- Un nuevo Distrito de Manejo Integrado en el Chocó será la apuesta de conservación y uso sostenible de este departamento.
(Mongabay Latam / María Lourdes Zimmermann)
El litoral del municipio del Bajo Baudó, al sur del departamento de Chocó, es uno de los ecosistemas costeros con mayor diversidad biológica de Colombia y hoy se ha convertido en una de las áreas marinas protegidas más grandes del país. El Distrito Regional de Manejo Integrado “El Encanto de los Manglares del Bajo Baudó”, como ha sido nombrado legalmente, tiene una extensión de 314 562 hectáreas y a simple vista luce como un paraíso en el que convergen la selva húmeda del Chocó con el azul intenso del mar pacífico.
Para Héctor Ibarguen Rivas, asesor de Virudó, uno de los 10 consejos comunitarios del Bajo Baudó —poblado por comunidades afrodescendientes, que por ley tienen manejo de sus territorios—, la nueva área protegida es un lugar de inmensa biodiversidad, es la ruta de migración y reproducción de tortugas y ballenas, además este territorio marino costero alberga mangles, litorales rocosos, corales blandos y, según Ibarguen, es uno de los lugares más vírgenes del Chocó.

Estas características y los nueve ecosistemas identificados por los expertos, hicieron posible que la declaratoria gestionada desde hace más de cuatro años por la Autoridad Ambiental del departamento y las comunidades, se convirtiera en el Distrito Regional de Manejo Integrado (DRMI) más grande del país.
Estas figuras de ordenamiento del territorio para la conservación y el uso sostenible de los recursos naturales en Colombia, se establecieron en 1974 con la Ley 2811 y para aquellos ecosistemas “con representación de rasgos naturales inalterados o ecosistemas alterados de especial singularidad pero susceptibles de recuperación y que beneficien directa o indirectamente a las comunidades locales o regionales”. Y ese es el caso del DRMI “Encanto de los Manglares del Bajo Baudó.
Para Neyber Obando, coordinador de áreas protegidas y ecosistemas estratégicos de la Corporación Autónoma Regional para el Desarrollo Sostenible del Chocó (Codechoco), la investigación primaria desarrollada por Organizaciones como WWF Colombia, MarViva y Corparien permitieron la definición de los objetos de conservación del distrito. “Gracias a los drones nos dimos cuenta, por ejemplo, de que teníamos ecosistemas como los bancos de arena que nunca habíamos visto”, afirmó Obando.
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Según el funcionario de Codechoco, los bancos de arena se convierten en unas barreras naturales protectoras contra los oleajes. “Para nosotros son estructuras naturales de prevención del riesgo y nos ayudan a evitar el impacto de mareas altas y el crecimiento de los ríos”, destacó.
Uno de los ecosistemas más representativos de esta nueva área protegida son los mangles del Bajo Baudó. Estos representan el 78 % de todos los manglares protegidos hoy en el país, explicó Manuel Velandia, geógrafo de la Fundación MarViva. “Desde hace cuatro años se venían investigando y hoy se está terminado el Plan de Manejo del Distrito para determinar los usos que las comunidades le deben dar a estas áreas significativas que tienen 62 000 hectáreas solo de manglar y a los demás ecosistemas”, precisó.
MarViva, organización dedicada a la investigación oceanográfica, tuvo a su cargo el mapeo de los objetos de conservación marinos en la nueva área, además del estudio del corredor de las ballenas jorobadas y de todas las especies migratorias que durante seis meses permanecen en el litoral del Bajo Baudó. Los científicos de MarViva también estudiaron la vulnerabilidad de reptiles como la tortuga verde (Chelonia mydas), la tortuga carey (Eretmochelys imbricata) y la tortuga olivácea o golfina (Lepidochelys olivacea), todas en peligro de extinción. Uno de sus hallazgos más importantes durante el crucero de investigación realizado fue el registro de corales blandos en el área marina del DRMI.

Como parte del mapeo, se identificaron durante los muestreos subacuáticos en la zona de Cabito, tres especies diferentes de corales blandos. Hasta ese momento, estos organismos solo habían sido reportados en la parte norte del departamento, mas no al sur de Cabo Corrientes. A parte de los especímenes de los géneros Pacifigorgia y Muriciea, también se registró la posible presencia del coral copo de nieve (Carijoa riisei), una especie al parecer invasora.
Manuel Velandia le explicó a Mongabay Latam la importancia de este hallazgo, teniendo en cuenta que no es usual que en el Pacífico se reporten corales blandos porque su presencia es característica del Caribe Colombiano.
LA SELVA HÚMEDA DEL CHOCÓ
Para Neyber Obando, las palmas identificadas en el Bajo Baudó son una muestra singular del buen estado de conservación de los bosques de Guandal y Mangual, ubicados en la zona de transición continental entre el Baudó y el Darién. Se ha reportado también la presencia de especies de machare (Symphonia globulifera), palma jícara (Manicaria saccifera), suela (Pterocarpus officinalis), palma naidi (Euterpe oleraceae), sajo (Camnosperma panamensis), Güino (Carapa guianensis), otobo punta de lanza (Otobo lehemanii), otobo (Dialyanthera gracilipes), palma quitasol (Mauritiella macroclada), hormigo (Miconia rutencens) y cuangare (Otoba gracilipes).
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Sin embargo, Héctor Ibarguen Rivas explicó que han detectado además, en las partes altas del distrito, la pérdida de bosque por el uso que las comunidades hacen de las especies maderables. Este problema ha provocado a su vez que algunas especies, que formaban parte de la dieta de los habitantes de la zona, se alejen. Los expertos han observado una disminución en la población de guaguas (Agouti paca), del guatín (Dasyprocta punctata), de los venados (Mazama americana) y del zaíno (Tayassu pecari). Para el líder comunitario estas especies fueron desapareciendo como consecuencia de la tala del bosque.
Una versión ampliada de esta historia fue publicada en Mongabay Latam. Puedes leerla aquí.
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