Bernardo Congote

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¡Es el narcisismo, estúpido!*

El Innombrable tiene el dañino poder de la destrucción. Él se ama. Él se mima. Él se azota. Él baila solo. Es claro, además, que tiene un amante: él mismo. Es una versión acabada del narcicismo destructivo. Por ello la fórmula DUribe ha probado ser narcisista al extremo.

En su visión psicótica, él dormiría tranquilo (¿duerme?) leyendo en la placa de la Casa de Nariño el apellido DUribe que, no siendo el suyo, lo sería porque el ocupante de la silla presidencial es su vasallo. Su oveja. Los balidos del subpresidente masturbarían sin pausa al Innombrable.

El problema radicaría, entonces, en que el fenómeno de la dictablanda colombiana se pretende entender políticamente, cuando posee perfiles siquiátricos. Esto explicaría por qué mientras las algunos afirman que DUribe nos conduce hacia Disneylandia, sólo unos pocos hablamos de que pretende hundirnos en una perversa dictablanda.

Existen narcicismos destructivos y constructivos. Aquel que sólo se soporta a sí mismo y se encierra en su cuarto a pensar la teoría de la relatividad, termina siendo Einstein. O Curie. O Leonardo. O Miguel Ángel.

Pero quien se encierra a buscar la manera de que estalle un país con dinamita, termina siendo Calígula. Stalin. Hitler. Chávez. O El Innombrable. Desde el año pasado su dinamita nos llegó envuelta en algo que parecía papel regalo: ¡se apellida DUribe! Este tipo de halagos, en otras circunstancias, tal vez se le agradecerían a nuestro narciso.  Pero no ahora ni, menos, con este bajo calibre.

Ciertamente todos los que vamos por la calle somos, unos más otros menos, locos. Pero por lo menos mantenemos cierta capacidad para circular por ella. Cierta capacidad para distinguir el verde del rojo en el cruce de dos calles. Cierta capacidad para entender que una vía permite transitar hacia el norte mientras la otra va para el sur. Pero ¿qué ocurre cuando se ha perdido esa capacidad?

Y peor, ¿qué ocurre cuando un narciso destructivo se ha propuesto mantener a millones, bonachona y distraídamente, en el fondo del abismo de la sangre y la violencia? ¿Qué ocurre cuando, como ocurre en Colombia, hay millones que llaman precipicio a la cima e inversamente?

¿Qué ocurrió entre 2010-2018 cuando un <<disidente mentiroso>> procuró halar hacia la paz a los precipitados en la guerra mientras muchos insistieron e insisten en mantenerse ¡felices! en círculos de odio y violencia? (¿Qué hacer en medio de esta reedición de la caverna platónica?)

A la dinamita, los menos locos, tenemos la obligación de llamarla por su nombre. A DUribe, El Innombrable lo vendió como el más bueno de sus muchachos. Pero apenas ha confirmado ser un mediano burócrata importado desde alguna oficina en Washington. Lo quiso madurar a la fuerza nombrándolo senador. Pero apenas si se echó un par de discursos pagados con nuestros impuestos. Se auto proclamó factor de unión nacional. Pero querría profundizar una vulgar dictablanda sectaria.

Ahora. ¿Qué le importarían a un narciso destructivo estas minucias, siempre y cuando destruyan? ¿Acaso no ha procurado encerrar a los colombianos en su apartamento mental echándole leña al fuego? ¿Acaso no busca elevarse a los cielos en llamas, sin importarle los gritos de sus inflamados súbditos? ¿Le importó acaso cederle a DUribe el placer de mantener encendido el fuego de la violencia de Estado?

¿Acaso distingue nuestro narciso destructivo entre el pasado, el presente y el futuro? ¡En absoluto! Su narcisismo le hace ver como el pasado, el presente y el futuro de Colombia. ¡Él lo ha sido, lo es y lo será todo! Mientras en torno suyo deambulan las víctimas de los falsos positivos, los procesos detenidos y los testigos enmudecidos, él se auto complace contando muertos.

La masturbación del narciso destructivo es dolorosa. Pero él la llama placer … momentáneo. Es insaciable. Pero él se siente saciado. Para nuestro narciso destructivo, Colombia no existe. No le importa. No es principio, ni es fin.

El Innombrable es el principio y el fin de todas nuestras cosas.

Congótica. La pus del titiritero mayor se expande. Ahora se demuestra exitosa aplastando el periodismo libre que alguna vez hubo en Semana.

Congótica 2. ¡Y van por todo! Noticias Uno sigue en la lista.

Congótica 3. Sólo una sociedad ablandada por el mesianismo celestial se doblega estúpidamente ante los artilugios de un narcisista destructivo.

*Este blog es una paráfrasis del publicado por su autor en la Argentina bajo el mismo título, haciendo referencia al problema siquiátrico, no político, que significa el papel de Cristina Fernández en ese país (http://www.federalismoylibertad.org/es-el-narcisismo-estupido/) Mayo 29 2019)

 

 

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