Imagen principal: un jaguar que había sido reportado por finqueros en la cuenca baja del río Bogotá, en Colombia, fue capturado y translocado en el departamento de Vichada, al oriente del país. Foto: cortesía CAR Cundinamarca
  • A mediados de octubre de 2025, la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) coordinó la translocación de un jaguar que había sido reportado por finqueros en la cuenca baja del río Bogotá.
  • La autoridad ambiental justificó la medida como una acción preventiva para proteger tanto a las comunidades rurales como al animal, ante amenazas de caza retaliativa por ataques a ganado.
  • Especialistas en fauna silvestre cuestionaron la decisión, calificándola como una intervención sin sustento científico suficiente.
  • “Al final, lo translocaron y cambiaron el discurso a un ‘rescate’, cuando acá lo que hubo fue una extracción de un individuo de su hábitat natural”, sostiene José Fernando González Maya, director de la organización ProCAT Colombia.

Tras su captura en el departamento andino de Cundinamarca, el jaguar, transportado por aire en una pesada caja de madera, finalmente toca tierra. Luego de continuar su recorrido remolcado por un tractor, el momento aparece en un video grabado por la autoridad ambiental: un cuidador retira el candado y, con ayuda de una cuerda, desliza la puerta hacia arriba. Pasan unos segundos antes de que el gran felino asome la cabeza, observe a ambos lados para inspeccionar el nuevo entorno y, tras unos pasos cautelosos, se adentre veloz en la selva del norte del departamento de Vichada, en las llanuras orientales de Colombia.

En la madrugada del 18 de octubre de 2025, la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CARcoordinó la translocación de un jaguar macho (Panthera onca) de 95 kilos, tras múltiples reportes de finqueros sobre su presencia —desde mayo pasado— en las zonas rurales de los municipios de Apulo y Tocaima, en la cuenca baja del río Bogotá. La entidad envió un equipo técnico al área, donde encontraron rastros que indicaban el paso de un felino. En junio, las cámaras trampa instaladas captaron imágenes que confirmaron la presencia del jaguar. Para inicios de septiembre se ejecutó el operativo final: el jaguar fue capturado y sometido a protocolos de vigilancia médica, comportamiento y alimentación durante un mes, antes de su traslado y liberación.

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“Nos lo decían cuando denunciaban: ‘Si ustedes no lo cogen, lo vamos a matar, porque ya nos mató dos o tres vacas, y no vamos a permitir que nos maten más’”, afirma Alfred Ballesteros Alarcón, director de la CAR Cundinamarca, en entrevista con Mongabay Latam. Por ello, la autoridad ambiental presentó este caso, oficial y mediáticamente, como un “rescate”.

Sin embargo, la decisión de translocar al jaguar no fue bien recibida por especialistas en fauna silvestre. Desde su perspectiva, la medida fue injustificada científicamente y debió considerarse solo como último recurso, priorizando antes protocolos orientados a la coexistencia entre comunidades humanas y esta especie.

La CAR Cundinamarca informó que ⁠el jaguar permaneció bajo estrictos protocolos de vigilancia médica, comportamiento y alimentación para asegurar su traslado exitoso. Foto: cortesía CAR Cundinamarca

“La respuesta de una autoridad ambiental no puede ser mover, cada vez que aparezca, un felino o cualquier otro tipo de depredador”, sostiene José Fernando González Maya, director de la organización ProCAT Colombia. “Le dijimos a la CAR, cuando nos contactó, que nuestra recomendación era hacer una intervención integral. Es decir, ir a hablar con las comunidades, dar información y llevar métodos disuasorios para evitar que el jaguar siga comiendo vacas y que las comunidades lo maten. Al final, lo translocaron y cambiaron el discurso a un ‘rescate’, cuando acá lo que hubo fue una extracción de un individuo de su hábitat natural”.

Durante el proceso de translocación intervinieron médicos veterinarios, zootecnistas, biólogos y expertos en felinos de la CAR Cundinamarca, de Corporinoquia y de la Universidad Nacional de Colombia. Foto: cortesía CAR Cundinamarca

Jaguares sin territorio

En Colombia se han identificado cinco grandes subpoblaciones de jaguares. Una se encuentra en el Chocó biogeográfico, al occidente del país, que conecta con Centroamérica; otra en la región Paramillo – San Lucas, en una zona de transición entre el Caribe y la cordillera central de los Andes; una más en la Sierra Nevada de Santa Marta, en el Caribe; otra en la Serranía del Perijá-Catatumbo, hacia el oriente y limitando con Venezuela; y, finalmente, una gran población que se extiende por la Amazonía y la Orinoquía, explica Iván Mauricio Vela, investigador titular del Instituto Humboldt e integrante de la Sociedad Colombiana de Mastozoología.

El traslado del jaguar desde la región andina hacia la Orinoquía no es solo un viaje de cientos de kilómetros: para el felino significa enfrentarse a un ecosistema distinto, con nuevas estructuras de bosque y patrones de clima, explica Vela.

“La Orinoquía tiene muchas más sabanas y serranías, que son altitudes bajas, mientras que en los valles interandinos, a pesar de que también están en zonas bajas, tienen influencia de la Cordillera de los Andes”, detalla el especialista. “Entonces la composición de las plantas, la estructura de los bosques, la precipitación, la presencia o no de cuerpos de agua, y un montón de cosas cambian, porque son biomas diferentes, son regiones geográficas diferentes del país. Por eso hay que tener en cuenta esto en el momento de mover un animal desde los Andes a la Orinoquía”.

Jaguar capturado en Cundinamarca, durante sus revisiones previas al traslado a Vichada, durante la madrugada del 18 de octubre de 2025. Foto: cortesía CAR Cundinamarca

Vela también plantea que existen diferencias físicas entre las poblaciones de jaguares del país. Los individuos más cercanos a la Amazonía suelen ser más grandes y corpulentos, mientras que en los Andes, en teoría, tienden a ser más pequeños. Este contraste genera dudas sobre los efectos individuales que pueda tener la translocación de este ejemplar.

No sabemos cómo le va a ir, por eso, para una translocación hay que tener muchas variables en cuenta para saber si es efectivo o no el movimiento del individuo de un lugar a otro”, explica Vela. “La UICN tiene un manual diseñado exclusivamente para la translocación de fauna silvestre, porque es un procedimiento muy complejo: es prácticamente una lotería, uno no sabe si le va a ir bien o no. Por eso es importante que la autoridad ambiental dé a conocer los criterios técnicos que justifican mover a un individuo”.

Jaguar macho (Panthera onca) de 95 kilos, previo a su translocación. Foto: cortesía CAR Cundinamarca

La presencia de jaguares en Cundinamarca no es algo nuevo. Años atrás, hubo registros que apuntaban a la presencia de estos felinos en la región, coinciden los especialistas.

“Hace unos siete u ocho años, registramos un jaguar en otro municipio de Cundinamarca, relativamente no tan lejos de esa zona”, describe José Fernando González Maya. “La CAR hizo cobertura de medios sobre la presencia de jaguar en la jurisdicción. Nosotros en ese momento teníamos un proyecto con ellos y la información se manejó bien, en términos de celebrar que estaba el jaguar allí. Poco después, enfrente de Cundinamarca —que se divide con otros dos departamentos por el río Magdalena, el más importante en Colombia—, cruzando el río, en la zona baja, publicamos registros de jaguar también. Es decir, hay poblaciones alrededor”, sostiene el especialista.

Personal técnico de la CAR Cundinamarca, de Corporinoquia y de la Universidad Nacional de Colombia, durante la revisión médica del jaguar. Foto: cortesía CAR Cundinamarca

El rango de distribución del jaguar se ha reducido alrededor de un 49 % en Latinoamérica, mientras que en Colombia la pérdida alcanza aproximadamente el 39 %, recuerda Laín Pardo, especialista en biodiversidad de la organización WWF Colombia.

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“Por eso, cuando ocurren nuevos registros, a los biólogos y a los ecólogos nos gusta mucho esa información: quiere decir que algo está pasando y la especie se está moviendo por territorios donde antes no se veían mucho. Lo primero que llama la atención es eso”, describe el biólogo.

Precisamente, agrega, habría que indagar las razones por las cuales este jaguar se desplazó hacia una zona con alta densidad poblacional, cercana a varios pueblos. “No es anormal tampoco: realmente la gente cree que los animales tienen que estar por allá, en sitios muy recónditos, pero no. Y la zona de Apulo, en Cundinamarca, es bastante interesante, porque allí se están dando procesos de restauración pasiva, con pasturas que se han abandonado y se restauran de manera natural”, agrega Pardo.

Y, de pronto, eso es precisamente lo que el jaguar pudo estar mostrando. “Algo está pasando y probablemente hay más cobertura forestal en donde él podía desplazarse con más tranquilidad. Iba rumbo a algún lado, pero nos perdimos esa oportunidad de saberlo; hay procesos que nos perdimos de indagar un poco más a profundidad”, concluye Pardo.

El jaguar es colocado en una caja o guacal de madera para su traslado aéreo al departamento de Vichada. Foto: cortesía CAR Cundinamarca

Siguiendo al jaguar

La autoridad ambiental confirmó a Mongabay Latam que el jaguar fue equipado con un collar de telemetría y GPS satelital, herramienta que permitirá conocer en tiempo real sus desplazamientos, comportamiento y adaptación. Además, informó que implementará un monitoreo permanente mediante cámaras trampa para garantizar el bienestar del felino y la estabilidad ecológica de la zona. Sobre el uso de la información recopilada, aclaró que no está prevista una publicación abierta de los datos, los cuales se emplearán internamente para el seguimiento del ejemplar y como insumo en futuros estudios o investigaciones.

“La zona donde él estaba no es un corredor felino. Todavía no tenemos la certeza de cómo apareció en estos municipios, que son densamente poblados, donde el distrito capital tiene cerca de 10 millones de habitantes”, explica Ballesteros Alarcón, director de la CAR Cundinamarca. “Desafortunadamente, cuando se da el avistamiento de esta clase de especie, también aparecen los cazadores a querer llevarse el ‘trofeo’. Por eso hablamos de ‘rescate’, porque, de no haberlo localizado pronto y haberlo llevado, y luego liberado, seguramente los cazadores lo habrían matado o los finqueros, en defensa de sus animales”.

El jaguar en su llegada al sitio de liberación, en el norte del departamento de Vichada, donde la autoridad ambiental y sus especialistas referenciaron la presencia de otros jaguares. Foto: cortesía CAR Cundinamarca

Para definir el lugar de la translocación, la CAR Cundinamarca solicitó la colaboración de la Corporación Autónoma Regional de la Orinoquia (Corporinoquia). “Es la autoridad que tiene jurisdicción en el corredor felino de la Orinoquía y con sus expertos se identificó el sitio exacto en donde se debía liberar. La Fuerza Aérea colaboró en el traslado del jaguar en avión hasta un punto y, desde allí, fueron varias horas en vehículo para poder llegar al sitio que la autoridad ambiental nos indicaba como adecuado para su liberación”, detalló el funcionario.

Ballesteros Alarcón aclaró que, aunque la CAR Cundinamarca trabaja actualmente en iniciativas como el “Corredor de los Felinos del Río Negro” —una nueva área protegida, ubicada en los municipios de Yacopí y Caparrapí, donde se han logrado acuerdos de conservación de varias especies con las comunidades—, trabajar en la coexistencia en la zona donde este jaguar fue capturado, no fue una opción debido al posible riesgo de cacería retaliativa, e insistió en que “el jaguar no es oriundo de esa zona, porque no es un corredor ecosistémico de jaguares. Él allí no tenía especies silvestres con las cuales alimentarse porque es una zona densamente poblada”.

El primer vistazo del jaguar al sitio de translocación. Foto: cortesía CAR Cundinamarca

Crear paisajes de coexistencia

Los expertos consultados coincidieron en que uno de los mayores retos en la conservación de grandes carnívoros es promover paisajes de coexistencia, donde las comunidades humanas desarrollen percepciones positivas frente a la presencia de estas especies. Este trabajo, señala Iván Mauricio Vela, solo es posible mediante un reiterado proceso de diálogo y educación comunitaria.

En esa línea, el Grupo de Especialistas en Interacciones entre Humanos y Vida Silvestre de la UICN elaboró un manual de coexistencia, que propone los pasos para manejar de manera responsable y sostenible la relación entre las comunidades y la fauna silvestre.

El jaguar se interna en la selva del norte de Vichada, en las llanuras orientales de Colombia. Foto: cortesía CAR Cundinamarca

“Ahora que ocurrió la translocación, es muy importante que se documente e invitamos a la autoridad —dentro de su independencia— a que estos datos sean públicos: será el primer ejercicio de telemetría de un jaguar sobre cálculos de rango de hogar”, señala Vela. Es decir, un estudio que permitirá conocer cuánto se mueve un animal dentro de su área habitual de actividad, pudiendo obtener datos del área que utiliza, un ejercicio sin precedentes en Colombia.

“Es invitar a un proceso de ciencia abierta —concluye Vela—, que desde muchas orillas académicas estamos invitando continuamente a todas las organizaciones, gobiernos e instituciones para que haya ese cooperativismo académico y científico, y que esto se dé a conocer”.

Imagen principal: un jaguar que había sido reportado por finqueros en la cuenca baja del río Bogotá, en Colombia, fue capturado y translocado en el departamento de Vichada, al oriente del país. Foto: cortesía CAR Cundinamarca.

El artículo original fue publicado por Astrid Arellano en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.

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