- Frutos selváticos y turismo de naturaleza son potenciales productos y servicios de la biodiversidad colombiana.
(Mongabay Latam / Guillermo Rico)
Sentada en las gradas de la cancha múltiple de San Antonio de Getuchá, corregimiento de Milán, a orillas del río Orteguaza, en el nororiente del departamento de Caquetá (sur de Colombia), María Elvira Gasca se queja porque no hay trabajo, las oportunidades escasean y la ayuda gubernamental no llega.
Como muchos otros habitantes de la Amazonía colombiana, esta mujer de 59 años, con 3 hijos y 6 nietos, podría verse beneficiada de la gran biodiversidad que la rodea a través de algún emprendimiento en biocomercio sostenible. María Elvira subsiste en gran parte gracias al dinero que recibe su esposo como recolector de café en Acevedo, departamento de Huila (sur de Colombia), a casi cuatro horas de viaje de su lugar de residencia.

Desde hace años se habla en Colombia de biocomercio sostenible, que se considera como una estrategia para la conservación y el desarrollo. Por biocomercio se entiende el conjunto de actividades de recolección o producción, procesamiento y comercialización de bienes y servicios derivados de la biodiversidadnativa bajo criterios de sostenibilidad ambiental, social y económica. El Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible incluso contempla dentro de su área de trabajo una iniciativa para promover los negocios verdes y sostenibles. Pero los pocos proyectos de biocomercio sostenible que han tenido continuidad en Colombia no son representativos de la gran biodiversidad del país.
La Corporación Biocomercio Sostenible viene trabajando en el tema en Colombia. Pero no es una tarea fácil. Según Laura Alzate, investigadora de esta organización, el biocomercio sostenible puede ser viable pero requiere de un trabajo previo con la comunidad. “Es preciso identificar qué hay para hacer, qué se puede hacer con la gente. Es necesario hacer previamente una identificación de productos de la biodiversidad. También se debe compaginar con lo que la gente quiere y sabe hacer”, dijo a Mongabay Latam.
En todo caso, la riqueza biológica de Colombia representa una oportunidad para su desarrollo. Colombia es, sin lugar a dudas, un país megabiodiverso. Según el Sistema de Información sobre la Biodiversidad de Colombia, en su territorio hay 56 343 especies, de las cuales 9153 son endémicas.
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Para el reconocido ambientalista Manuel Rodríguez Becerra, “esta enorme riqueza evidencia un gran valor económico de la biodiversidad, gracias a sus usos actuales y potenciales para la seguridad alimentaria y la salud de la humanidad, y su importancia ecológica y económica a nivel local”.
USO INSOSTENIBLE
Un tití bebeleche (Saguinus fuscicollis) mira receloso entre las ramas de un arbusto de una de las cuadras principales del municipio de Solano, en el departamento de Caquetá. Su propietaria afirma orgullosa que es un animal muy manso porque lo capturó desde pequeño. Sostiene además que quisiera hallarle pareja muy pronto.
A 561 kilómetros de Solano sucede una escena muy parecida: en un pequeño corral, un pisingo (Dendrocygna autumnalis) juvenil, con las plumas recortadas, se debate con evidente tristeza entre patos domésticos. “Bonito el patico que me conseguí”, afirmó con total desparpajo Juvenal, mayordomo de una finca en Honda, departamento de Tolima (centro de Colombia). El hombre confiesa que lo capturó de una parvada silvestre que divisó hace unas semanas en una laguna cercana. Ambos casos son evidencia del uso insostenible que a lo largo y ancho del país se le da a esa inmensa riqueza biológica que caracteriza al territorio colombiano.

Este panorama es también una constante en otros grupos biológicos. El tráfico de fauna silvestre es una de las causas más importantes de la pérdida de la biodiversidad en Colombia. Incluso en zonas como el Chocó biogeográfico (occidente del país), la Amazonía (sur del país) y el Catatumbo (oriente del país) este modelo extractivista ha llevado a un estado de amenaza a numerosas poblaciones silvestres de flora y fauna. Por esta causa especies como abarco (Cariniana pyriformis), almendro (Dipteryx oleifera), comino (Aniba perutilis), rana de cristal (Nymphargus chami), rana marsupial (Hemiphractus fasciatus) y tapir (Tapirus bairdii) tienen algún grado de amenaza.
Este horizonte no es para nada halagüeño: las cifras de pérdida de biodiversidad reportadas recientemente en Colombia evidencian el uso insostenible y de carácter extractivo que se le están dando a los recursos biológicos en el país.
Es de esperarse entonces que la Política Nacional de Biodiversidad de Colombia reconozca causas directas e indirectas de su pérdida, dentro de las que se incluyen la transformación de hábitats y ecosistemas naturales (producto principalmente de la ampliación de la frontera agrícola y la construcción de obras de infraestructura, la introducción de especies foráneas e invasoras y el aprovechamiento no sostenible de las especies silvestres de fauna y flora.
Una versión ampliada de esta historia fue publicada en Mongabay Latam. Puedes leerla aquí.
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