Bernardo Congote

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Los que joden avivan la esperanza

Mientras las minorías rebeldes son conducidas al suicidio, las mayorías vegetamos. Las primeras, están condenadas a la exclusión. Los segundas, a la putrefacción. Algunos genios demoran su agonía detrás de las adicciones. Al final, sólo una minoría resulta capaz de romper las cadenas de mediocridad patrocinadas por familias y escuelas. Son “los que joden”.

Las mayorías nos sometemos. Somos normales. Acomodadas. El niño normal es ideal. Está entrenado para obedecer, para aprobar exámenes, para callar. No debe pensar. El niño normal sirve para confirmarle a la escuela que ella sirve para algo.

¿Y qué pasa en la universidad? Lo mismo, pero superior. En la U suelen imponerse formas superiores de profundizar la mediocridad. La universidad pasa del analfabetismo literal al funcional. Jóvenes normalizados por padres e instructores, logran llegar a la superior ¡para profundizar sus falencias!

¿Se ha preguntado Ud. por qué la U está obligada a retener a los mediocres? Porque es una necesidad de la burocracia estatal y de los socios privados. Es vital que se mueva la tesorería escolar. Que crezca la matrícula. Que nadie pierda materias. Mantener llena la U, es una consigna que confirma el imperio de lo mediocre.

En la U las mayorías difícilmente leen. De pronto escriben, pero no entienden lo escrito. Y todo lo anterior, porque no saben pensar. Desde niños, el conocimiento del cosmos se reduce a una micro batalla religiosa donde cada día hay más dioses y menos ciencia. La llamada “post verdad” es la mentira predilecta de una sociedad normalizada. Es la ficha ganadora de los Trump, Maduros, Putines o Uribes.

Todo esto explicaría por qué avanzamos hacia cierta profundización de la pobreza. ¿Cómo pedirle peras al olmo? La escuela, sembrada por España de la mano de la Iglesia Católica, se diseñó entre nosotros para fomentar un ambiente mediocre en donde la pobreza se hizo dignidad y la indolencia se elevó a reina.

¿Productividad? ¿Riqueza? ¿Innovación? ¿Ciencia? ¡Éstos son los nuevos pecados capitales! Por ello Latinoamérica retrocede. Llamamos <<africanización>> al fenómeno. Pero con ello ofendemos al África. En los últimos 58 años, analiza la CAF, los ingresos del latinoamericano apenas se mantuvieron constantes mientras que los surcoreanos se multiplicaron por nueve. (En 1960, Latinoamérica era tres veces más rica que Sur Corea).

Familia, Escuela y Estado nos hemos confabulado en una empresa miserabilista. La mayoría de nuestros niños son educados para ser y hacer muy poco. Por eso nuestras empresas son, al tiempo, pocas y relativamente más pequeñas. El empresario pequeño es, entre nosotros, admirable. Rentista. Aperezado. Incapaz de exportar. Demandante de subsidios, exenciones, rebajas, elusiones.

Este empresario pequeño elige políticos similares. Por ello nuestra política se desboca hacia lo poco. Hacia el liderazgo destructivo. A emular héroes políticos apenas habilidosos para caminar hacia o desde los juzgados, las cárceles o los cementerios.

¿De qué nos sorprendemos? Nuestra castración no nos permite siquiera tener vergüenza. Sin vergüenza, por ejemplo, Colombia se auto califica como uno de los países <<más felices del mundo>>, en medio de ríos de sangre cuyos autores intelectuales cubren sus delitos desde las Fiscalías, Contralorías y Procuradurías.

Un aparato social depresivo y mediocre, sólo prepara para la indolencia, la impunidad, la corrupción. El “vivo”, el “corrupto”, terminan siendo ejemplos por seguir. ¡Despiertan envidia! Precisamente porque desde nuestras familias y escuelas ponderamos la mediocridad y abominamos la virtud creativa.

Para bien de ellos mismos, unos pocos valientes se saltan estas cercas con sus propios recursos y sacan la cabeza del cieno mediocre. Logran competir con solidez en el mundo global. Son grandes colombianos. Pocos, pero grandes. ¿Joden? ¡Por supuesto! Avivemos nuestra esperanza en “los que joden”.

Nietzscheana. El gran éxito del nihilismo cristiano ha sido sustituir la épica escuela griega en una castrante empresa criminal: la escuela cristiana.

Bernardo Congote es profesor universitario colombiano,  miembro del Consejo Internacional de la Fundación Federalismo y Libertad (FYL-Argentina)(www.federalismoylibertad.org) y autor de <<La Iglesia (agazapada) en la violencia política>> (www.amazon.com)

 

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