Durante los últimos meses hemos visto al procurador general de la Nación, Gregorio Eljach, hablando sobre lo divino y lo humano, dando recomendaciones y haciendo sugerencias sobre temas que, sinceramente, no sé si sean de su resorte. Lo hemos escuchado referirse a asuntos electorales, a la libertad de prensa, a la vía a San José del Guaviare, entre muchos otros. De seguir así, no sería extraño que termine opinando también sobre MasterChef, El Desafío o la segunda temporada de Betty la Fea.
Pero eso sí: sobre la conformación de una Universidad de la Procuraduría, que tendrá unos gastos que superan los miles de millones de pesos —financiada con recursos públicos y en la que él, como jefe del Ministerio Público, tendrá un enorme poder burocrático—, ahí sí, calladito.
No sé si la idea de Gregorio Eljach sea, además de hablar de lo divino y lo humano, sembrar pánico en la función pública, porque ante cualquier rumor o cualquier foto, sin antes indagar si existe o no mérito para abrir investigaciones a los funcionarios públicos, sin pensarlo dos veces, las inicia. ¿Se habrá detenido a pensar que, si no hay mérito alguno, el daño reputacional que se le causa a la persona involucrada es enorme?
El procurador ha dicho en las últimas semanas que los funcionarios públicos no pueden ni deben participar en política. Me pregunto entonces: ¿qué es participar en política? ¿Asistir a una simple reunión donde cientos de personas escuchan a un candidato, incluso en los tiempos libres? ¿Eso es participar en política? ¿Colocarse una camiseta que alude a determinada causa, sin tener vínculo alguno con la organización de una campaña? ¿Eso también es participar en política? ¿En serio?
Hasta donde alcanza mi entendimiento, lo que no está permitido es utilizar un cargo público para ponerlo al servicio de una causa proselitista. Y para abrir una investigación en ese sentido se requiere suficiente material probatorio, precisamente para no dañar el buen nombre de las personas. No se puede actuar basándose en chismes o rumores. Eso no es serio.
El caso más reciente es el del alcalde de Barrancabermeja, Jonathan Vásquez, investigado por su presunta participación indebida en actividades políticas, en las que estaría involucrada su esposa, Laura Cristina Ahumada García, quien tiene aspiraciones al Senado de la República. Curiosamente, uno de los oponentes políticos de la señora Ahumada García es Gustavo Bolívar, el mismo que, mientras fue director del Departamento de Prosperidad Social, no dejó de usar su cuenta de X para opinar sobre temas políticos, asegurando que lo hacía en sus tiempos libres, cuando no ejercía funciones públicas.
Nota recomendada: Kevin Bury es actor y cantante, pero también es un ser humano
Pero volviendo al ejemplo: ¿hay suficientes méritos para llegar a una decisión de este tipo? ¿Está segura la Procuraduría de que esta actuación no causa un daño reputacional al alcalde de Barrancabermeja, del que difícilmente podrá reponerse, en caso de que el señor Gregorio Eljach determine que no había nada irregular?
Así mismo, pueden existir miles de casos similares, porque la Procuraduría General de la Nación se ha convertido en el coco de la función pública. Todo porque el doctor Gregorio Eljach parece decidido a convertirse en el Donald Trump de Colombia, pues actúa como si todo lo pudiera, sin medir las consecuencias.