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Bosques caídos: ¿Cuál es el impacto de una colonia menonita en la Amazonía del Perú? | Reportaje fotográfico

DEFORESTACIÓN. Campos de cultivo sobre territorio que ha sido bosque primario. Foto: Sebastian Castañeda.

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Su arribo fue progresivo desde el 2014, cuenta uno de los protagonistas de esta migración, Isaac Zacharías Klassen, el patriarca de esta colonia y uno de los primeros en instalarse en tierras peruanas luego de dejar Bolivia.

Tras su llegada, empezaron a comprar predios ubicados en pleno bosque, que habían sido parte de un sistema de entrega irregular de tierras, como lo reveló Mongabay Latam en un reportaje publicado en abril de este añoAlrededor de 2000 hectáreas de bosques que terminaron en manos de la colonia menonita. Siete años después, por lo menos la mitad de ese espacio de selva ha desaparecido.

 

MAQUINARIA PESADA. Tractores circulan constantemente por las vías que se han abierto en el territorio ocupado por la colonia menonita. Foto: Sebastian Castañeda.

 

TRÁNSITO CONSTANTE. En un recorrido por la carretera Masisea-Imiria se puede ver a los menonitas conduciendo sus tractores y otra maquinaria que utilizan para sus cultivos. Foto: Sebastian Castañeda.

 

Las fotografías registradas en la zona muestran las marcas en el bosque, las mismas que hoy son parte de una investigación de la Procuraduría Pública del Ministerio del Ambiente y de las Fiscalías Especializadas en Materia Ambiental (FEMA) de Ucayali y Loreto. Según las primeras indagaciones, se habría arrasado en total con más de 2500 hectáreas de bosques sin contar con autorización alguna.

CULTIVOS POR BOSQUES. Los bosques en la carretera Masisea Imiría son ahora campos de cultivo en manos de la colonia menonita de Masisea. Foto: Sebastian Castañeda.

Durante varios días, Mongabay Latam recorrió la carretera que va desde Masisea hasta el Área de Conservación Regional Imiría, en cuya ruta están los predios ocupados por los menonitas. Inmensos espacios de bosque despejados pueden verse a ambos lados de la vía.

Las imágenes de dron muestran los inmensos campos de cultivo, principalmente de arroz, rodeados aún por tupidos bosques primarios.

 

VÍAS INTERMINABLES. Los predios de los menonitas se suceden a lo largo de la carretera que va de Masisea hacia Area de Conservación regional Imiría. Foto: Sebastian Castañeda.

 

BOSQUE DESPEJADO. En medio del bosque de Masisea se observa los campos de cultivo de la colonia menonita establecida en este distrito. Foto: Sebastian Castañeda.

 

La deforestación causada por los menonitas también ha llegado a dos comunidades indígenas del pueblos shipibo: Caimito y Buenos Aires. En ambas se otorgaron predios individuales dentro de los territorios comunales durante el proceso irregular de entrega de terrenos que realizó la Dirección Regional Sectorial Agricultura Ucayali (Drsau) en el año 2015. Estos predios fueron inscritos a nombre de personas que ahora no recuerdan en qué momento se convirtieron en propietarios.

En los límites de la comunidad de Buenos Aires se puede observar cómo han sido tumbados inmensos árboles que estaban dentro del territorio comunal.

COMUNIDADES SHIPIBO. La comunidad nativa Caimito ha perdido por lo menos 200 hectáreas de bosques primarios, aseguran los líderes indígenas. Foto: Sebastian Castañeda.

Cuatro predios en la comunidad nativa Caimito y 25 en la comunidad nativa Buenos Aires fueron parte de la entrega irregular de predios, según las fichas catastrales que registró la Drsau y el Sistema Catastral para Predios Rurales del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (SICAR).

Son más de 800 hectáreas de bosques de las comunidades las que han sido entregadas a la colonia menonita, aunque solo una parte de ellas fue deforestada gracias a la reacción de los comuneros que denunciaron la tala ilegal que estaba ocurriendo en su territorio.

Ahora ambas comunidades han iniciado un proceso para que se anule la entrega de esos predios individuales que se superponen con sus territorios.

MADERA ARRASADA. Un árbol talado dentro del territorio de la comunidad nativa Buenos Aires. Foto: Sebastian Castañeda.

 

ENTREGA IRREGULAR. Varios predios individuales fueron entregados dentro del territorio de la comunidad nativa Caimito. Foto: Sebastian Castañeda.

 

DEMARCACIÓN. Un letrero marca el límite de la comunidad nativa Buenos Aires. Foto: Sebastian Castañeda.

 

Tractores manejados por jóvenes menonitas y carretas tiradas por caballos han sido también registrados en el área, imágenes que son parte del paisaje cotidiano de esta comunidad que se ha instalado en Masisea.

Ingresar a la vida del pueblo menonita no es una tarea fácil. En general, optan por vivir apartados y mantienen férreamente sus costumbres que se reflejan en su forma de vestir, de construir sus viviendas y de mantenerse al margen de la mayoría de los avances tecnológicos como el uso de celulares.

ARROZ Y SOYA. La colonia menonita en Masisea se dedica actualmente al cultivo de arroz y soya. Foto: Sebastian Castañeda

Sin embargo, ese rechazo a la tecnología no les impide adquirir maquinaria moderna para sus actividades agrícolas. Así, en todos los predios de la colonia instalada en Masisea hay por lo menos uno de estos vehículos y en toda la ruta son muchos los tractores con los que se puede cruzar quien ingresa al territorio ocupado por los menonitas.

 

NUEVO HOGAR. Los menonitas se han establecido en los bosques de Masisea. Foto: Sebastian Castañeda.

 

COLONIA MENONITA. Predios de la colonia menonita de Masisea. Foto: Sebastián Castañeda.

 

En el artículo Menonitas y el ambiente en América del Sur, Marc Dourojeanni, profesor emérito de la Universidad Nacional Agraria, menciona el uso muy intensivo de agroquímicos de todo tipo, incluidos abonos minerales, así como pesticidas, herbicidas, fungicidas, nematicidas y otros agrotóxicos de uso común en la agricultura intensiva, además del uso de «semillas transgénicas siempre que pueden».

Las fotografías muestran cómo la intervención del bosque amazónico es cada vez más visible.

Imagen principal: Un tractor sumergido en medio de los campos de arroz de una colonia menonita. Foto: Sebastián Castañeda Vita.

El artículo original fue publicado por   Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí. 

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