Por Jairo F. Gudiño R.
Twitter: @JFernandoGRE @MalEconomista
A partir de una historia, El Mal Economista cuenta a sus lectores porqué la distribución del ingreso se volvió importante en las discusiones actuales entre economistas. La falta de estadísticas consolidadas, como también de un intento teórico capaz de integrar la distribución del ingreso dentro de los modelos convencionales hizo que Thomas Piketty alcanzara una influencia notable con su libro “El Capital en el Siglo XXI”. Las condiciones económicas en los países desarrollados también son propicias para la relevancia de este tema.
Wealth Inequality, Thomas Piketty and Land Reform. Source: Rolling Alpha
Uno de los temas más discutidos a nivel mundial actualmente tiene que ver con la desigualdad en el ingreso. Si bien ha sido un tema tradicional, hasta años recientes la desigualdad en el ingreso del 1% más rico de la población no era el eje central de las discusiones entre economistas académicos, más específicamente entre macroeconomistas y economistas laborales. Desde el año 2000 esta temática recibió interés creciente entre la profesión, en la medida que un número creciente de investigadores asociados a las universidades más prestigiosas del mundo se dedicó a recopilar información sobre los ingresos y el valor de activos de los más ricos en diversos países. Pero quien elevó a nivel mundial la importancia de este tema, quien logró estar en el centro del debate, fue Thomas Piketty en el año 2014, cuando se hizo pública la versión en inglés de su libro titulado “El Capital en el Siglo XXI” (la versión en francés fue publicada en 2013, pero el impacto no fue mundial, como sí lo fue en inglés).
Independientemente de que uno esté de acuerdo o no con sus tesis y argumentos para defender sus ideas (en particular tengo muchos desacuerdos, pero eso es algo que no trataré aquí), las tesis y argumentos de ese libro han inspirado muchos debates en Estados Unidos y Europa. No solamente las ideas de Piketty alcanzaron alta popularidad entre muchos lectores, sino que también se han convertido en fuente de debate entre formuladores de política. Por ejemplo, varias columnas de Paul Krugman favorables a Piketty se han escrito desde entonces, varios reportes del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco de Inglaterra utilizan la base estadística que este autor construyó. Incluso en los últimos números de varias revistas académicas como “Journal of Economic Perspectives”, “American Economic Review” o “Nature” se ha abordado el problema de la distribución del ingreso.
Sin embargo, queda algo sin resolverse, y es, ¿por qué logró tanto impacto su trabajo entre los economistas, hasta el punto de poner la distribución del ingreso como uno de los aspectos centrales en las discusiones académicas y de política económica?
El sociólogo Daniel Hirschman, de la Universidad de Michigan, ha resuelto al parecer esta cuestión en un capítulo que queda por publicarse (Hirschman, 2015). En esta entrada me encargaré aquí de ilustrar su punto contando una historia, pero una historia del desinterés inconsciente de la profesión sobre este tema hasta hace sólo dos años. Dado que la distribución personal del 1% más rico no era un tema examinado entre los economistas, se puede decir que Piketty aprovechó inconscientemente esta historia para escribir una obra tan popular y controversial.
1. La historia
La pérdida inconsciente del interés en el estudio de las ganancias del 1% más rico
La incorporación de datos al lenguaje de la profesión de economistas empezó en las primeras décadas del siglo pasado. Los datos sobre distribución, empleo, producción o consumo cubrían segmentos pequeños de la población estadounidense, así entre los años 20 y 40 del siglo pasado se empezaron a producir estos datos a un nivel crecientemente más agregado. Trabajando en la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER, en inglés), institucionalistas americanos como Westley Mitchell empezaron a desarrollar técnicas para producir y analizar datos.
Pero a la vez que se recolectaban más datos, el mundo académico de los economistas experimentaba varias transformaciones. La síntesis matemática entre dos campos de investigación (microeconomía neoclásica y macroeconomía keynesiana) tuvo un impacto tan fuerte entre muchos economistas de una manera tal que:
(1) Se hizo más énfasis en estudiar la participación del trabajo y el capital en la producción total cuando esta síntesis tuvo lugar. Para las estimaciones nacionales de Estados Unidos de 1934, el reconocido economista Simon Kuznets separó los ingresos entre categorías como ingresos del trabajo, ingresos de propiedad e ingresos empresariales, pero no hizo intentos para estimar la distribución personal del ingreso. Esta ausencia tuvo repercusiones en la manera de organizar los datos en años subsiguientes.
(2) Las encuestas elaboradas por economistas laborales se basaron en preguntas basadas en brechas de remuneraciones entre trabajadores educados y no-educados, si los trabajadores son de cierta raza o género, etc… de manera que el énfasis terminó siendo explicar las diferencias de productividad entre individuos.
(3) Las cuentas nacionales se centraron en consumo, inversión y gasto público, obteniéndose medidas con las que los nuevos desarrollos teóricos se podrían desenvolver.
Desde los años cincuenta del siglo pasado los institucionalistas perdieron reputación en una época donde la formalización matemática era moda, así que la nueva generación de economistas neoclásicos que tenían en su mente estas tres ideas anteriores empezó a estudiar diversos fenómenos en el mercado laboral. El costo, sin embargo, fue pasar por alto la distribución personal del ingreso, algo que vino de la mano del desarrollo de teorías del capital humano y otras teorías microeconómicas. Si este costo es alto o no es algo que no trataré aquí.
Una excepción a esta tendencia fue el trabajo de Kuznets acerca de la hipótesis de la U invertida en 1955, quien afirmaba que la creciente desigualdad en los países en desarrollo se frenaría en la medida que haya mayor desarrollo económico. No obstante, él también decía que no era muy promisoria la investigación acerca de los ingresos del 1% más rico, así que el interés desapareció de nuevo.
El auge de la teoría del capital humano
¿Por qué alguien gana más que otro en el mercado laboral? La respuesta en los años 60 era “la diferencias de capital humano”, de manera que distintos niveles de entrenamiento dentro del trabajo o de educación formal explicaban salarios más altos. Esta respuesta se introdujo en modelos matemáticos complejos.
Otro enfoque fuerte también empezó a emerger entre economistas laborales en esas épocas, y era el marginalismo. Una de las conclusiones más importantes de este enfoque era la llamada “teoría de la productividad marginal de la distribución del ingreso”. Esta teoría sugería que que, asumiendo una economía perfectamente competitiva, el salario de una persona dependía solamente de su productividad. Esto generó varios cambios en el objeto de estudio de los expertos de esa época:
(a) El estudio eran las ganancias por concepto de trabajo, no otras fuentes de ingreso;
(b) Los ingresos individuales dependían, en las regresiones econométricas, de un conjunto pequeño de variables explicativas, que no parten en su medición de relaciones sociales (como en redes complejas) sino de las características de un individuo.
(c) Gracias a (a) y (b), se podían explicar los diferenciales de productividad de los trabajadores.
Con un fuerte desinterés por estudiar algo que quedara por fuera de esas tres aserciones, el estudio de los ingresos del 1% más rico de un país quedaba por fuera del análisis. Entre los macroeconomistas el escenario era peor en los años 70 y 80. En los modelos de expectativas racionales no se estudiaban los efectos de la distribución personal del ingreso sobre la producción total debido a la idea del agente representativo.
Series estadísticas que perdieron interés
El interés académico acerca de este tema disminuyó mucho décadas después de la posguerra, hasta el punto que las estadísticas sobre distribución personal del ingreso empezaron a desaparecer.
Después de la Segunda Guerra Mundial, el Comité Económico Conjunto (o JEC, en inglés) se dedicó a completar diversas series que las agencias estadísticas federales de Estados Unidos no llenaban y entre ellas era estaba la distribución personal del ingreso. La Oficina de Análisis Económico (BEA) se encargó de esta labor en 1953, realizando estimaciones anuales desde 1955 hasta 1964. Pero el Congreso pronto empezó a negar fondos, porque se veía que la necesidad de esos datos empezaba a ser nula en una época donde la lucha contra la pobreza era un tema más importante.
No hubo una sola mención de este problema en los principales diarios de Estados Unidos, hasta que en 1974 muchas de estas estadísticas se dejaron de publicar. Abundaban encuestas sobre remuneración laboral, pero no sobre la distribución de otras fuentes de ingreso. Hasta el día de hoy no existen estadísticas oficiales confiables y de frecuencia anual acerca del ingreso percibido por el 1% más rico en muchos países salvo las hechas por Piketty los interesados en el tema.
Los hechos estilizados en los años 80, 90 y la primera década del siglo actual
Durante los años 80 y 90 los economistas laborales empezaron a ver aumentos de la desigualdad en el ingreso, pero en términos de mayor desigualdad entre trabajadores calificados y no calificados. Mientras que el aumento del ingreso del 1% más rico seguía en un segundo plano, el aumento de la desigualdad salarial se explicaba por “choques tecnológicos sesgados”, “persistencia de diferencias de raza o género”, “globalización” o “efectos diferenciales de educación”.
No obstante, las anteriores explicaciones empezaron ya no tenían la misma fuerza que antes en la primera década del presente siglo, gracias a algunos trabajos de Thomas Piketty y Emmanuel Saez publicados en 2001. Ellos afirmaron haber encontrado que el ingreso de los más ricos estaba aumentando a partir de datos de registro tributario, y la extensión de las series a los tiempos de la Gran Depresión pudo haber motivado su impacto en distintos medios de comunicación. Diversas organizaciones y académicos criticaron ferozmente esos primeros trabajos, mientras que otros, como Xala-i-Martin, encontraban que la desigualdad estaba cayendo.
Mi propósito aquí no es decir si su trabajo tiene o no fallas, pero sí afirmar que los esfuerzos por recuperar datos y estadísticas les permitieron ganar reputación y citaciones en diversas revistas, contengan o no errores. Pero ni aun así el tema ganó interés, sino desde hace apenas dos o tres años.
2. El éxito de la publicación “El Capital en el Siglo XXI” en 2014
El libro mencionado debe su éxito debido a esta larga historia de ausencias. Este libro afirma no sólo haber sintetizado varios aspectos que en pocos trabajos anteriores se habían mezclado, como se ha visto aquí, sino también encontrado que la desigualdad es la más alta en la historia del capitalismo:
(a) Se actualizaron las estimaciones de la distribución del ingreso a diversos percentiles. La producción de una serie creciente se ha llegado a convertir en un hecho estilizado: la desigualdad en el ingreso hoy en varios países avanzados es más alta que a finales del siglo XIX, siendo la más grande en toda la historia del capitalismo.
(b) Las estadísticas calculadas no se presentaron solamente en presentaciones o discursos, que parece ser el estilo de Paul Krugman, sino que se publicaron en revistas académicas, de manera que dejó de ser un tema pasajero.
(c) Se desarrolló un marco teórico (muy controversial, por cierto) para entender por qué esto sucede. Las leyes del capitalismo y la utilización de una función de producción han llamado la atención de muchos expertos, estén o no de acuerdo con su punto de vista.
No se puede olvidar que el tema de Piketty es importante debido a las condiciones económicas y políticas actuales. El radicalismo político en Estados Unidos y Europa se ha vuelto la norma en los últimos años, y esto tiene asociaciones con fenómenos económicos: la polarización entre republicanos y demócratas, las duras críticas a los programas de austeridad, el escepticismo en torno a la efectividad de la política monetaria no convencional en reactivar el crecimiento económico, el nacionalismo creciente en varios países de Europa Occidental, etc.
Pos Data: Nuevas anomalías en la macroeconomía convencional
Mientras muchos siguen y seguirán debatiendo las ideas principales del libro comentado al inicio, otros al parecer no centran tanto su discusión en si es o no cierto que la desigualdad ha aumentado, sino más bien en qué factores podrían explicar este aumento. Este mensaje parece confirmar que la investigación de esos “otros” se intensificará en los próximos años:
“Las teorías desarrolladas para explicar la constancia de las participaciones de los factores productivos no pueden explicar una participación creciente del capital. Las teorías desarrolladas para explicar los hechos estilizados iniciales no pueden explicar muy fácilmente las nuevas tendencias. Al mismo tiempo, la creciente desigualdad ha dado lugar a nuevas preguntas acerca de la significancia normativa de la desigualdad de resultados versus desigualdad de oportunidades. Nuevos desarrollos teóricos son necesarios para el análisis positivo y normativo en esta nueva era” (Stiglitz y Kanbur, 2015).
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Hirschman, D. (2015). Rediscovering the 1%: Economic Expertise and Inequality Knowledge. University of Michigan, Mimeo.
Kanbur, R. & Stiglitz, J. (2015). Wealth and Income Distribution: New Theories Needed for a New Era. VoxEU.org. Commentary.