al médico como un instrumento un eslabón o un fragmento manipulable que debe estar al servicio de esos contextos que no ven a la persona humana sino que buscan resultados que satisfagan a las mayorías o a las minorías, que den resultados efectivistas frente a derechos inexistentes como el caso que nos contempla que es el  de asesinar a un hijo en el vientre de la madre .

Cuando una sociedad pierde el horizonte deontológico, donde los códices se traducen en instrumentos de ideologización y de violencia contra la libertad de ejercer una profesión o de poder manifestarse con libertad de conciencia; quizás es un síntoma de un problema estructural mayor. Ningún médico puede conminar a otro a que negocie sus principios morales, su visión ética de la vida y menos que se aplaudan cambios normativos encaminados a presionar a profesionales que se dedican a mejorar la salud de los ciudadanos, a salvar sus vidas y generar un ambiente de progreso y bienestar que permite que un país pueda desarrollarse mejor y ser sostenibles como sociedad.

Los médicos somos constructores de vida, ejercemos una profesión liberal que implica libertad y voluntad para poderla ejercer desde una perspectiva científica y no terminar por ser «cosas»  de un sistema  burocrático  y de manipulación que quiere entrometerse en la praxis de la medicina. Debemos ser críticos desde nuestra realidad colombiana y respetando puntos de vista, escuelas médicas, visiones antropológicas logremos un pluralismo que de la posibilidad de disentir , criticar y aportar para que la expectativa de vida siga aumentando, que más colombianos puedan llegar a la vejez con paz y tranquilidad y que a quienes formamos en  nuestras facultades de medicina no sean objeto de una visión “ecléctica” de la vida “donde todo vale y todo depende según con el cristal que se mire “

Necesitamos en Colombia seguir formando médicos que sean honestos y como define Aristóteles: “El hombre honesto y bueno es aquel que aspira a la adquisición de los bienes absolutos, y para quien las cosas absolutamente bellas son las bellas cosas que trata de ejecutar. Esto es el hombre honesto y bueno; esta es la belleza moral.”

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