Coma Cuento: cocina sin enredos

Publicado el @ComíCuento

Pornogastronomía nacional: alta cocina chatarra

(Escrita por: @JLodemesa y publicada el 27 de febrero de 2014 en El Espectador)

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Tal parece que los hermanos Rausch lo hicieron de nuevo. Los famosos empresarios de alimentos y bebidas que se hacen llamar “chefs” (porque al parecer la palabra “cocinero”, que usan con orgullo quienes sí enaltecen la cocina, es poco para ellos) vuelven a aliarse con McDonald’s. En los menús de la multinacional de comidas rápidas, y por tiempo limitado, se halla por estos días un postre “de tres leches” asociado a la marca y al logo de los antedichos comerciantes.

Ya el año pasado los hermanos habían trabajado estrechamente con el gigante estadounidense, prestándole su nombre a algunos de sus productos. Sin embargo, desde la Atalaya asumíamos que ya habían superado la pornogastronomía por su lucha en pos de los arrecifes de coral devastados por el pez león; por el reconocimiento de su buque insignia, Criterión, como uno de los mejores restaurantes de América, o porque son personas apasionadas y responsables por su trabajo y con el sector que representan. Pero, sobre todo, pensábamos que los Rausch, conscientes de la sacralidad de los alimentos a su cargo —de los cuales viven— y de la trascendencia que tienen sus actos dentro de un amplio e impresionable sector de la sociedad colombiana, no volverían a asociarse con la empresa que a través de su participación en el célebre caso de Pelman v. McDonald’s de 2002 —la famosa “McDemanda” (McLawsuit)— abrió el debate acerca de la comida chatarra. Pero no fue así: mientras con una mano los Rausch sostienen con el orgullo del deber cumplido al pez león y su cruzada ecológica, con la otra, y sin asomo de rubor, sostienen la “comida” que se está asociando de forma creciente a graves y crónicos problemas de salud en muchos países, y cuyas prácticas publicitarias (campañas de mercadeo dirigidas a niños) y legales (matoneo e intimidación legal frente a activistas y grupos de presión) son funestas, por decir lo menos.

descarga (2)Hasta marzo, los Rausch harán parte de la publicidad que fomenta el consumo de los productos de la compañía de comida chatarra más representativa a nivel mundial. Compañía que en los últimos años, y de manera cada vez más frecuente, se enfrenta a escándalos, demandas y el escrutinio público debido a la cuestionable calidad de sus productos y a sus prácticas comerciales: el uso de millones de empaques “desechables”, la preferencia por hortalizas modificadas genéticamente en detrimento de los cultivos convencionales o el fomento de la ganadería intensiva (en la cual los antibióticos y las hormonas artificiales son la norma), son algunos ejemplos.

Asociarse con marcas y empresas cuestionables es ya de por sí reprochable. Asociarse con este tipo de industrias dentro del sector de la alimentación, cuando se es una figura visible de la gastronomía nacional y de la comida en Colombia, sabiendo perfectamente lo que vende McDonald’s tanto dentro de sus locales como fuera de ellos, va más allá de la irresponsabilidad. Raya en la ambición malsana y desenfrenada, raya en el descaro y en el cinismo. La reivindicación ecológica que tanto pregonan queda inmediatamente desvirtuada convirtiéndose en una mera pose. Una pose cuyo objetivo es capitalizar en la moda ecologista irreflexiva y chambona; una pose claramente mercantil, porque definitivamente los estragos que pueda causar el pez león al ecosistema del Caribe son infinitesimales comparados con los que causa el socio de los hermanos Rausch, a diario, a miles de niños en el mundo con sus cajitas felices.

Publicidad de McDonalds Colombia; febrero 2014

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