Los que sobran

Publicado el @Cielo _Rusinque

La gravedad del centro. Respuesta a Mauricio García Villegas*

La columna del sábado 21 de noviembre del profesor García Villegas reavivó el debate sobre el centro político, y generó muchas respuestas que según el autor demuestran “antipatía y odio”. Nuestro interés, más que alimentar pasiones tristes, es interpelar al autor, ya que consideramos que parte de una premisa –en un tweet la llama “impresión” – que conduce a la simplificación de una realidad política infinitamente compleja.

Comencemos por la captatio benevolentiaeque evoca la opinión de un intelectual falangista, como lo dice el autor, en plena guerra civil española: el discurso de odio frente al “pálido desertor” – término militar o que supone al menos la toma de posición previa al acto de deserción – se yuxtapone a la opinión que tienen ciertos líderes políticos colombianos sobre el denominado centro político. Según esto, para cualquier “extremo” lo mejor es tener en frente su opuesto diametral antes que cualquier otro adversario; el centro sería entonces una muestra edulcorada de lo que el adversario representa y, por lo mismo, su existencia estaría menos justificada.

Frente a esta idea, el autor revindica que el centro es hijo de una “tradición ideológica […] más profunda y más elaborada que aquella que nutre a la izquierda o a la derecha”. Para ello, cita autores a los que califica, en buena parte anacrónicamente, como de centro. Liberales burgueses o aristócratas, académicos girondinos o universitarios moderados, literatos, expresidentes vivos o fallecidos, todos hacen parte según el profesor de una tradición que alimenta al centro.

La simplificación hecha con la lista de ilustres graduados de “proto-centristas” contrasta, sin embargo, con la idea según la cual los políticos de centro “reconocen la complejidad de la realidad, estudian bien todas las variables, aprecian los matices, valoran las particularidades” y otras cualidades que al parecer no tendrían los que no revindican el apelativo. La paradoja es evidente: al afirmar que, contrariamente a los otros, los centristas tienen un discurso “matizado y complejo”, el autor parece descalificar todo discurso que se define “radical” o que se autoexcluye del centro. En definitiva, mientras los otros, los radicales, tienen una larga lista de conminaciones maniqueas que condicionan su actuar, el eclecticismo del centro sería limitado solo por sus tres convicciones: “la importancia de los derechos y las libertades, el respeto del Estado de derecho y la conveniencia de las políticas de redistribución económica”. Es aquí donde la argumentación y las “impresiones” del profesor parecen en total desconexión con la política en general, y con ciertas características de la política colombiana: por una parte, las dos primeras convicciones que él adjudica al centro las revindican también los partidos o movimientos que no se califican como tales, así sea de manera puramente retórica. Por otra parte, la conveniencia de las políticas de redistribución económica es algo que, a pesar de las visiones “dogmáticas”, es siempre objeto de un compromiso: incluso la revolución necesita, después de la violencia, deliberar sobre el futuro. Eso tampoco es una convicción exclusiva del centro.

Para terminar, habría que recordar al autor tres cosas: la primera es que el simple calificativo de centro no limpia el discurso de “una sola pieza, claro y emotivo”, como lo ilustra el nombre del partido de gobierno o que el presidente Duque se ha autocalificado como de “extremo centro”. La segunda es que la retórica del centro ha sido, en los últimos años, utilizada por candidatos que, al momento de gobernar, se han acercado más a políticas neoliberales y autoritarias (como se sabe, las dos van de la mano): el presidente francés Emmanuel Macron es el ejemplo por excelencia. La tercera es que, cómo le replicó al autor un twittero, citando un artículo de David Adler en el New York Times(1), los centristas “son más hostiles a la democracia que los radicales”. Finalmente, ni la vaguedad del concepto de “centro” – que el artículo confirma – ni la supuesta obliteración que de él se ha hecho en la política colombiana son tan problemáticas como el fenómeno que revela: la fragilización de la democracia.

  • https://www.nytimes.com/interactive/2018/05/23/opinion/international-world/centrists-democracy.html

*Por: Juan Manuel Hernandez Velez, PhD Historia del Derecho, Universidad París II Panthéon Assas .

 

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