Bernardo Congote

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¿Álvaro Gómez fue laureanista?

Álvaro Gómez fue asesinado hace ya varios años. Otra víctima de <<oscuras fuerzas>> que, no por oscuras, algunos datos identificarían disfrazadas de color verde oliva. <<Oscuras fuerzas>> que, valga recordarlo, disfrazadas de cualquier otra cosa también habrían estado detrás de los magnicidios de Uribe Uribe comenzando el siglo XX o de Gaitán, a mediados.

En agradecimiento, convendría pensarlos. Sus vivencias al lado de su padre, Laureano Gómez, con quien hizo muy joven sus primeros pinos en la política, paradójicamente pudieron haberle lanzado hacia un terreno político <<no laureanista>> en su corta pero densa carrera política. Fenómeno susceptible de ser enmarcado en la praxis sicoanalítica de <<matar al padre>>.

Asociado Laureano a los más recalcitrantes aspectos del, por entonces, vigoroso fascismo europeo, habría tenido diversas actuaciones como legislador y en su fugaz presidencia, que podrían asociarse al fascismo de sus amores. Para no ir muy lejos, en primer lugar su proclividad a favorecer el exterminio violento de sus adversarios; y, en segundo lugar, su profundo compromiso favoreciendo la, nunca ponderada bien, intervención de la iglesia católica en la política nacional[i].

Álvaro, cuyo brillo político se cristalizó en la segunda mitad del siglo XX, abrevando los clásicos que leía y citaba bien hizo lo mejor posible para deslindarse de los antecedentes políticos de su padre. Hasta el punto de que llegado a su campaña presidencial 74-78, que perdió con López Michelsen, diseñó su candidatura esbozando la que luego maduró como una invitación libérrima a lograr en Colombia el que llamó <<un acuerdo sobre lo fundamental>>. Paradigma demócrata que, paradójicamente, habría avivado los odios que diseñaron su asesinato.

Por aquellos años, abrió sus puertas y las páginas de El Siglo a jóvenes estudiantes que veníamos de la economía clásica keynesiana y marxista cultivadas en la Universidad Nacional. Y en sus diálogos, que sostenía casi siempre dibujando a lápiz, tanto como en los editoriales y columnas que tuvimos el placer de escribir a dos manos, hallamos un venero de ideas refrescantes que, lamentablemente, hubo de llevarse a la tumba[ii]/[iii].

Su política descansaba en los preceptos de cierto conservatismo liberalizado que, por entonces, gobernó en Inglaterra y en Estados Unidos. Ambos movimientos inspiraron las magistraturas de Margaret Thatcher y de Ronald Reagan, avanzando hacia un adelgazamiento del Estado a cambio de incentivar la responsabilidad ciudadana ante el Estado, la iniciativa privada, la creación de empresa y la generación de empleos netos.

Curiosamente, sus adversarios liberales, encerrados en un conservatismo estatizante a lo Lleras Restrepo, no le habrían perdonado a Álvaro sus antecedentes con Laureano. Ni el mismo Alberto Lleras en su libérrima concepción del presente, habría tenido la capacidad de ver en Gómez las distancias que, objetivamente, le separaron de su padre.

Quienes estuvimos a su lado, sin descartar nuestra ingenuidad juvenil, no conocimos que algún elemento de la campaña presidencial de Álvaro, como se le presentó a Colombia, tuviera siquiera vestigios, por ejemplo, de las nefastas <<camisas negras>> de su juventud al lado de Laureano.

Su madurez política y conceptual le lanzó por vertientes muy cercanas al más moderno conservatismo del fin del siglo XX. Y, podría decirse sin temor a errar, que esta otra víctima de las <<fuerzas oscuras>>, se murió llevándose in pectore una noción de país que bien podría superar la de Gaitán, guardadas las debidas proporciones[iv].

Entendió muy bien la perspectiva modernizante de la economía agraria colombiana. Algo que ni siquiera contemplaron de lejos los que aparecían <<más liberales que los liberales>>, arrancando por Santos hacia 1936 y siguiendo por los Lleras en los años 60. Excepción hecha, valga la aclaración, de las iniciativas, en mala hora también frustradas, de López Pumarejo.

Finalizando esta remembranza critica, ha menester pensar en su hermano Enrique[v]. Podría decirse que fue el mejor de los <<alvaristas>>. Empresario exitoso de la industria gráfica editorial, impulsó dentro de la vena progresista de los Gómez, por un lado, la Fundación Respuesta y, en paralelo, la Revista Síntesis Económica[vi].

Diseñados a la manera de una estrategia intelectual política harto escasa en la Colombia de todos los años, aquellas organizaciones se anticiparon a los que ahora se llaman pomposamente <<think tanks>>.  Ambas contribuyeron durante algunos de los años 80 a la prosperidad de un pensamiento político del que hoy sólo quedan algunos vestigios.

Para finalizar, valga dejar en claro que el conservatismo progresista de los Gómez, se hallaría muy lejos de ese esqueleto abyecto al poder que ha degradado bajo el nombre de Partido Conservador Colombiano.

Congótica. Agradecimiento ex post mortem.

 

El autor es profesor universitario colombiano, miembro del Consejo Internacional de la Fundación Federalismo y Libertad (Argentina) (www.federalismoylibertad.org) y autor del libro La Iglesia (agazapada) en la violencia política (www.amazon.com).

[i] PEREA, Carlos. Porque la sangre es espíritu. Imaginario y discurso político de las élites capitalinas (1942-1949). Bogotá: IEPRI,Aguilar,1996.

[ii] El autor del blog publicó sus primeras letras periodísticas en El Siglo en 1971, aupado por Álvaro Gómez que se hizo su director por aquellos años.

[iii] En Colombia, no sólo los líderes de la insurgencia están en el cementerio.

[iv] Congote, B. <<Gaitán y el populismo: ¿otros dos fantasmas colombianos?>>. Bogotá: Revista Universitas Humanistica. 62. Año XXXII. p 337-361. julio-diciembre, 2006.

[v] Fallecido el sábado 13 de julio 2019.

[vi] El autor del blog fue el primer Director de esta Fundación.

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