Minería sin escape

Publicado el Juan Daniel Angulo Argote

El departamento de Boyacá (Colombia) y Francia: “distribución, productividad de la tierra y sus impactos sociales”

“La Francia republicana, país de “pequeños propietarios”, vuelto igualitario gracias a la Revolución no necesita para nada un impuesto progresivo y expoliador sobre el ingreso o sobre las sucesiones”. El capital en el siglo XXI, pág. 46

En cada instante de mi transitar se generan dudas, al final terminan en preguntas, las cuales trato de encontrarles posibles respuestas. Para descifrarlas, necesito de antemano el saber y el sentir crítico, en temas de economía, historia y las ciencias sociales. Todo esto me ha permitido construir la siguiente premisa social: “empatía-solidaridad-desigualdad-pobreza-violencia-criminalidad”. Como siempre, mi foco ha sido “la desigualdad”, una palabra muy común en mis columnas. La desigualdad es la razón y el origen de casi todos los conflictos que vive el territorio nacional “la raíz del problema”, desde lo económico, social y ambiental, finalizando con la violencia y la criminalidad (está ultima viene de la mano con el narcotráfico, pero su origen es la desigualdad). El economista internacional Antón Costas siempre lo ha expresado; la desigualdad es más peligrosa que la pobreza.

El 28 julio de 2019 se publica la columna: “Antioquia, Boyacá, Cesar y la Guajira: desigualdad, pobreza y violencia”. Leer:https://blogs.elespectador.com/medio-ambiente/mineria-sin-escape/antioquia-boyaca-cesar-guajira-desigualdad-pobreza-violencia. Planteando la siguiente hipótesis: los orígenes de la desigualdad-pobreza-violencia de estos 4 departamentos, se fundamenta en la relación superficie “tamaño” de cada departamento (km2) vs número de municipios. Como conclusión final; la brecha de la desigualdad es directamente proporcional cuando se tienen pocos municipios en grandes superficies, allí radica el gran problema de la sociedad colombiana. Por fin entiendo del por qué, el departamento de Boyacá es diferente, a que se debe esa tranquilidad. Son cerca de 23 años ligado a este hermoso lugar, más de la mitad de mi vida, “sangre valduparense y alma boyacense”. Donde las razones de su prosperidad parten de la distribución y productividad de la tierra. Además, para aclarar; los boyacenses no son más, ni menos iluminados que el resto de los colombianos, pero algo que los caracteriza, y aún conservan desde la independencia, es su lucha social inalcanzable por sus derechos, no se detienen, segundo a segundo fortalecen su democracia.

Recuerdan la frase del expresidente Santos en agosto de 2013: “El tal paro agrario no existe”, pues si existe señor, paralizaron todo un país. Boyacá es la despensa alimentaria de Colombia, la razón: su adecuada subdivisión del territorio, su pasión a la vocación agrícola y la democracia más fuerte del país. ¿Será posible desarrollar cultivos ilícitos en algún departamento del país, cuando la tierra está bien distribuida y se es productiva?. En Boyacá no es posible.

Retomando la frase al inicio de esta columna “Francia un país de pequeños propietarios”, lo mismo sucede en Boyacá, “el departamento de pequeños minifundios”. Con todo esto, le agrego otro sustento a la hipótesis del por qué parece inmutable la desigualdad en Colombia, sin olvidar los gestores y padres de este gran mal “nuestros gobernantes”, quienes actúan con dolo.

Está demostrado, que toda sociedad que sea capaz de pronunciarse por medio de las movilizaciones sociales, como lo fue la lucha de la independencia de Colombia del yugo español, declarada en el año 1810 y reconocida en 1819, la cual nace, se gesta y se logra en el Altiplano cundiboyacense. Indiscutiblemente, fue la razón de Boyacá para convertirse en el único departamento de Colombia con pequeños minifundios, con el mejor acceso y distribución de la tierra, de los mejores indicadores sociales: educación, servicios básicos de calidad y la tasa más baja en desigualdad y criminalidad.

Todo aquel que ha visitado al departamento de Boyacá dan fe de su paz y tranquilidad en cada uno de los rincones de sus 123 municipios, distribuidos en una superficie de tan solo 23.189 km², casi la misma superficie del departamento del Cesar, lo paradójico, es que solo tiene 25 municipios. De la misma manera descomedida se encuentra la gran mayoría de los restantes departamentos de la nación. Mientras persistan esas condiciones, no hay posibilidad alguna de alcanzar un cambio sustentable (aquel que sea capaz de erradicar la desigualdad…criminalidad, para no hipotecar al otro). La criminalidad jamás se combate con pie de fuerza en seguridad, está demostrado que así no se soluciona ese mal “bala con bala”, el cual tiene nombre, fondo y forma “la desigualdad”. Ya son más de 50 años de conflicto armado y la desigualdad no se detiene.

Por otra parte, la Revolución Francesa fue lograda en el año 1789, creando reformas y transformaciones en todo el territorio francés, de ahí nace el país de los pequeños propietarios. Thomas Piketty en su libro El capital en el siglo XXI, reitera que su nación no necesita gravar impuestos progresivos, ya que la tierra está bien distribuida.

Al mismo tiempo, vemos que Colombia es uno de los pocos países del mundo que no grava impuestos progresivos, violando el artículo 363 de la constitución politica de Colombia de 1991 (el sistema tributario se funda en los principios de equidad, eficiencia y progresividad. Las leyes tributarias no se aplicarán con retroactividad). “El impuesto progresivo sobre el ingreso, adoptado por varias naciones alrededor de la primera Guerra Mundial (1913 en los Estados Unidos, 1914 en Francia, 1909 en el Reino Unido, 1922 en la India, 1932 en Argentina)”. Fuente: El capital en el siglo XXI, pág. 27. Estos países llevan más de un siglo con impuestos progresivos, un mecanismo capaz de forzar el desarrollo y la industrialización de sus recursos naturales.

¿Y Colombia para cuándo?. La razón es simple; la tierra se encuentra concentrada en pocas manos, a su vez es improductiva, debido a fuerzas divergentes que impiden la destrucción creativa: industrialización y absorción de tecnología (plataformas digitales-Uber por mencionar-), vías férreas, transformar el carbón en energía limpia u otros usos, pasar del coque al acero-alambrón, crear centros tecnológicos para darle valor a las esmeraldas, construir puertos marítimos, la navegabilidad del río Magdalena, plantas desalinizadores, tener educación, salud y servicios básicos de primer nivel, y por último crear EcoMin (empresa minera estatal, capaz de administrar y cuantificar los recursos naturales del subsuelo colombiano. Aún en pleno siglo XXI, desconocemos nuestras riquezas).

En resumen, si el Estado se niega y se resiste a las reformas rurales con un Censo Agropecuario “una de las taras más serias para el desarrollo de la sociedad colombiana es el monopolio sobre la propiedad de la tierra, Salomón Kalmanovitz”. A los departamentos que viven la mala distribución de la tierra, no les queda otra que movilizarse, para lograr una independencia del mismo talante que se gestó en el Altiplano cundiboyacense hace 200 años, porque al parecer jamás les llego. Estos departamentos aún siguen al mando de “los terratenientes», como los bautizó uno de los grandes economistas del siglo XIX, David Ricardo; ellos son los causantes del principio de la escasez y la improductividad.

 

 

 

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