Nuestra VENTANA UNIVERSITARIA se complace en publicar el blog escrito por el MSc Rosendo López González, Profesor Titular Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Magister en Docencia de la Química. Universidad Pedagógica y Magíster en Filosofía Latinoamericana. Universidad Santo Tomás. [email protected]
Alejandro Gaviria, exrector de la Universidad de los Andes, después de la creación de una expectativa casi del mismo tamaño del despliegue mediático, decidió lanzarse por firmas a la conquista de la presidencia en reemplazo del presidente Duque. La promoción en los medios de comunicación ha sido frondosa. Su candidatura a la presidencia es ya una realidad mediática. El Comité que recogerá las firmas, ya está andando.
Es prudente advertir las angustias de un sector del establecimiento, ya que el actual candidato que mantiene la favorabilidad en las diferentes encuestas Gustavo Petro no es afín a la usanza de los partidos políticos tradicionales que han gobernado al país en los últimos siglos.
Se trata aquí de exponer algunas implicaciones de la llegada del exministro Gaviria a la contienda electoral, teniendo en cuenta su talante de político que rescata el liberalismo clásico expresado en algunos escritos. Tomando como referencias sus dos últimos libros: Alguien tiene que llevar la contraria (2016) y Otro fin del mundo es posible (2020), estoy llamando a estudiar a Gaviria; no estoy haciendo exhortaciones a votar por Gaviria.
La arcaica clasificación: Izquierda, derecha y centro. El jefe de Estado será elegido, acorde con las normativas actuales, en una votación que tendrá lugar el 29 de mayo del 2022. Si ninguno de los competidores alcanza el 50% más uno de los votos debería hacerse una segunda votación con los dos primeros, tres semanas después.
De las últimas votaciones para elegir el presidente cabría para destacar la opacidad de los partidos políticos. El actual ritmo de las diferentes campañas presidenciales lo impulsan las coaliciones. En esta coyuntura son tres los conglomerados que se vislumbran dentro del espectro político colombiano: derecha, izquierda y centro. Semánticas, un tanto agotadas en el siglo XXI, puesto que existen franjas en los tres espectros políticos con pensamientos conservadores frente a los problemas globales de la humanidad, como por ejemplo el cambio climático. Al respecto, habrá que esperar que la politología construya una nueva síntesis.
A propósito, de lo anterior, Anthony Giddens, director de la Escuela de Economía de Londres (LSE, siglas en inglés), viene insistiendo en otros léxicos para expresar nuevas visiones políticas, principalmente en su libro titulado Más allá de la izquierda y la derecha. El futuro de las políticas radicales (2011). En este formidable escrito se encuentran planteamientos renovados que van más allá del utilitarismo de la Modernidad con la naturaleza, como objeto de consumo o como medio de producción, sin ninguna compasión por las especies vivas del planeta.
Ahora bien, esta remozada concepción de la naturaleza, según Giddens, rebasa las caracterizaciones de los actuales movimientos conservadores, liberales y de izquierda, muy pegadas al Siglo XX, de tal manera que se plantea la necesidad de buscar nociones filosóficas y políticas más acordes con el siglo XXI. Visiones y movimientos políticos que son llamados por Giddens las “políticas de la vida” o “radicalismo ecológico”[1].
Las coaliciones hacia 2022. Teniendo en cuenta lo anterior, llamemos las coaliciones por las cabezas de sus líderes. La coalición de Uribe, de Petro y de Fajardo. La primera en búsqueda de nombre, la segunda bautizada Pacto Histórico y la tercera Coalición de la Esperanza. No obstante candidatos como el exalcalde de Bucaramanga Rodolfo Hernández y el excomisionado de Paz Miguel Ceballos se mantienen, por ahora, por fuera de los pactos. De la misma manera, la tripleta: Peñalosa, Char y Gutiérrez estarían quedando en la mitad del camino, porque cada uno tomó un rumbo diferente: Peñaloza y Gutiérrez serán candidatos por firmas y de Char, aún no se sabe nada. Los tres, abiertamente, gravitarían alrededor de las coaliciones.
Resultaría substancial, entonces destacar que en la campaña a la presidencia habrá tres momentos:
- Elección interna dentro de cada una de las coaliciones, con el fin de decantar las candidaturas.
- Primera vuelta con candidatos elegidos dentro de los tres espectros políticos, y otros que persistan en ir sin coalición, y
- Segunda vuelta entre los dos ganadores.
Así las cosas, por los lados de una hipotética coalición del expresidente Uribe, existirían tres vertientes: el uribismo puro, encabezada por Zuluaga, Cambio Radical y el Partido Conservador. Tal vez es la coalición que tiene más dificultades en sumar votos, ya que carga con el desprestigio del gobierno, pero sobre todo con las tonterías del presidente Duque, como por ejemplo hacer reuniones en la costa Caribe con mandatarios regionales y no invitar al gobernador del Magdalena ni a la alcaldesa de Santa Marta. En la coalición cuyo eje central es el Centro Democrático, se augura una consulta entre Iván Darío Zuluaga, María Fernanda Cabal, Rafael Nieto, y el representante Edward Rodríguez. Por este lado no se puede descartar que se “peguen” algunos de los alcaldes; el más cercano actualmente, por lo que expresa en su discurso, es Federico Gutiérrez, quién está completamente seguro que cabe en la desvanecida y desprestigiada ecuación de la “seguridad democrática”.
Por otro lado, el espectro centrista conducido por Sergio Fajardo es el de más atractivo político. Allí está la Coalición de la Esperanza, con sus otros personajes: Humberto de la Calle, Juan Fernando Cristo, Jorge Robledo, Juan Manuel Galán –estrenando personería jurídica en el Nuevo Liberalismo- y un porcentaje de la Alianza Verde. Se estima que habrá unas elecciones internas para escoger un candidato.
Algo parecido ocurre en el Pacto Histórico, dirigido por Gustavo Petro, donde se ha logrado crear un núcleo firme proveniente de la izquierda -Unión Patriótica, parte del Polo, antigua Alianza Democrática y han llegado antiguos militantes del partido de la U, como Roy Barreras y Armando Benedetti, junto con sectores populares de gran arraigo en la costa del Pacifico encabezados por su lideresa Francia Márquez. En el Pacto Histórico habrá también elecciones para escoger un candidato mayoritario y participarían: Gustavo Petro, Roy Barreras y Alexander López, como también: la activista Francia Márquez, y la lideresa wayuu Arelis María Uriana Guariyu.
Los partidos políticos. Los partidos históricos de la tradición republicana-Liberal y Conservador- cada día están más de espaldas a la realidad social. Están como el Adán, descrito por el poeta Caribe Héctor Rojas Herazo: “Adán…, estás oloroso a soledad”. Sin embargo en las elecciones de gobernadores y alcaldes, pero sobre todo en las parlamentarias volverían por sus fueros. Dicho lo anterior, la pregunta es: ¿en qué andan los partidos Liberal y Conservador? Lo mismo de siempre, pero ahora “duqueando”: es decir haciendo boberías; pero eso sí, pegados como vampiros al presupuesto nacional succionando hasta sacar la última gota de dinero. Por esa ruta, el Partido Conservador, quiere candidato propio entre los cuales figuran: los exministros Juan Carlos Echeverry y Mauricio Cárdenas, y los senadores David Barguil y Efraín Cepeda. Ninguno de los cuatro tiene horizonte nacional, pero sí capacidad de espera a lo que digan Uribe y Pastrana.
El Partido Liberal, liderado por el expresidente César Gaviria, está feliz con el arribo de Alejandro Gaviria a la contienda política, sin embargo el exrector tomó la determinación de inscribirse por firmas. La crisis en este partido es tan profunda, que el sector de los arrebatos socialdemócratas está en la Coalición de la Esperanza, mientras que otra fracción llevó al senador Luis Fernando Velasco a una precandidatura que hoy se ve más cercana al Pacto Histórico.
Por otro lado, los partidos cristianos Mira y Colombia Justa Libres, muy ligados al establecimiento, anunciaron que para las elecciones legislativas, conformarán listas conjuntas. El senador y pastor Jhon Milton Rodríguez, de Colombia Justa y Libre, lanzó su precandidatura presidencial como aspirante cristiano. No se necesita ser vidente para afirmar que ellos han tenido una gran preferencia en los últimos tiempos por el uribismo.
Entretanto, en el Partido Verde habrá también escogencia de candidatos entre los senadores Antonio Sanguino y Sandra Ortiz, y el exgobernador Carlos Amaya; asimismo otro exgobernador, Camilo Romero ya comenzó la recolección de firmas. Mientras, los otros aspirantes, Jorge Londoño e Iván Marulanda, se enfilarían por otros caminos y se rumora un retorno al Nuevo Liberalismo. Pero hay más: en el Nuevo Liberalismo asoma la cabeza el senador Rodrigo Lara y ya está preparando candidatura. En este espacio político las cosas están para mirarlas desde un buen palco.
Entra en escena Alejandro Gaviria. Es importante destacar que Gaviria, a pesar de ser un anfibio entre sus prácticas vivenciales y vida profesional –profesor universitario, columnista de El Espectador donde recibió el premio Simón Bolívar, Ministro de Salud y Protección Social- nunca habría caído en hechos exorbitantes de corrupción. Además lo acompaña un discurso liberal, fresco y oxigenado en aspectos como lo ambiental, el respeto a la democracia y a los valores de libertad. El exrector ha dicho en declaraciones recientes que va a llenar de contenido el espectro político llamado centro, donde se destacaría la Coalición de la Esperanza. En efecto, partió con 60 puntos de campaña donde se rescata una forma diferente y decorosa de hacer política, redimiendo la libertad como valor supremo y el rescate de la ética de la verdad.
Más adelante Gaviria, se ha reafirmado en su condición de libre pensador a favor de: la eutanasia, del aborto, del abordaje distinto al problema de las drogas y la defensa de la protesta social. Además es claro en su apuesta de no volverse un político tradicional.
Otro fin del mundo es posible. Con el arribo de Gaviria a la disputa por la presidencia, comenzaron a escrutar su vida política, familiar y existencial. Este análisis, no se sale de los parámetros de la crítica académica. Nada en contra de la persona, ni de su humanidad y dignidad. Se analizan y discuten argumentos sin tener en cuenta la escuela de pensamiento en que esté inserto el autor.
Estudiando uno de sus últimos libros Otro fin del mundo es posible (cómo Aldous Huxley puede salvarnos), se rescata el pensamiento liberal del autor de Un mundo Feliz en lo referente a la crisis ambiental, centrándose sobre el papel de los humanos en la naturaleza en una renovada lectura del libro clásico de Charles Darwin El origen de las especies. Substancial la profundidad de la hermenéutica de Gaviria al rescatar el darwinismo desde el horizonte ambiental, puesto que pone al mismo nivel al hombre, en la naturaleza, con las demás especies vivientes, si tenemos en cuenta que la vida humana representa solo el 0.01% de la vida existente en la Tierra. Desde este ángulo, todos los seres vivos somos iguales desde la perspectiva darwinista de la selección natural.
En otro acápite del libro, Gaviria escribe sobre Aldous Huxley y la educación, redimiendo la necesidad del pensamiento clásico, muy cercano a la sabiduría de la Grecia aristotélica. Allí se compara a los seres humanos con los anfibios, desde el punto de vista de su concepción educativa, lo que significaría que en la formación del homo sapiens pueden coexistir, sin ninguna contradicción, varios mundos distintos de manera simultánea: el del lenguaje simbólico y el de la receptividad sensorial. Se trata, entonces, de un libro interesante ya que explica temas oportunos desde una perspectiva liberal: la salud pública, las sustancias psicoactivas, el progreso científico, la hecatombe ambiental y la educación en el siglo XXI. Una buena ayuda para entender estos temas ya tratados por Huxley en sus novelas, ensayos y poemas, ahora con un valor pedagógico agregado: la excelente recreación de ellos hecha por el profesor Gaviria.
Alguien tiene que llevar la contraria. Alguien tiene que llevar la contraria es un libro que reúne diversos artículos en tres capítulos. Alejandro Gaviria, basado en las ideas de pensadores como Estanislao Zuleta, Charles Darwin y Thomas Piketty, alcanza a suministrar un horizonte teórico progresista a sus escritos. Los tres autores, cada uno en su especificidad conceptual, logran darle una contextura teórica a los escritos del profesor Gaviria.
Cabría pensar, también, en la habilidad de Gaviria como investigador capaz de insertar las funciones de las teorías en los procesos investigativos, a saber: explicar por qué, cómo y cuándo ocurren los fenómenos; sistematizar, y ordenar el conocimiento, ya que en muchos casos está disgregado; hacer deducciones a futuro de la manera cómo se va a manifestar u ocurrir un fenómeno dada ciertas condiciones.
Tal vez un buen ejemplo de lo anterior se observa en la tercera parte del libro, donde desarrolla una concepción sobre el progreso social, analizando algunos de los cambios significativos de la sociedad colombiana a finales del siglo XX.
A manera de conclusiones. Llegar de la academia a la política tendría sus ventajas. Docentes como Mockus y Fajardo, cada uno en sus circunstancias, trajeron la decencia a la discusión política; además, fueron hermosísimos sus aportes en el debate sobre la paz, la tolerancia y el desarme. Embriones de un nuevo renacer de la política en Colombia; despertar de un liberalismo filosófico fuera del juego sucio de la polarización. A los anteriores nombres, habría que añadirle el de Carlos Caicedo (Aracataca, Magdalena) egresado de derecho de la Universidad Nacional, y profesor de la Universidad del Magdalena donde alcanzó a ser su rector. Caicedo como todo un gladiador se levantó y derrotó a la patibularia clase política del Magdalena, y actualmente funge como gobernador del Magdalena.
Todo lo anterior nos estaría confirmando que la Universidad es un tanque de reserva de ideas con las cuales se puede construir, entre otras, una nueva democracia. Trágicamente, Federico Gutiérrez quedó atrapado en la “seguridad democrática” y los árboles no lo dejaron ver el bosque de un país desangrado por la violencia y con unos niveles de desigualdad social que suman en la actualidad 21 millones de pobres.
La aparición en la escena nacional del político-profesor Alejandro Gaviria, podría entenderse como una continuación de la tradición en buena hora sembrada por Mockus y Fajardo. Y ante todo, como un aporte de la Universidad a esclarecer desde sus raíces las grandes dificultades de una sociedad anclada culturalmente en los siglos pasados. Así que, son bienvenidas las tesis y prácticas del liberalismo clásico ya que se trata de “politizar la política y democratizar la democracia”. En ese sentido son útiles las ideas y propuestas, pero sobre todo el talante, del profesor Alejandro Gaviria.
En los dos últimos libros de Gaviria, asumidos en este análisis, si tenemos en cuenta las fuentes primarias utilizadas en su argumentación, encontramos expresiones auténticas del liberalismo democrático en cuanto su visión de la justicia, la paz y el cambio climático. Muy probablemente en la coalición que aterrice Gaviria o en el movimiento que él autogenere, aportará en la construcción de un debate decente con ideas claras y precisas sobre la democratización de Colombia.
[1] Importante aclarar, en este acápite, que es precisamente el candidato por fuera del establecimiento (Petro) quien se ha apropiado de esas renovadas ideas.