Por: Rev. Pastor Édgar Castaño.
Foto: cortesía de FCDS.
La deforestación de la selva amazónica colombiana constituye uno de los principales desafíos ambientales del país. Situación que ha tomado cada vez más fuerza en los últimos años, con la intensificación de actividades como la ganadería extensiva, la expansión de la frontera agrícola, la explotación de hidrocarburos y la apropiación ilegal de tierras.
Las cifras más recientes que se han reportado sobre el tema, publicadas por el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), señalan que durante el primer trimestre del 2021 en los departamentos de Caquetá, Guaviare y Meta se llegaron a deforestar cerca de 41.600 hectáreas de bosque tropical. Cifras que, si bien disminuyeron en comparación con la misma temporada del año anterior, no dejan de representar un daño irreparable en la conectividad ecológica de la selva tropical más grande del planeta.
Como Iniciativa Interreligiosa para los Bosques tropicales (IRI-Colombia), que trabaja en concientizar sobre la gravedad de la deforestación, sus efectos sobre el cambio climático y la urgencia de detener la pérdida de bosques tropicales en estos departamentos; así como en inspirar la acción para proteger la Amazonia colombiana y defender los derechos de sus habitantes y de los pueblos indígenas, insistimos incesantemente a las autoridades de orden nacional y local en la urgencia de adoptar y aplicar leyes, políticas y programas que detengan la deforestación, protejan y restauren los bosques tropicales.
En estos departamentos, que conforman el arco de la deforestación, la pérdida de bosque representa una amenaza aún mayor, teniendo en cuenta la cercanía a parques naturales y áreas protegidas de gran valor ecosistémico como los parques nacionales naturales Tinigua, Sierra de la Macarena, Serranía de Chiribiquete y La Paya.
Recientes cifras reportadas por Amazon Conservation señalan que en Tinigua se han deforestado 5.100 hectáreas de bosque tropical y, en solo en seis meses de 2021, en Serranía de Chiribiquete se perdieron más de 1.000 hectáreas y en La Paya 150 hectáreas.
Los expertos han señalado que los incendios forestales ocurridos en el país en enero y febrero son los peores de los últimos quince años. Tal y como lo ha informado el Ideam en repetidas ocasiones, la pérdida de bosque debido al fuego no es nueva y, por el contrario, se produce de manera sistemática durante el primer y el último trimestre de cada año.
Es por ello que desde IRI-Colombia instamos respetuosamente al gobierno nacional y a las autoridades locales a adoptar a la mayor brevedad posible las acciones de corto plazo para controlar rápidamente los incendios y las medidas de mediano y largo plazo para prevenirlos en el futuro. Disposiciones que, sin duda, deben estar articuladas con el cumplimiento a las órdenes que impartió la Corte Suprema de Justicia en la Sentencia STC – 4360 de abril de 2018, la cual ordenó formular medidas encaminadas a reducir a cero la deforestación en el bioma amazónico.
Desde 2019, IRI-Colombia está presente, con 36 capítulos instalados, en los cuatro departamentos de la Amazonia colombiana que reportan anualmente las cifras más altas de deforestación: Caquetá, Guaviare, Putumayo y Meta. Allí, los líderes religiosos en unión con las autoridades de los pueblos indígenas trabajan y articulan esfuerzos para concientizar sobre la crisis climática y la crisis de la biodiversidad, inspirar la acción basada en la fe y abogar por políticas que protejan los Bosques Tropicales y salvaguarden a aquellos que sirven como sus guardianes. Todo esto, porque entendemos la responsabilidad moral y espiritual que tenemos de proteger uno de los tesoros ecosistémicos más importantes del país, un trabajo que debe convocar a todos los frentes de la sociedad para que sea realmente efectivo.
Perder árboles en áreas protegidas tan importantes como las que están siendo afectadas en estos departamentos amazónicos, incide de manera negativa en las tareas principales que cumple cada bosque, como la circulación del agua, la producción de alimento y la captura de carbono, que permite mitigar los graves efectos del cambio climático. La deforestación en estos territorios también atenta contra los derechos de los pueblos indígenas que habitan los bosques y han sido sus guardianes ancestrales, cuya protección es uno de los principales objetivos de IRI-Colombia. Es por eso que también nos preocupan las denuncias relacionadas con el impacto ambiental en numerosos resguardos indígenas, como el Nukak-Maku y Llanos del Yari-Yaguara, víctimas de la degradación del medio ambiente.
En un panorama que a simple vista parece desolador, como Iniciativa decidimos trabajar con fe por la posibilidad de detener una emergencia ambiental que avanza con rapidez. Ahora más que nunca se necesita con urgencia el liderazgo, la autoridad moral y la influencia de las comunidades religiosas del mundo para proteger los bosques tropicales y con ello, nuestra propia vida.
* Rev. Pastor Édgar Castaño, pastor de la iglesia Bautista y presidente de la Confederación Evangélica de Colombia, institución que agrupa 660 organizaciones —entre asociaciones pastorales, organizaciones cristianas e iglesias evangélicas— y forma parte del Consejo Asesor de IRI-Colombia.