Las elecciones de 2024 en EE. UU. tienen implicaciones profundas para las economías latinoamericanas, con la región preparada para afrontar los efectos de cambios en políticas de comercio, inmigración y clima que se originen en Washington. La interdependencia económica de América Latina con Estados Unidos, su principal socio comercial y una fuente clave de inversión extranjera y remesas, hace que los riesgos sean especialmente altos. Las políticas comerciales podrían recalibrar el acceso a mercados y reconfigurar las cadenas de suministro regionales, influyendo en las trayectorias de crecimiento de las principales economías latinoamericanas. Los cambios en las políticas de inmigración impactarán los mercados laborales y el flujo de remesas, que son fuentes vitales para familias y economías locales. Por su parte, las políticas climáticas de EE. UU. acelerarán la transición energética en LATAM o complicarán los sectores de recursos naturales. Así, las economías latinoamericanas se encuentran en una coyuntura crítica, y los resultados de las elecciones probablemente repercutirán en las estrategias fiscales, políticas sociales y alianzas regionales. Este es un momento de vigilancia cercana y preparación estratégica, mientras gobiernos e inversores sopesan las perspectivas de resiliencia económica en un panorama global interconectado.

  1. Políticas Comerciales y Económicas

América Latina depende en gran medida de EE. UU. para el comercio, la inversión y las remesas, con países como México, Colombia y Brasil estrechamente vinculados al mercado estadounidense. Un posible giro hacia políticas comerciales más proteccionistas en EE. UU. podría afectar las exportaciones latinoamericanas, especialmente si aumentan los aranceles o si los esfuerzos de relocalización reducen la dependencia de EE. UU. en las cadenas de suministro de LATAM. Por el contrario, políticas que fomenten la cooperación económica podrían fortalecer los lazos comerciales, aumentar la inversión extranjera y estimular el crecimiento en la región.

Países como México, que goza de una sólida relación comercial con EE. UU. a través del T-MEC, podrían beneficiarse significativamente si la administración estadounidense prioriza el fortalecimiento de las cadenas de suministro norteamericanas. Por otro lado, el aumento de tensiones comerciales entre EE. UU. y China podría presionar a los países de LATAM a alinearse más estrechamente con una de las dos superpotencias, afectando los patrones de exportación y las alianzas regionales.

  1. Política Climática y Energías Renovables

Muchos países de LATAM, incluidos Brasil y Chile, están avanzando en la producción de energía renovable y buscan consolidarse como líderes en la economía verde global. Si EE. UU. refuerza su compromiso con la acción climática, podría aumentar la demanda de recursos energéticos renovables y fortalecer el sector de energías renovables en América Latina, atrayendo inversiones extranjeras en proyectos de energía solar, eólica e hidroeléctrica. Una política climática sólida de EE. UU. podría fomentar alianzas y oportunidades de financiamiento que permitan a los países de LATAM avanzar en sus objetivos de desarrollo sostenible.

En cambio, una disminución en los compromisos climáticos de EE. UU. podría tener un efecto desalentador, frenando la transición energética en LATAM y desalentando a las empresas multinacionales a realizar las inversiones necesarias en la economía verde de la región. Esto podría dejar a LATAM más dependiente de los combustibles fósiles, afectando tanto la resiliencia económica como ambiental.

  1. Inmigración y Mercado Laboral

Los cambios en la política de inmigración de EE. UU. probablemente tendrán uno de los impactos más inmediatos y tangibles en los países latinoamericanos. Políticas de inmigración más estrictas podrían reducir las remesas, que son vitales para países como El Salvador, Guatemala y Honduras, donde los flujos de remesas contribuyen significativamente al PIB. Una postura de inmigración más amigable, sin embargo, permitiría una mayor movilidad laboral, apoyando las economías tanto de EE. UU. como de LATAM al facilitar el flujo de mano de obra y habilidades, especialmente en áreas como la tecnología y la agricultura.

Además, cualquier ajuste en el programa DACA o en las políticas de asilo impactará directamente a los nacionales latinoamericanos, afectando la estabilidad social y las contribuciones económicas en ambas regiones. Esto podría significar más oportunidades para los latinoamericanos que buscan estabilidad y crecimiento en EE. UU., o, alternativamente, una mayor presión social y económica sobre los países de LATAM si se implementan políticas restrictivas.

  1. Influencia Geopolítica y de Seguridad

La política exterior de EE. UU. en América Latina ha influido históricamente en la dinámica política y social, con preocupaciones recientes sobre la propagación del crimen organizado, el narcotráfico y la inestabilidad política en algunos países. Las asociaciones de seguridad más fuertes entre EE. UU. y LATAM podrían promover la estabilidad, reducir el crimen organizado y fortalecer la confianza. Sin embargo, si EE. UU. da menos prioridad a la región, los países latinoamericanos podrían verse obligados a manejar estos desafíos de forma independiente o – sin querer hacerlo – podrían acercarse cada vez más a China para obtener apoyo financiero e infraestructura, alterando el equilibrio de poder regional.

  1. Volatilidad de los Mercados Financieros

El desempeño del dólar estadounidense y la política de tasas de interés son fundamentales para América Latina, donde la deuda en dólares es significativa. Cualquier resultado electoral en EE. UU. que modifique la política fiscal, provocando volatilidad en el dólar o las tasas de interés, puede impactar en las economías de LATAM, especialmente aquellas con grandes deudas denominadas en dólares, como Argentina y Brasil. Si la Reserva Federal de EE. UU. endurece la política, los flujos de capital hacia los mercados emergentes podrían disminuir, depreciando las monedas locales y aumentando los costos de la deuda. Una política fiscal de apoyo, por otro lado, estabilizaría los mercados latinoamericanos y fomentaría la inversión extranjera.

Conclusión

El resultado de las elecciones de EE. UU. en 2024 impactará profundamente a América Latina en dimensiones económicas, ambientales y sociales. Una administración de EE. UU. que busque una política comercial robusta, acción climática y seguridad cooperativa podría empoderar a LATAM para avanzar en crecimiento económico, sostenibilidad y desarrollo social. Por el contrario, un enfoque más introspectivo y restrictivo podría colocar a los países de LATAM en una situación de desventaja, amplificando las presiones económicas y potencialmente acercándolos a otros actores globales como China. A medida que se desarrollen las elecciones, los líderes políticos, empresariales y los inversores de LATAM estarán observando de cerca, preparándose para los efectos de amplio alcance que podría tener la próxima administración estadounidense en la región.

Antes de mudarme a los EE. UU., pasé años viviendo en Colombia y México, dos países que tienen un lugar especial en mi corazón. Mis experiencias allí profundizaron mi comprensión de la interconexión económica y social que une a América Latina con Estados Unidos, así como los desafíos únicos que enfrentan estas naciones. Es por esta razón que me siento impulsado a destacar los posibles impactos de los resultados electorales en EE. UU. en Colombia y México. Ambos países no son solo socios económicos, sino también culturas vibrantes con personas resilientes que son directamente afectadas por cambios en las políticas de EE. UU. Esta conexión personal guía mi enfoque en cómo las políticas críticas en comercio, inmigración y clima pueden dar forma al futuro de estos dos queridos países. A continuacion un resumen de lo que vislumbro para estas dos queridas naciones:

1. Relaciones Comerciales y Económicas

México: México tiene una de las relaciones comerciales más estrechas con los EE. UU., principalmente a través del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Una nueva administración en EE. UU. podría fortalecer esta relación fomentando aún más la relocalización cercana o introducir nuevos desafíos si busca imponer protecciones comerciales más estrictas. Las industrias manufactureras y automotrices de México, que se han desarrollado en gran parte para abastecer el mercado estadounidense, podrían encontrar oportunidades de crecimiento si las políticas impulsan la reubicación de la cadena de suministro de Asia a América del Norte. Sin embargo, cualquier política proteccionista podría limitar el potencial exportador de México, afectando su crecimiento económico y la creación de empleo.

Colombia: Colombia es un socio comercial importante de los EE. UU., con un Tratado de Libre Comercio (TLC) que facilita la exportación de bienes colombianos como café, flores y textiles. Una administración que favorezca relaciones comerciales fuertes con América Latina apoyaría el crecimiento económico de Colombia, pero posibles medidas proteccionistas podrían obstaculizar las exportaciones, dificultando el equilibrio comercial de Colombia en medio de presiones de otros mercados. Además, los incentivos comerciales podrían afectar los sectores agrícolas y mineros de Colombia, que son fundamentales para su PIB.


2. Política de Inmigración y Remesas

México: La economía de México depende en gran medida de las remesas provenientes de EE. UU., lo que convierte a la política migratoria en una prioridad. Una postura migratoria estadounidense más flexible apoyaría la continuación o aumento de las remesas, que han alcanzado niveles récord en los últimos años, beneficiando a áreas rurales y económicamente vulnerables. Políticas migratorias más estrictas, sin embargo, impactarían directamente este flujo de ingresos y añadirían presión a los servicios sociales de México si más ciudadanos no pudieran migrar o fueran retornados desde EE. UU. Además, la escasez de mano de obra en EE. UU. podría afectar la demanda de trabajadores mexicanos, lo que tendría efectos en cadena sobre los niveles de remesas.

Colombia: Aunque Colombia no recibe remesas a la misma escala que México, la política migratoria sigue siendo importante, especialmente para su población migrante venezolana, muchos de los cuales transitan o se establecen en Colombia en su camino hacia EE. UU. Si las políticas migratorias de EE. UU. se endurecen, Colombia podría enfrentar una mayor presión migratoria, lo que requeriría más recursos para atención sanitaria, vivienda e integración. Políticas más flexibles, en cambio, podrían aliviar la presión sobre Colombia facilitando el movimiento legal de migrantes, creando nuevas oportunidades económicas para las familias migrantes.


3. Seguridad y Cooperación Antidrogas

México: La cooperación en seguridad entre EE. UU. y México es fundamental para combatir el crimen organizado y el narcotráfico. Cualquier cambio en la política estadounidense que reduzca la ayuda o desvíe el enfoque de la seguridad podría plantear desafíos para las fuerzas de seguridad mexicanas, desestabilizando potencialmente las regiones afectadas por la actividad de los cárteles. Una administración proactiva podría impulsar la colaboración continua bajo la Iniciativa Mérida, centrándose en combatir el narcotráfico y mejorar la seguridad en la frontera entre EE. UU. y México. Sin embargo, una administración estadounidense más centrada en sí misma podría reducir la financiación o la asistencia, dejando a México con menos recursos para abordar el narcotráfico y la violencia.

Colombia: EE. UU. ha desempeñado históricamente un papel crucial en la estrategia de seguridad de Colombia, especialmente en la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado. Cualquier cambio en el compromiso de EE. UU. con estos esfuerzos podría impactar el progreso de Colombia en la reducción del comercio de drogas ilegales y la violencia asociada con grupos armados. Por otro lado, un compromiso para fortalecer la cooperación en seguridad proporcionaría a Colombia los recursos necesarios para combatir la producción y el tráfico de drogas, reforzando la estabilidad y resiliencia económica del país. Sin embargo, Colombia también podría necesitar evaluar su dependencia de la ayuda de seguridad estadounidense y la posibilidad de diversificar asociaciones con otros países.


4. Política Climática y Energética

México: México es tanto un gran productor de petróleo como un centro emergente para las energías renovables, pero los cambios en la política estadounidense impactarán directamente sus objetivos climáticos y el sector energético. La proximidad de México a los EE. UU. significa que podría convertirse en un socio clave en proyectos de energía limpia si EE. UU. prioriza políticas verdes, atrayendo inversiones hacia los sectores de energía solar, eólica y geotérmica en México. Sin embargo, una disminución en las políticas ambientales de EE. UU. podría afectar la financiación y ralentizar el progreso de México hacia sus metas de sostenibilidad, ya que el país equilibra su matriz energética entre combustibles fósiles y renovables.

Colombia: Colombia ha sido proactiva en la promoción de energías renovables y la reducción de su dependencia de los combustibles fósiles, aunque sigue siendo un importante exportador de petróleo y carbón. Si EE. UU. prioriza la cooperación climática, Colombia podría recibir mayores inversiones en sus proyectos de energías renovables, fortaleciendo su economía y apoyando sus objetivos climáticos. En contraste, si EE. UU. da menor importancia a la política ambiental, las exportaciones de petróleo y carbón de Colombia podrían beneficiarse temporalmente, pero a costa del progreso ambiental. Además, la economía verde podría recibir menos inversión, lo que podría ralentizar la transición energética del país.


5. Inversión y Estabilidad Financiera

México: Como destino de inversión extranjera directa (IED), México depende en gran medida de una relación estable y favorable con EE. UU. para atraer inversiones en sectores como manufactura, tecnología e infraestructura. Cualquier inestabilidad en EE. UU. tras las elecciones podría enfriar la IED en México, afectando la creación de empleo y el crecimiento económico. Una administración estadounidense que priorice asociaciones económicas estables, sin embargo, atraerá inversiones continuas, beneficiando el PIB y los índices de empleo de México.

Colombia: Colombia también depende de la inversión extranjera, particularmente en los sectores de petróleo, minería y finanzas. Políticas que favorezcan la estabilidad económica y el comercio abierto en EE. UU. fomentarían la IED en Colombia, proporcionando resiliencia económica y diversificación. Alternativamente, la inestabilidad en los mercados financieros o un dólar debilitado podría afectar las exportaciones y la moneda de Colombia, llevando a costos más altos para las obligaciones de deuda internacional. Mayores costos de endeudamiento también podrían limitar el gasto público y ralentizar los proyectos de desarrollo.

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