Coyuntura Política

Publicado el Renny Rueda Castañeda

Breve observación a columna de Eduardo Sarmiento «Protestas y modelo único».

El 6 de Noviembre, Eduardo Sarmiento ha publicado una columna en la que hace referencia a la inconformidad social que ha generado masivas movilizaciones en los Estados Unidos. Al final de la exposición afirma que «el problema es claro», «el modelo falló técnicamente», y que  «muchos de los conflictos y de las inconformidades se aplacarían si se procediera a introducirle cambios de fondo al modelo único en materia tributaria, regulación financiera y libertad comercial». A pesar de la validez del análisis, es necesario disentir respecto a la racionalización económica de problemáticas políticas. En el caso particular de Estados Unidos, es relevante hacer hincapié en algunos de los siguiente elementos:

Si bien es cierto el lema estándar de los movimientos de ocupación en las distintas ciudades, hace alusión a la inconformidad de la concentración de capital; este no es más que un factor simbólico del universo de problemas del sistema político Estadounidense. El país del norte, durante las últimas décadas ha presenciado lentamente la erosión de su poder político por la influencia del corporativismo en el gobierno. En la actualidad los Estados Unidos se encuentran en medio de una encrucijada histórica compleja, consistente en cumplir metas de crecimiento en un escenario de dependencia absoluta de la importación de combustibles fósiles en el medio oriente, y hacer pasar por legítima la erosión de elementales principios de equidad en un orden social donde los ciudadanos han perdido el poder.

La desigualdad económica en Estados Unidos, que inició principalmente un ascenso radical en la década de los 80 durante la administración de Ronald Reagan, llevó lentamente a que el gobierno en vez de legislar en procura de un orden político sostenible a largo plazo, legislara en función de los intereses de empresas con influencia en Washington. La escalada de intervenciones en el medio oriente en zonas estratégicas de explotación de petróleo, demuestra el desespero de las administraciones por mantener en el tiempo un esquema de consumo y organización insostenible. La urgencia de la situación no obstante, no ha servido para que los distintos gobiernos implementen políticas de transición de fondo. En tanto las empresas financiaran abultadamente las campañas de los dos partidos, la agenda política de los mismos cada vez más se distorsionaba, cediendo terreno a los intereses del capital.

La población estadounidense que durante años presenció las contradicciones del sistema hoy en día es más consciente de la transformación que ha sufrido el país. Las acciones de ocupación en Wall Street no son solo van en contra de la concentración del ingreso, sino en general de la degradación de un orden político que  representa una amenaza no únicamente para los ciudadanos de las esferas medias y bajas, sino también para otros países. Los porcentajes de apoyo nacional a las movilizaciones se ubican por encima del 65%.  La gente sabe que el sistema político no solo es injusto sino también peligroso e insostenible.

Aunque es válido realizar una racionalización economicista de las protestas, también es necesario señalar que  ha sido precisamente esa racionalización la que ha alejado a los Estados Unidos de la implementación de un orden político equilibrado, en lo económico, y en lo social. En contraste con las asimetrías y  los excesos que se han ocasionado en territorio estadounidense, distintos países del norte de Europa han buscado implementar medidas que permitan una distribución equitativa de los ingresos, al tiempo con la implementación de políticas, que aseguren condiciones de ascenso socio económico para esferas menos privilegiadas, y la conformación de un orden estable y organizado.

En este momento, países como Finlandia, Holanda o Dinamarca, no solamente no han incurrido en la dinámica de corporativización  extrema de su vida política, sino que además, han durante las últimas décadas permitido establecer un balance entre robustos estados de bienestar, competitividad, altos niveles de educación, condiciones de ascenso socio económico, y medidas de sostenibilidad política y medio ambiental a largo plazo.

Lo que diferencia a los Estados Unidos de los países escandinavos, o de otros países del mundo en donde el poder y la agenda política es concertada por la ciudadanía, no es un asunto de medidas financieras, tributarias o económicas. Sino un asunto ideológico y político. Las diferencias entre estos países son muchas, y deben ser consideradas con un rigor que permita establecer el lugar real en el que se encuentra un país como Colombia. En la actualidad, nuevos principios se convierten en normas imperativas del debate público. La ciudadanía estadounidense, y en general, las nuevas generaciones deben percatarse de esta tendencia.

Así las medidas implementadas por la administración posibiliten la estabilización de ciertas variables de la economía del país del norte, la población deberá seguir protestando. Las diferencias no solo han quebrado el equilibrio macroeconómico, sino los principios éticos sobre los que se edifica un proyecto humano sostenible.

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Renny Rueda Castañeda

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