La mayor parte de estas historias escritas nacen de conversaciones y experiencias que se han vivido y aún se conservan en el sector minero. Donde todos los días me pregunto: ¿el Estado no ha entendido cuál debe ser la ruta ganadora de la minería en Colombia?.
En una tarde soleada y calurosa en la planta de Cerromatoso (Colombia) hace una década, se estaba restructurando el alto horno. El objetivo principal era la reconversión y adaptación del proceso metalúrgico a las nuevas condiciones de los materiales “minerales”, los cuales cambiaron respecto a las especificaciones iniciales del proyecto. En aquel entonces se mencionaba con bombos y platillos por parte del gobierno central y sus instituciones, la gran inversión para el Alto San Jorge (Cordobá) y sus municipios aledaños. Se hablaba de una cifra superior a los USD 240 millones de dólares.
Ricardo García un colega y gran amigo de muchos años, me cuenta que esa tarde pasaba en la camioneta frente a la planta, donde el movimiento en la demanda del personal era sorprendente, muchos contratistas de la región y de otros rincones del país. Además, el gran requerimiento de mano de obra especializada de varias parte del mundo. De repente se encuentra con uno de los ingenieros encargados del montaje, de esa conversación nace la historia: de dónde viene el ladrillo.
Los altos hornos utilizan unos ladrillos que son incrustados alrededor de él. A esos ladrillos se les llama refractarios. Dentro de sus funciones, permiten evitar que el horno al ser calentado cuando se procesan los minerales sufra fisuras. Al final Ricardo le pregunta al ingeniero: ¿y ese poco de ladrillos de donde lo traen?. De Brasil le responde el ingeniero, por lo que veo; valen más que la mano de obra contratada no calificada que trabaja en estos momentos. No me imagino cuánto cobran los alemanes, finlandeses y demás expertos internacionales. Con lo que se les paga a ellos, debe cubrirse la nómina anual de cualquier Unidad de Negocio de la empresa. Para cerrar la conversación, el ingeniero le responde: tienes toda la razón.
Como podemos analizar, el grueso de las inversiones mineras realizadas en Colombia se traslada directamente hacia los países que generan el desarrollo en la prestación de servicios tales como: maquinarias, partes tecnológicas y profesionales altamente capacitados. Y de manera indirecta como arte de magia, se esfuma y desaparece en el tiempo la prestación de servicios calificados y no calificados.
Finalmente, mucho se habla de minería bien hecha en el país. La gran pregunta es la siguiente: ¿qué esperan para cambiar el modelo de las inversiones mineras en Colombia con otro sentido redistributivo como lo hacen los países mineros?. Necesitamos que los próximos proyectos mineros dejen huellas directas como lo hizo Acerías Paz del Río en su época, además de ser el único hasta la fecha que ha transformado nuestros recursos naturales en producto final, generando un impacto directo en su entorno, como: parques industriales, sector del cemento, metalmecánica, ensambladoras de carrocerías entre otros. Sin manufactura no se desarrolla la experticia necesaria para soñar en un mañana diferente, como lo es; la creación de servicios especializados y productos tecnológicos diversificados de la minería para el resto del mundo.