Coma Cuento: cocina sin enredos

Publicado el @ComíCuento

La historia amarga de los cítricos en Italia

Por Daniel Deaza Acosta (@DanielDeaza)

“El perfume de las flores de azahar empieza a oler a cadáver…”

Leopoldo Franchetti – Académico de Toscana

 

En esta ocasión les quiero traer una historia que me llamó la atención desde que la conocí. Mi primer acercamiento fue en el libro “El país donde florece el limonero” de Helena Attlee, de la editorial Acantilado. Se volvió una fijación y una invitación a seguir explorando hasta lograr entender la curiosa y particular relación que hubo entre algo tan hogareño como lo son los cítricos  y algo tan oscuro, mitificado y reprochado como fue la mafia Italiana.

Lo primero que hay que decir es que esta relación surgió hace mucho, específicamente en el siglo XIX; época donde Sicilia, esa isla del sur que parece que será pateada por la “bota itálica”, ese sur escrito por Andrea Camilleri y Giuseppe di Lampedusa, tenía un paisaje casi único: limoneros y naranjos por toda la llanura. Un paisaje que ofrecía senderos que por su aroma podían darle un mensaje esperanzador al caminante, pero ese aroma y ese paisaje eran una trampa, casi artística, de una oscura relación que mezclaba el olor de cítricos con el olor metálico a sangre y a miedo. Las ansias de dinero y de poder impregnaron a la sociedad tradicional y tranquila, que estaba compuesta por agricultores, abogados, políticos, choferes, cargueros, policías, entre otros. La sociedad empezó a girar en torno a los limoneros de la planicie, y esta mezcla de árboles y ambición creó una organización que sería conocida como la mafia, palabra derivada del adjetivo mafioso que traduce “valiente” o “guapo” en el dialecto de Palermo.

Antes de continuar, es necesario dar un antecedente clave dentro del auge económico de los cítricos italianos. A finales del Siglo XVIII e inicios del Siglo XIX, una de las mayores preocupaciones a nivel de la salud y del comercio era el escorbuto, la enfermedad de los marineros, que se reflejaba en las encías y llagas de aquellos que, producto de sus largas temporadas en el mar, no podían tener una buena alimentación. El escorbuto fue uno de los principales inconvenientes que se encontraron para dominar el mar, cuidar el comercio y navegar. La enfermedad era inclemente con los marineros y estos ya no querían sufrir por esta dolencia. Por la época, en Europa se buscaba combatir dicho padecimiento y por eso entraron los cítricos a jugar un rol fundamental, ya que por el descubrimiento hecho por el médico James Lind en 1753 publicado en Tratado sobre la naturaleza, las causas y la curación del escorbuto se entendió que los cítricos lograban frenar y curar el escorbuto. Años después se entendería que el factor principal era la vitamina C. Ello llevó a que instituciones que dependían del mar, como la Marina Real Británica, necesitaran de aquellos frutos. Sicilia y sus cultivos se volvieron algo vital para el dominio del mar. La alianza con la Marina Real Británica no fue una constante duradera, pero sí sirvió para que los agricultores aprovecharan dicha oportunidad para consolidar sus negocios. Luego de su relación con el Imperio Británico, la alianza comercial con los Estados Unidos fue el mejor aliado del sur de Italia, de sus campesinos y de sus cosechas. Los cítricos crearon un boom económico que comenzó con la Marina Británica y perduró hasta el comienzo del siglo XX. El precio de los cítricos podía subir o bajar de una semana otra, convirtiendo la inestabilidad en una característica del mercado.

El antecedente es relevante ya que ese auge comercial generó que la sociedad siciliana invirtiera en el campo y en el cultivo de los cítricos, principalmente de limones, ya que las naranjas eran menos rentables porque en sus cosechas se generaban menos frutos. En 1860, el cultivo, la producción y el comercio de los cítricos sicilianos generaban las mayores ganancias que cualquier otra actividad agrícola de Europa. El dinero llegó, y de ahí las preocupaciones de los cultivadores por proteger su inversión. Dinero, comercio y miedo fueron un caldo de cultivo para lo que luego sería la mafia.

Los mafiosos surgieron en la clase más pudiente de Sicilia. Se ofrecían para proteger los intereses de los agricultores, utilizando a sus hombres como vigilantes y trabajadores, y también suministraban agua o instalaban bombas a aquellos campesinos que no podían realizar sus pozos.  Los comerciantes de agua también redactaban contratos abusivos que les permitían subir los precios a niveles de extorsión cuando había sequía. También existían los comerciantes que compraban al por mayor, comprando la fruta que todavía no existía al precio que querían; al cerrar el acuerdo, se clavaba una fruta en la puerta de la plantación y se le añadía un cartucho de escopeta que servía como aviso de seguridad a los posibles intrusos. Además, la mafia también estaba involucrada en el transporte de quienes llevaban la fruta a los muelles y a los estibadores que la cargaban en los barcos.

Se asumía que el crimen organizado era la continuación de las tradiciones feudales que evolucionaron hasta volverse algo peligroso para los habitantes de Sicilia; pero en realidad muchos de los mafiosos eran aristócratas y modernos empresarios que se fueron convirtiendo en terratenientes poderosos. Operaciones de especulación, extorsión, intimidación y chantaje que caracterizarían las actividades de la mafia se iniciaron, practicaron y perfeccionaron en los huertos del sur de Italia. La mafia ofrecía riesgo y protección, logró el control total de los cultivos. Si alguien dejaba de pagar el pizzo, dinero a cambio de protección, los mafiosos enviaban personas a escalar las cercas, los muros, y derribar los árboles, arruinar el sistema de regadío y cortar el suministro de agua, intimidando a los trabajadores, y asesinaban a cualquiera que se resistiera. El monopolio de la mafia sobre la industria de los cítricos se mantuvo por la violencia. Las planicies y el olor de los frutos, se empezaba a mezclar con el olor de la sangre. De ahí la frase con la que inicié este escrito.

Afirma el estudio publicado en el Journal of Economic History Origins of the Sicilian Mafia: The Market for Lemons. “El crecimiento y la consolidación de la mafia siciliana están fuertemente asociados con un aumento externo en la demanda de limones”. El monopolio de los cítricos, principalmente de los limones, en manos de la mafia hizo que esta durante muchos años permeara las actividades sociales, políticas y económicas del sur de Italia. La mafia determinaba desde el valor de la fruta hasta el valor de la tierra. Con el dinero y el miedo podían manejar esos territorios a su antojo. No había nadie que los contrariara. El control duró muchos años, los cítricos jugaban un papel clave tanto en la dieta nacional como en la internacional; la mafia tenía un negocio rentable y lo supo conservar.  El mercado y su auge se fueron debilitando por donde menos se esperaba: una causa externa. Algunos países se las ingeniaron para no depender de los frutos italianos, empezaron a cultivar o iniciaron acuerdos comerciales con otros países; el limón dejó de ser el diamante del comercio del sur de Italia. Luego de la disminución comercial del limón, llegó la mandarina a formar parte de las dietas europeas, e incluso llegó a dominar por su mermelada y su sabor tan particular, pero a mediados del siglo el comercio internacional y las guerras mundiales generaron repercusiones en el mercado que no se pudieron subsanar. La mafia del sur decidió iniciar nuevos mercados: los mejores cultivos de heroína se encontraban entre los mandarinos de Sicilia. “Al igual que muchos otros negocios, legítimos o no, la mafia siciliana tuvo un comienzo humilde, con raíces en la tierra. El auge de los cítricos llegó en el momento adecuado para que algunos de los individuos con menos escrúpulos de la Sicilia rural aprovecharan esos tiempos sin ley y se establecieran como el verdadero poder” concluye el estudio del Journal of Economics History.

Con el paso de los años, y producto de sus otras actividades, la sociedad dejó de relacionar los cítricos con la mafia. Pero esta relación perduró, hasta el punto de llegar al arte. Acá me detendré en la obra literaria y cinematográfica más icónica acerca de la mafia: el padrino, novela escrita por Mario Puzo y película dirigida por Francis F. Coppola. Los cítricos, específicamente las naranjas, aparecen desde el primer momento en la boda; además, en la trilogía, en la mesa principal donde se reúnen los capos siempre destacan las naranjas; o cómo olvidar la muerte del padrino, Vito Corleone, donde jugaba con la cáscara de naranja antes de caer. El cítrico va desde el inicio hasta el desenlace de la familia. Algunos no se explicaban por qué la fijación por la presencia de las naranjas en la obra, pero se ha dicho que puede entenderse en clave de dos aspectos: la teoría del color, donde la naranja le da vida a los cuadros oscuros, y la referencia de los orígenes sicilianos de este grupo delincuencial. La mafia y los cítricos siempre tendrán una historia juntos, y nos lo recuerda el arte.

Ahora, para despedirme, los invito a imaginar qué otro ingrediente, que puede verse inocente e indefenso, puede llegar a tener pasados tan oscuros como los cítricos y la mafia italiana.

 

 

 

 

 

 

 

 

Comentarios