Bernardo Congote

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Carta abierta a Don Arturo Calle

Algunos empresarios colombianos, como algunos de los demás, nos parecemos mucho a los políticos. No en vano los elegimos. Y nos parecemos en lo positivo y lo negativo, por supuesto.

 

Don Arturo Calle ha desembolsado estos días varios millones de pesos para enviarnos a los colombianos un mensaje enjundioso, motivado en la crisis que vivimos.

 

Es un mensaje grandilocuente, adjetivado, lleno de llamados a la solidaridad, el cuidado, el amor y las oraciones (¡por supuesto!).

 

Lo único que el empresario ha manifestado en concreto es que más de 6.000 colombianos que trabajan en sus tiendas y fábricas nacionales y extranjeras, vieron cerradas sus puertas. Nos comparte Don Arturo que «ha dado un alto en el camino” (sic).

 

Pero Don Arturo no nos comparte en su costoso mensaje público, cómo, cuándo o dónde, esas bellas palabras se van a traducir en hechos.

 

No nos comparte, por ejemplo: ¿cuánto dinero adicional ha puesto Don Arturo en el bolsillo de cada uno de sus 6.000 empleados hoy sin trabajo?

 

Tampoco si les habrá dado «licencia no remunerada» (¡) a los 6.000 connacionales, tal como otros genios empresariales nos lo han dejado saber.

 

No incluye su comunicado algún dato sobre el número de personas que constituyen grupo familiar entre sus 6.000 empleados y qué beneficio extraordinario están recibiendo esas familias ahora.

 

En otro aspecto, tampoco anuncia Don Arturo en qué porcentaje va a incrementar voluntariamente sus impuestos para paliar el sobre gasto público causado.

 

Al pobre ocupante de la Casa de Nariño, le estamos dando “hasta con el balde” por su incapacidad ejecutiva, su precaria habilidad discursiva y su permanente actitud de politiquero en campaña electoral.

 

Pero personajes como Duque son elegidos por colombianos como Don Arturo y otros miles semejantes. Hablamos mucho de solidaridad, pero hacemos poco. Mucho de oraciones y poco de acciones. Mucho tilín tilín pero nada de paletas.

 

Otro beneficio de esta crisis, es que nos está permitiendo medir el verdadero largo y ancho de las virtudes que decimos poseer líderes, clases medias y pobres.

¡Y que entre el diablo y escoja!

 Congótica 1. La ETB, por ejemplo, me anunció el jueves 19 a las 4 de la tarde que en 24 horas vendría a reparar el módem de la fibra óptica (¡!) que ha fallado suspendiendo telefonía fija e internet. El viernes 20, 20 horas después de silencios mudos, llamé a revisar el estado de la visita y ETB me informó que no eran 24 horas sino que vendrían a revisar el ¡24 de marzo¡ (¿Se fueron “de puente coronavirus”?) (Radicado 4347200000805181).

Congótica 2. ¡La palabra del burócrata contra la del ciudadano que paga! ¿Estas son nuestras grandes empresas?

Congótica 3. ¿No es éste nuestro profundo, violento, mortal y, hasta ahora sin vacuna, “coronavirus político”?

Congótica Agradecida. El domingo 22 a las 7:30, tocó a nuestra puerta un técnico de la ETB. Lo recibimos con un tapabocas y un par de guantes, un aplauso y un jugo de frutas. ¡Gracias a estos verdaderos héroes de Colombia! (Estamos aprendiendo a mejorar nuestro lenguaje…)

El autor es Subdirector del Grupo SERVIPÚBLICOS (Colciencias B),  Profesor Universitario e Investigador Junior (Colciencias), miembro del Consejo Internacional de la Fundación Federalismo y Libertad (Argentina – www.federalismoylibertad.org) y escribe el blog argentino: www.federalismoylibertad.org/agenda/artículos

 

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