Cosmopolita

Publicado el Juan Gabriel Gomez Albarello

Una Separación

Una Separación
Esta película iraní ha sido aclamada por muchos. ¿Por qué?
Muchos comentarios favorables destacan la mirada que proporciona a la vida de gente ordinaria en la sociedad iraní. A mí no deja de llamarme la atención este comentario. Me pregunto si quienes lo suscriben esperaban ver algo algo del orden de “los Guardianes de la Revolución eran como los Talibanes, pero escuchábamos canciones en la radio.” Quizá Leer a Lolita en Tehrán les haya predispuesto con respecto a qué clase de vida cotidiana esperaban ver en la pantalla. “Aunque no hay ni una escena con un ayatollah, la presencia del régimen teocrático podía presentirse hasta en los rincones del baño.” Si uno quiere buscarle política a la cosa, se la puede encontrar, a despecho de la experiencia estética que a uno le brinda esta cinta.
Para mí, esa experiencia estética es lo definitivo. Lo decisivo es una manera de narrar, así como lo narrado, la confrontación de perspectivas de unos personajes que desafían que se les encasille en las categorías maniqueas de “los buenos” y “los malos”.
Una obra cumbre del cine mundial, Rashomon, utiliza el procedimiento de contrastar la narración que hacen varios personajes de un mismo hecho: el asalto de un bandido a una pareja que viaja por un bosque, el asesinato del marido y la violación de la mujer (el director Kurosawa tomó prestada esta técnica del autor del relato en el cual se inspiró la película: “En un bosque” de Ry?noseke Akutagawa). Una Separación utiliza un procedimiento distinto para confrontar esas perspectivas: cuenta la historia haciendo abstracción de un hecho que resulta crucial para entender por qué los personajes se empeñan en insistir en un punto de vista. Como tantas veces en la vida, uno llega a ese hecho siempre de oídas, con base en el testimonio de otra persona. Mientras uno va y viene entre las distintas versiones, uno puede ver como cada personaje se revela, se muestra, dice quién es, con su fragilidad, con sus inconsistencias.
Más allá de los detalles particulares del contexto, que son de todas formas esenciales para la narración, lo que cuenta Una Separación es común a todos nosotros. Por eso es que la podemos entender. Sin esos detalles, Una Separación no podría ser contada. Pero lo que cuenta y la forma como lo hace logran involucrarnos a todos, más allá de cualquier diferencia cultural.
Para terminar, el fin de la película tiene mucho de idiosincrático, como lo son los finales de Hollywood, lo cual le recuerda a uno que hay muchísimas formas de

Esta película de Asghar Farhadi ha sido aclamada por muchos. ¿Por qué?

Muchos elogios destacan la mirada que proporciona a la vida de gente ordinaria en la sociedad iraní. A mí no deja de llamarme la atención este comentario. Me pregunto si quienes lo suscriben esperaban ver algo algo del orden de “los Guardianes de la Revolución eran como los Talibanes, pero nosotros también escuchábamos canciones en la radio.” Quizá después de Leer a Lolita en Teherán o reseñas de ese libro algunos estuviesen predispuestos acerca del tipo de vida cotidiana que esperaban ver en la pantalla. “Aunque no hay ni una escena con un ayatollah, la presencia del régimen teocrático podía presentirse hasta en los rincones del baño.” Si uno quiere buscarle política a la cosa, se la puede encontrar, a despecho de la experiencia estética que a uno le brinda esta cinta.

Para mí, esa experiencia estética es lo definitivo. Lo decisivo es una manera de narrar, así como lo narrado, la confrontación de perspectivas de unos personajes que desafían que se les encasille en las categorías maniqueas de “los buenos” y “los malos”.

Una obra cumbre del cine mundial, Rash?mon, utiliza el procedimiento de contrastar la narración que hacen varios personajes de un mismo hecho: el asalto de un bandido a una pareja que viaja por un bosque, el asesinato del marido y la violación de la mujer (el director Kurosawa tomó prestada esta técnica del autor del relato en el cual se inspiró la película: “En un bosque” de Ry?noseke Akutagawa). Una Separación utiliza un procedimiento distinto para confrontar las perspectivas de los involucrados en la narración: cuenta la historia haciendo abstracción de un hecho que resulta crucial para entender por qué los personajes se atrincheran en su punto de vista. Como tantas veces en la vida, uno llega a ese hecho siempre de oídas, siempre con base en el testimonio de otra persona. Mientras uno va y viene entre las distintas versiones, uno puede ver como cada personaje se revela, se muestra, dice quién es, con su fragilidad, con sus inconsistencias.

Más allá de los detalles particulares del contexto, que son de todas formas esenciales para la narración, lo que cuenta Una Separación es común a todos nosotros. Por eso es que la podemos entender. Sin esos detalles, Una Separación no podría ser contada. Pero lo que cuenta y la forma como lo hace logran involucrarnos a todos, más allá de cualquier diferencia cultural.

Para terminar, el final de la película tiene mucho de idiosincrático, como lo son los finales de Hollywood, lo cual le recuerda a uno que hay muchísimas formas de contar las cosas.

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