La Academia de la Lengua parece ser la que más entiende de teoría económica, pues define al royalty como “la cantidad que se paga al propietario de un derecho a cambio del permiso para ejercerlo”. José Gabriel Palma
Por estos días del estallido social en Colombia, se escucha y se lee en las redes sociales: la empresa Cerrejón es una mina de carbón a cielo abierto, ubicada en el norte de Colombia, le aporta al Estado más 4000 mil millones de pesos colombianos día. Tal vez el mensaje tiene muchos matices, uno de ellos tiene que ver con el compromiso de la empresa por lo que aporta, reitero con este análisis que hago, es que no estoy en contra o a favor de una empresa (soy independiente hace más de 8 años, también pago impuesto, he pagado nomina, algunos conocen que es estar en la selva sin las cuatro C*, no es nada fácil).
Otro tema relacionado con esto, es el agradecimiento y el favor, casi convertido en un culto, porque la mayor parte de las empresas aprovechan los recursos natrales de los colombianos sin transformarlo (cero diversificación vertical), donde todos esperan que, por lo menos cumpla la Constitución del 91 (Artículo 360) y el Código de Minas “Ley 685 de 2001 referente al uso, beneficio y contraprestación de los recursos naturales que se encuentra en el subsuelo del Estado», que es; pagar por ese permiso para ejercer. ¿Por qué dar las gracias?.
A continuación, un ejemplo para seguir aclarando el concepto de regalía:
“Imagínense el dueño de un taxi, donde su conductor al final de la jornada laboral le dijera: yo te pago parte del producido. Lo más probable es que si no están de acuerdo las partes, el propietario le retire el taxi, así lo expresa mi gran amigo Ricardo García Barbas, donde además, sugiere que el propietario debería ser el conductor”. De esta manera generaría mayores utilidades, como lo hace: Singapur, Noruega, Chile, Nueva Zelanda entre otros países “son los timoneles, administradores y gestores de sus riquezas naturales”. Hoy con los fondos soberanos de inversión más importantes del mundo, todo, por conducir sus propios recursos. Sencillamente, el Estado le brinda el taxi a la empresa, ella lo administra, genera sus ingresos y utilidades, y al final debe cumplir con la contraprestación “el pago equitativo de las regalías”. Tomado: El taxi minero y las regalías
Todos han escuchado de nuestros antepasados el concepto de: sentido de pertenencia y no patear la lonchera, donde nuestros abuelos, padres, tíos, hermanos, primos y el entorno social donde nos levantamos “el ambiente”, vital y transcendental para des-aprender y re-aprender. El cual ha calado muy bien en la cultura e idiosincrasia colombiana. Se trata de una costumbre que le hace culto al agradecimiento, a dar las gracias por todo, donde el dinero que se obtiene producto del esfuerzo es debido a la empresa que lucha por nuestro bienestar, así como lo oyen “en tierra de ciego, el tuerto es rey”.
Por otra parte, «las regalías» han sido el talón de Aquiles de una sociedad huérfana dependiente a ese tributo que lleva décadas en revertir nuestra obscena y autoconstruida desigualdad, la cual se ha convertido en el muñequito de batalla, para convencer a todos de la importancia del sector de los minerales, en pocas palabras, es la joya de la corona de toda empresa, ni siquiera del gobierno, para “intimidar” a una sociedad que la condicionan a caminar en el sendero de la necesidad “del desespero”. Donde los mismos trabajadores repiten y repiten: es que la empresa paga el salario a sus trabajadores, además aporta impuestos y regalías, y de ñapa hace el cierre y poscierre del proyecto. Hágame el favor ¿y entonces quién debe hacerlo?.
Para finalizar y contextualizar la definición de la Academia de la Lengua, es claro que; el oro, cobre, flores, café, esmeraldas, petróleo, carbón, gas, biodiversidad, pisos térmicos, viento, radiación solar, agua continental-oceánica y demás riquezas, son de la sociedad colombiana, y que las empresas deben cumplir calladitas, y dejar de sacar pecho por el pago de un derecho a cambio del permiso para ejercerlo.
A todas y todos por un segundo dejen de verse el ombligo y cambiar el Respice Polum del expresidente Marco Fidel Suárez que lleva más de un siglo, el mundo de hoy tiene una visión periférica con pragmatismo «mirando todo el tiempo hacia el futuro», es mucho pedir.
*Las cuatro C: compadrazgo, cuate, cómplice y camadería.