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La lucha para salvar al cóndor andino

El último censo técnico del cóndor andino en territorio ecuatoriano contabilizó 93 ejemplares y estimó una población de entre 94 y 102 individuos.

Mongabay Latam / Marlon Puertas

El 12 de abril de 2014 fue encontrado un cóndor andino (Vultur gryphus) muerto en los páramos cercanos a la laguna de Sayabambo, en la provincia de Napo, en el Oriente de Ecuador. El ejemplar fue bautizado como Felipe por el primer hombre que acudió en su búsqueda.

Ese cóndor andino fue el primer individuo de esta especie en ser liberado y monitoreado con un rastreador satelital y bandas alares de identificación. Así se pudo ubicar el lugar exacto donde yacía muerto, después de que la señal del rastreador marcara un punto fijo durante algún tiempo. Eso encendió la alarma de quienes monitoreaban su vuelo.

A Felipe lo mató un proyectil. Aunque se iniciaron investigaciones judiciales, no se pudo determinar quién fue el responsable. Es muy complicado si no existen testigos o evidencias que a veces son proporcionadas por los mismos culpables. Eso pasó con un caso emblemático en Ecuador, ocurrido en 2013 en la provincia de Azuay. Un hombre mató un cóndor y orgulloso de su faena subió fotos a las redes sociales posando con el animal.

Gracias a esas imágenes, el hombre fue identificado, detenido, juzgado y condenado a seis meses de prisión, lo que para el fiscal que llevó el caso, Lizardo Martínez, fue una condena menor que lamentaba y que se dio porque el acusado aceptó su culpabilidad.

El Código Integral Penal ecuatoriano contempla hasta tres años de cárcel para quienes maten animales amenazados o en peligro de extinción, según el artículo 247 que sanciona los delitos contra la flora y fauna silvestres.

El cóndor andino ha sido vícitma de la caza. Foto de la fundación Galo Plaza

Esta ave ha sido víctima de un incesante exterminio por parte del hombre. Cazar un cóndor andino en los años 60 y 70 era considerado casi un acto heroico que se resaltaba hasta disecando el animal para luego lucirlo en las grandes haciendas. No existía entonces conciencia alguna para su conservación. Esa vieja costumbre ahora prácticamente ha desaparecido. Y ya nadie se jacta en las redes sociales de haber matado con un disparo a esta imponente ave.

Rey de los Andes

En Ecuador, la primera alerta oficial sobre el estado del cóndor andino por parte de un gobierno se dio en 1991, pero lo único que hizo el Ministerio de Agricultura, encargado en esa época de estos temas, fue declarar al 7 de julio de cada año como el Día Nacional del Cóndor para intentar crear conciencia. No más. En el Libro Rojo de las Aves del Ecuador (Granizo, año 2002) se indicó que está considerado como una especie en Peligro Crítico de Extinción, la alerta máxima, lo que fue registrado en el Apéndice I de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora silvestres (CITES).

Pese a los diagnósticos preocupantes, el tema no era considerado prioritario. Recién en 2009 el gobierno de Rafael Correa decidió hacer oficial, con publicación en el Registro Oficial de las leyes, la Estrategia de Conservación del Cóndor Andino en Ecuador.

Último censo del cóndor andino contó 93 individuos en Ecuador. Foto de la Fundación Galo Plaza

La mayor acción concreta de rescate vino desde el sector privado, con los permisos de la oficina de Ambiente. Diversos refugios que recibían cóndores heridos y en malas condiciones decidieron unirse para cuidar a la especie y procurar su reproducción. Allí están el Zoológico de Quito, el Proyecto Cóndor Huasi de la hacienda Zuleta, el Parque Cóndor de Imbabura, el Zoológico San Martín de Baños y el Centro de Rescate de la Hacienda El Ilitío de Cotopaxi. Se contó, además, con la participación de The Peregrine Fund, una organización internacional sin fines de lucro con sede en Estados Unidos dedicada a la conservación de las aves.

Max Araujo, del Zoológico de Guayllabamba, en Quito, recuerda los pasos iniciales en conversación con Mongabay Latam. El primero fue intentar saber cuántos de estos animales volaban en Ecuador, ya que nunca se había impulsado una iniciativa de este tipo. “Solo en libros había relatos antiguos de cientos de cóndores volando por el volcán Antisana”, explica.

En Ecuador se han establecido varias estimaciones poblaciones del cóndor andino. Estas difieren en el alcance geográfico de los conteos así como también en los métodos y muestreos utilizados, lo que no permitía realizar comparaciones de sus resultados. En 2009 y en 2012 se realizaron sendas evaluaciones para intentar determinar su número. El resultado fue de 50-54 individuos en estado silvestre y 18 en cautiverio, según las cifras que presentó el Ministerio de Ambiente.

Un paso fundamental en la estrategia de conservación se dio en 2014. Ese año, por primera vez, se pusieron rastreadores satelitales y bandas alares a once individuos, con el apoyo de The Peregrine Fund, que dotó de los instrumentos. Los resultados fueron inmediatos. Se han podido determinar los lugares por donde vuelan y donde reposan los cóndores, llamados dormideros. Con los rastreadores también se ha podido acudir en rescate de los animales que alteraron su patrón de comportamiento, generando señales de alarma. Finalmente, y con todos los organismos públicos y privados involucrados en la tarea, se realizó en 2015 el primer censo técnico del cóndor andino en Ecuador. Se contaron 93 cóndores y se estimó una población entre 94 y 102 individuos. Esta estimación tiene un porcentaje de confianza del 90 %.

El informe completo del censo de cóndores fue efectuado entre el 29 y 30 de septiembre de 2015, con 163 observadores voluntarios que completaron 840 horas de observación en 70 dormideros ubicados en 11 provincias del país.

La cifra detectada en el censo del cóndor andino en el Ecuador equivale al 0,9 % de la población mundial.

Los especialistas, como Max Araujo, explican que el incremento de la cifra, a diferencia de estimaciones anteriores, se da porque el último censo tuvo los requerimientos técnicos para un trabajo de este tipo. Incluyó, por ejemplo, muchos más voluntarios y personal brindado por el Ministerio de Ambiente para distintas zonas del país, que hicieron el monitoreo durante dos días. Con el censo simultáneo de cóndores en los dormideros se evitó el registro de los individuos más de una vez durante la jornada de censo.

Conservación y liberación

El reto que se han planteado los grupos de conservación del cóndor es sacarlo del grupo de especies en riesgo. Un reto a largo plazo, por cierto. Estas aves no se reproducen fácilmente pues recién a los 10 años de vida comienzan a buscar pareja. Con el detalle de que son monógamas, incluso al extremo de que si quedan solas por alguna circunstancia, no buscan una nueva compañía cuando rebasan los 30 años, a lo que se suma que ponen un huevo cada dos años, según explica Martín Bustamante, director ejecutivo del Zoológico de Quito.

Diversas instituciones trabajan para preservar al cóndor andino en Ecuador. Foto del zoológico de Quito

Max Araujo estima que si los planes avanzan bien, recién en 50 años más se podría analizar si el cóndor ya no se encuentra en alerta. “Es un proceso que tomará su tiempo por su escasa reproducción. De ahí la importancia de crear conciencia para desterrar definitivamente su caza”.

Martín Bustamante explica a Mongabay Latam que la misión de los centros de refugio de cóndores no es mantenerlos en cautiverio. O bajo cuidado, como prefieren decir. Están allí porque fueron rescatados, porque los encontraron heridos o porque volver a sus hábitats naturales ya no es tan factible debido a que se acostumbraron a ser alimentados por los humanos. El objetivo es devolverlos a su libertad cuando estén listos. Mientras tanto, se intenta reproducirlos, lo que no resulta sencillo cuando estos animales tienen un proceso de cortejo que puede durar dos años. Pero ha ocurrido y en Ecuador han nacido cóndores en cautiverio. Solo en el zoológico de Quito han nacido cinco.

La liberación, en cambio, tiene otras aristas. Bustamante resalta que en noviembre de 2016 soltaron tres ejemplares juntos, porque liberar de uno en uno no es lo más recomendable para su supervivencia debido a que estando en grupo sería mejor la adaptación a su hábitat. “Y se cuidan entre ellos, buscan comida juntos”, complementa Araujo. Los tres animales, nacidos en cautiverio, tenían rastreadores que permitían determinar su comportamiento y gracias a eso pudieron rescatar a una hembra, bautizada como Quillari, que se encontraba en malas condiciones. Posiblemente no se adaptó, no buscaba sus alimentos, y fue devuelta al zoológico en donde se quedará permanentemente con el plan de que tenga pareja.

Los otros dos eran machos. Uno murió con neumonía, posiblemente debido a las bajas temperaturas a las que ya no estaba acostumbrado. El otro desapareció sin dejar rastro. No se sabe con certeza qué pudo haber ocurrido con él. Martín Bustamante explica que pudo dañarse el rastreador o que el animal haya muerto y que su cuerpo se encuentre en un espacio sin luz solar, que es con lo que funcionan estos dispositivos. En todo caso, es un balance que demuestra la complejidad del proceso de devolución a la naturaleza de un animal que vuela alto. Con el agravante de un problema general: la destrucción de los hábitats por la acción del hombre. Las plantaciones, cultivos, el uso de pesticidas, atentan con sus espacios. Y la cacería, que aunque no se ha evidenciado con pruebas los últimos años, no se descarta que continúe por lo complicado que resulta su control.

El Ministerio del Ambiente detecta como los principales factores de amenaza al cóndor a la cacería por exterminación, la cacería deportiva, la destrucción de su hábitat, el envenenamiento y añade otro factor más: la desaparición de las mayores especies de vida silvestre, sobre todo del ganado cimarrón de los páramos, especie que cuando muere se convierte en el alimento de los cóndores, como ave carroñera que es.

Desde 2013, en Ecuador se han liberado 11 cóndores, según el Ministerio de Ambiente. A todos se les pusieron bandas aleares y a seis de ellos también un GPS. La mayoría tuvo un retorno exitoso a la naturaleza, mientras podía continuar el monitoreo satelital. A algunos ya se les perdió el rastro debido a que los instrumentos cumplen su vida útil. De dos se sabe que cruzaron la frontera y llegaron a Perú.

Varios individuos han sido liberados en los últimos años. Foto de Juan Manuel Carrión, de la Fundación Zoológica de Ecuador.

En el Parque Cóndor, ubicado en el cantón Otavalo, provincia de Imbabura, existen actualmente cuatro cóndores, entre ellos una pareja de 11 años el macho y 9 la hembra, de la que se espera se reproduzcan a mediano plazo. Aquí también hubo una experiencia de liberación con Polito, en 2013, que voló con su rastreador satelital respectivo, dispositivo que suele tener una vida útil de dos años.

El Parque Cóndor abrió sus puertas hace diez años y es un proyecto que se sustenta solo, gracias a las visitas que recibe. Ha recibido apoyo de Estados Unidos y varios países europeos. El siguiente paso es renovar los rastreadores en los animales para continuar siguiéndoles el rastro. El Ministerio de Ambiente, por el momento, marca las directrices y apoya con logística –para el censo de 2015 fue esencial esto–, pero no ha destinado fondos. El trabajo que se hace con estos animales sigue siendo casi un voluntariado que se sostiene en el deseo de mantener en los cielos al ave.

El Ministerio de Ambiente de Ecuador resalta que por primera vez se desarrolla una iniciativa integral de conservación del cóndor, bautizada como el Grupo Nacional de Trabajo del Cóndor Andino, que incluye los esfuerzos del sector público y el privado. Y destaca entre las acciones emprendidas el reforzamiento del control y monitoreo en las zonas de áreas protegidas, la capacitación a guardaparques, campañas de sensibilización y educación en lugares de avistamiento de las aves, así como la realización de investigaciones sobre la ecología, biología y comportamiento del animal.

Una opinión externa, en cambio, mantiene su escepticismo respecto a los verdaderos resultados que se obtengan de esta lucha por la supervivencia de estas aves. Lorena Bellolio, presidenta de Protección Animal Ecuador, casi los ve condenados a su extinción. A Mongabay Latam dijo que “esto parece una caída libre. Yo no sé si mis nietos podrán ver un cóndor. Se dice mucho acerca de la protección de estas especies, pero esto no puede ser solo un trabajo de voluntarios. ¿Qué pasaría si los voluntarios ya no están? Si no fuera por ellos, el cóndor ya habría desaparecido. La problemática con el cóndor, al igual que todas las especies en peligro de extinción, es que en teoría dicen estar protegidas, pero en la práctica no es verdad. A los animales, el ecosistema y la naturaleza en el Ecuador no se los valora. Es una lucha contra la corriente”.

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