El exconsejero presidencial, Jefferson Mena Sánchez, es autor de un libro en el que propone fórmulas para llevar el desarrollo económico al Pacífico colombiano. En entrevista con Óscar Sevillano explica en qué consisten y como piensa hacer para que estas ideas no se queden en el papel.

Primero que todo, cuéntenos ¿Quién es Jefferson Mena?; ¿Qué lo motiva en la vida? Y sobre todo, ¿cómo llega a escribir un libro con una propuesta que más parece de un candidato que de una persona que se interesa por el servicio público?

Jefferson Mena Sánchez: Pues Oscar, la verdad es que a mí siempre me ha costado hablar de mí mismo. Entonces, si yo le pudiera resumir quién soy, se lo diría de la siguiente manera: un devoto cristiano; un esposo enamorado; un padre que busca ser ejemplo y soy un servidor público.

El objetivo de mi vida es servirle a la gente, es lo que he hecho en los últimos 30 años de mi vida. Y a pesar de que el libro parezca como una plataforma de lanzamiento, que no lo es porque nunca he sido candidato y nunca seré candidato a absolutamente nada, no me llama la atención eso a pesar de las ofertas que me han hecho.

Una nueva estrategia para el Pacífico colombiano es un libro que busca aportarle al país en el sentido de darle respuesta a uno de los grandes problemas que tiene una de las regiones que es el Pacífico colombiano. Y lo hago con toda convicción y compromiso porque esa es mi tierra, esa es mi gente, esa es mi raza. Eso me identifica, me define y creo que flaco favor yo haría si no aprovechar escenarios que Dios me da para tratar de aportar a que la gente en el Pacífico viva mejor.

¿Cómo hará para que eso que usted plantea puede llevarse a la práctica? Porque hacer un libro, por difícil que suene, es fácil, lo realmente complicado es hacer esas propuestas realidad, mucho si no se es el ejecutor o no se hace parte del poder que debe concretarlas.

Jefferson Mena Sánchez: Tenemos que entender varias cosas sobre lo que pasa con regiones como el Pacífico y la primera es que Colombia tiene seis regiones. De las seis regiones, el Producto Interno Bruto es aportado por tres de ellas. Bogotá, que pone algo así como el 25% del PIB nacional. La región Caribe, que aporta algo así como el 20% del PIB nacional. Y la región Andina, que aporta otro tanto. Y el Pacífico, de acuerdo a lo que se encuentra en el Departamento Nacional de Planeación, aporta algo así como el 17%. Entonces, una mirada cercana lo que dice es, bueno, pero no está tan mal el Pacífico. Sí, pero es que usted, cuando ve ese 17%, está calculando también Cali. Y Cali no es Pacífico. Pero cuando usted saca Cali de la ecuación, usted encuentra una región que aporta menos del 1% al PIB nacional.

El Pacífico es una región donde se ven reflejadas todos los vejámenes de este país. La violencia, la pobreza, la pobreza extrema, las necesidades básicas insatisfechas, la falta de infraestructura, etc. Yo creo que lo que a Colombia le ha faltado, que han tenido otros países como Chile, Ecuador y Perú, que lo establezco también en el libro, es una falta de visión, ambición. Ambición de crecer más para que la gente viva mejor, para que la gente tenga más platica en el bolsillo.

Esa falta de ambición ha llevado a que tengamos a un país de espaldas a las regiones con tantas potencialidades como el Pacífico donde está la mayor tasa de desempleo de este país, la mayor tasa de pobreza y la mayor tasa de miseria. Y eso no se soluciona como lo hemos venido solucionando en los últimos 70 años o en los últimos 100 años, a punto de subsidios. Se soluciona con desarrollo económico para que se dé el crecimiento económico.

Cuando usted tiene desarrollo económico, usted tiene empleo, usted tiene mejores tasas de recursos para pagarle a la gente; usted tiene mejores condiciones de vida. Y cuando usted tiene crecimiento económico, usted ya tiene una región industrializada.

Llevamos más de 50 años tratando de hacerlo y no lo hemos logrado ¿cómo hacer para que esto suceda sin que suene a fórmula mágica?

Jefferson Mena Sánchez: Lo que yo estoy planteando en el libro son proyectos realizables, que necesitan de una visión inteligente de un Gobierno y la decisión inteligente de un presidente o presidenta de la república, que mire en el Pacífico un potencial para que el país crezca más.

Sí Jefferson no está en el poder que toma las decisiones -bien sea en lo local o nacional-, estas ideas se van a quedar en la biblioteca de algún colegio, de alguna universidad o de alguna institución del Estado. Insisto en mi pregunta, ¿cómo va a ser Jefferson para que eso no se quede en el papel?

Jefferson Mena Sánchez: En primer lugar, socializándolo con todos los que serán actores políticos en las próximas elecciones, buscando que se comprometan con esta visión de desarrollo económico del Pacífico colombiano, sin distinción de colores, sin distinción de ideologías, simplemente con la convicción de que tenemos que ser responsables con una región que es la más pobre del país.

En segundo lugar, no por el hecho de que yo no vaya a ser candidato, quiere decir que no esté interesado en aportar y en ayudar desde un cargo público. He sido funcionario público toda la vida, me encanta ser funcionario público, me encanta trabajar por la gente, yo soy un servidor público, yo le sirvo a la gente y yo aspiro que, con la socialización de estas ideas, haciéndole caer en cuenta a todos los candidatos de lo importante que es y de las ventajas que puede representar para el gobierno que ellos van a ejercer y para el país, se puede llevar a la práctica todo lo que en el libro se dice.

¿Ha tenido la oportunidad de reunirse con los presidenciables y ¿ellos sí lo están escuchando?

Jefferson Mena Sánchez: Me he reunido con la gran mayoría y les gusta la idea. Ahora, el reto es que lo pongan en letras mayúsculas en sus programas y se pongan como meta, desarrollarlo.

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¿Cómo hacemos para que se industrialice el Pacífico y que ese desarrollo económico llegue, sin que acabe con la selva, por ejemplo, del Chocó, donde hay especies únicas?

Jefferson Mena Sánchez: Colombia tiene una visión equivocada de lo que significa el desarrollo porque cree o considera que no puede ir de la mano de la conservación del medio ambiente. Esa es una teoría que está reevaluada hace muchos años en el mundo.

Le pongo un ejemplo, Vancouver, Canadá. Vancouver, Canadá, tiene el puerto más importante de todo este país, que es el segundo más extenso del mundo en el Pacífico. Lo maneja una empresa que se llama Port Canada. Maneja 3 millones de containers al día. Imagínense, 3 millones de containers al día. Y es totalmente amigable con el medio ambiente.

No necesariamente tiene que ser o desarrollo o conservacionismo, que es lo que ha matado al Pacífico colombiano. Eso de decir: no, no desarrollemos nada en el Pacífico porque es más importante el medio ambiente. No señor, es más importante la gente. Es más importante que los niños no se nos mueran de hambre. Es más importante que la gente pueda comer 3 veces al día. Es más importante que la gente pueda vivir bien. Pero también es importante que, desarrollando esas potencialidades, nosotros podamos conservar y aprovecharnos de ese medio ambiente para generar riqueza.

Desde hace muchos años, se han venido presentando una serie de enfermedades que el mundo pensaba que ya estaban superadas. Y esas enfermedades casi todas se están presentando por el calentamiento global. Son enfermedades tropicales. Imagínense ustedes que nosotros, teniendo la segunda zona más biodiversa del mundo, que está en el Pacífico colombiano, hagamos de ese Pacífico colombiano un laboratorio y hagamos convenios con las universidades del mundo que hacen investigación. Y esa investigación nos debe llevar a encontrar soluciones a las enfermedades que hoy están despertando.

Esa es una forma con la que podemos integrar el desarrollo con el conservacionismo. Eso no es antagónico. Lo que no podemos seguir haciendo es poniendo la conservación del medio ambiente como la excusa para que la gente se nos siga muriendo de hambre en el Pacífico, para que la gente siga siendo miserable, para que la gente siga viviendo como se vive en el Pacífico, para que el Pacífico siga siendo la zona violenta que es. No se puede aceptar que los ambientalistas nos vengan a decir que es preferible que la gente siga viviendo en la miseria antes de mirar cuál es ese punto de equilibrio.

¿Esta propuesta trae fórmulas para el tema minero?, porque estamos hablando de una zona riquísima en oro.

Jefferson Mena Sánchez: Debemos darnos a la tarea de explorar caminos para desarrollar una minería amigable. Nuestros antepasados negros, nuestros antepasados indígenas siempre han explotado el oro, siempre han trabajado con el oro, siempre lo han hecho, pero en esas épocas de la historia no generaban la contaminación que hoy se genera. ¿Por qué? Por la ambición, por la corrupción que hay. Pero si lográramos mirar al pasado, extraer lo positivo, que era el ejercicio de nuestras comunidades en la explotación de esos minerales sin causar contaminación, se puede hacer de esta actividad algo sano.

Hay un asunto que creo que Colombia debería repensar e implementarlo nuevamente, y es que sea únicamente el Banco de la República el único con la facultad de comprar el oro. Creo que así podríamos tener una extracción limpia y una extracción legal. Bueno.

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Las comunidades afrodescendientes, tanto en Chocó como en el Valle, cauca y Nariño, lo primero que le pelean es por los títulos mineros. Las familias dicen, “denos los títulos a nosotros, nosotros explotamos el oro en lugar de dárselos a las grandes empresas para que vengan aquí a destruir la selva y a destruir el medio ambiente”.

Jefferson Mena Sánchez: Hay que llegar a acuerdos con ellos y capacitarlos para que hagan una extracción limpia de ese mineral, permitiéndoles que vivan de eso, acompañando la agremiación para que los resultados de su trabajo no se queden en una cantina o en los burdeles y que les genere riqueza y mejoren sus condiciones de vida.

El Estado debe acompañar a las comunidades y no es acompañar individualidades, sino es tratando de que estas trabajen en conjunto por el bienestar de todos. Yo creo que, si logramos poner en práctica eso, lograríamos avanzar mucho en quitarle el tabú que tiene el tema de la minería en Colombia.

En el pasado, alcaldías y gobernaciones se dedicaron a cambiar el uso del suelo trayendo problemas en temas agrícolas y ambientales, ¿cómo hacer para que esas mismas alcaldías y gobernaciones colaboren con la solución?

Jefferson Mena Sánchez: En Colombia, elñ 68% del territorio nacional tiene alguna especie de restricción para la utilización de la tierra porque o son resguardos indígenas; o son consejos comunitarios; o están en ley segunda, o son baldíos. ¡Esto es una cosa loca!

Soy un convencido de que la única forma de lograr eso es titulando esas tierras y titulándolas con la visión de que se conviertan en propiedades privadas para que el dueño las pueda explotar sanamente. Pero no solamente para eso, también para que el Gobierno Nacional tenga un registro exacto que le diga de quién es la tierra y qué está haciendo con la tierra.

Cuando uno está en Tumaco y pasa a Ecuador, se da cuenta que en Ecuador saben quién es el dueño de la tierra. Saben quién es el dueño de la tierra y saben qué se está cultivando en la tierra. En Colombia no. Lo que tenemos es una cantidad de monte que nadie sabe quién es. Y lógicamente, en aquellos lugares que no se desarrolla productividad, se convierten en el pan de abono para los ilegales.

¿Usted cree que haya constructores que tengan esa visión de ancestralidad y que estén dispuestos a invertir cuidando de esas costumbres ancestrales de la gente del Pacífico que viven en casas de madera construidas sobre un planchón, muchas de estas en la ribera del rio?

Jefferson Mena Sánchez: La ancestralidad hace parte del ADN de las comunidades étnicas, que les ha acompañado durante muchos años. Yo creo que es posible conservar la ancestralidad de estos habitantes acompañado de una habitabilidad, unas construcciones de vivienda mucho más dignas. No creo que, por el hecho de respetar los usos y las costumbres de las comunidades étnicas, sea una excusa para que las comunidades étnicas en la Guajira vivan en los ranchos que viven, por ejemplo, y que la respuesta del Gobierno deba ser:  “es que es por respetar sus usos y sus costumbres”.

Esa es una visión totalmente equivocada, es una visión racista, es una visión clasista. Esa es una visión pobre de los gobiernos. Yo creo que uno puede tranquilamente utilizar los usos y las costumbres de las comunidades étnicas, pero dándole una vida de dignidad, dándole un trato digno.

Jefferson Mena Sánchez es profesional en Relaciones Internacionales y Asuntos Políticos de la Universidad Militar Nueva Granada, habiéndose graduado con título Cum laude. Tiene una especialización en Desarrollo, Gobierno y Gestión Pública y otra en Diseño y evaluación de Política Pública. También posee una Maestría de Gobierno y Política Pública de la Universidad Pompeu Fabra, de Barcelona (España).

se ha desempeñado como coordinador del despacho del Ministerio de Defensa, coordinador de Consejos de Seguridad Presidencial; encargado de Funciones Consulares del Consulado de Colombia en Vancouver, director del despacho del Ministerio de Agricultura, director territorial de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, y actualmente es asesor de la Presidencia de la República como coordinador del Plan de Reacción Integral de la Estrategia Zona Futuro en el Pacífico nariñense.

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