Hemos propuesto la hipótesis de que el Petropopulismo tendría por objetivo destruir a la clase media colombiana.[i]
Protector y protegido de los platudos (Gilinski, por ejemplo), el Petropopulismo busca mantener pobres a los pobres tal como lo dictan los jesuitas. [ii]
Petro como buen alumno ignaciano[iii], amenaza reproducir en Colombia la esencia del también llamado pobrismo que, habiendo aplastado a Cuba, promete avanzar sobre Nicaragua, El Salvador, Venezuela, Perú, Brasil, Argentina y de pronto Chile.[iv]
La idea jesuita es simple: los pobres son manipulables, mientras los ricos, aprovechables. (No en vano la jesuita se ha declarado “educadora” de las élites).
Ahora. Es claro que las contradicciones capitalistas producen hondas fracturas entre pobres y ricos, sobre todo en países como los sudamericanos donde la democracia ha sido sustituida por un vulgar amiguismo (“yo te patrocino la campaña, tú me devuelves favores”).
Pero mientras el capitalismo descansa en el fortalecimiento del ascenso social desde la pobreza hacia la clase media, el Petropopulismo busca hacer más ricos a los ricos y más pobres a los pobres.
Ilusionados con las ideas populacheras del Petropopulismo, los pobres se rinden a sus pies porque les ofrece más limosnas a cambio de su fidelidad politiquera asegurándose de que nunca dejen de ser pobres (léase: manipulables politiqueramente).
El capitalismo, al contrario, parte del hecho de que el ascenso social desde la pobreza hacia la clase media sea la base del fortalecimiento colectivo, comenzando porque haya cada vez menos pobres.
Al sistema capitalista no le conviene la pobreza sino que haya cada vez más ricos.[v] ¿Y de dónde salen los nuevos ricos? De la clase media. ¿Y de dónde sale la clase media? De los pobres que trabajan.
La pobreza solo produce más pobreza. Primero, porque la felicidad de los pobres no está en el trabajo productivo sino en la pobreza depresiva.
Esta ha sido por siglos la tarea degradante de su iglesia católica. (De paso, porque son los pobres los que llenan las bolsas de la limosna).
Aumentada la pobreza, se disminuye la posibilidad de crear emprendimientos y, por esta ruta, se cierran las posibilidades de ascenso social hacia la clase media. Lo que, de paso, deprecia la necesidad de que los pobres se eduquen. ¡¿Para qué?![vi]
El otro lado de la pobreza es el que obliga a que buena parte del valor agregado por las empresas productivas, les signifique pagar cada vez más impuestos que sostengan a cada vez más pobres (¡Ojo con la reforma tributaria!).
Impuestos para dar limosnas significan menos escuelas, hospitales, empresas, puertos, aeropuertos, carreteras, etc. O sea ¡más pobreza!
Si lo anterior no bastara, parte de las utilidades de algunas grandes empresas se destina a “regalar” (hospitales como en el caso Sarmiento), “regalos” que les permiten disminuir los impuestos que, en sana ley, debían pagar.
(A esto se le podría llamar filantropía con revólver o también atraco filantrópico).
La oposición del Petropopulismo contra el capitalismo está materializada en su abierto anti-neoliberalismo,[vii]. Uno que se opone de fondo a su discurso electorero cuando hizo llamados espumosos al impulso capitalista. ¡Qué mentira más gruesa!
El anti-neoliberalismo es de palabra y obra la herramienta mediante la cual el Petropopulismo garantizará su permanencia en el poder.
Al Petropopulismo le conviene que haya cada vez más pobres que, frustrados porque en cuatro años no les llegarán las limosnas suficientes, se reboten en las calles a reclamar con violencia mayores limosnas.
Ese es el juego donde Petro ha sabido y sabrá moverse a sus anchas. Ese es el juego depresivo que le permitiría temprano que tarde, proponerse “cambiar un articulito” que le permita reelegirse.
Como las limosnas no van a alcanzar (¡nunca alcanzan!), en el 2026 Petro les pedirá a sus pobres que le amplíen el plazo para cumplir sus promesas (y a sus ricos que, gozosos, le financien la campaña).
Las masas, envenenadas por el opio limosnero (bendecido por la Iglesia) seguramente estarán dispuestas a darle al Petropopulismo no solo esta sino otras “oportunidades”.
La consigna de las masas empobrecidas ha sido, es y será esta: como éramos pobres comiendo las migajas que caían de la mesa del rico Epulón, preferimos seguir siendo pobres embelesados con la prédica jesuítica del curita presidente.
Congótica. A los platudos monopolistas (financieros, agropecuarios, manufactureros) Petro les sirve para garantizar que cada vez tengan menos competencia en sus mercados.
Congótica 2. Los platudos monopolistas viven de mercados pequeños y no les interesa que la masa pobre ascienda a clase media para aumentar su demanda.
Congótica 3. La promoción petropopulista de la pobreza es un gran negocio para los platudos monopolistas.
[i] https://blogs.elespectador.com/politica/bernardo-congote/petropopulismo-destruye-la-clase-media Junio 23 2022.
[ii] Zanatta, L. (2021). El populismo jesuita. Buenos Aires: Edhasa.
[iii] https://blogs.elespectador.com/politica/bernardo-congote/petro-jesuita-agazapado Mayo 22 2021.
[iv] https://blogs.elespectador.com/politica/bernardo-congote/ojo-petrismo-gano-chile Diciembre 20 2021.
[v] https://blogs.elespectador.com/politica/bernardo-congote/necesitamos-mas-ricos Enero 8 2019.
[vi] Conocimos esta semana datos acerca de que un alto porcentaje de los niños que abandonan la escuela, nunca regresan a ella.
[vii] https://blogs.elespectador.com/politica/bernardo-congote/petro-saltimbanqui-antineoliberal Diciembre 2 2021.