El Mal Economista

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¿Me regala una ayuda?

Por: @sgonzalezr439 @maleconomista

La siguiente es una historia real. El pasado miércoles 7 de enero en la tarde utilicé Transmilenio para hacer un recorrido desde la Avenida Suba hasta la NQS de aproximadamente 30 minutos. Del servicio no me puedo quejar, pues logré irme sentado en hora pico y fue bastante rápido. El problema fue que en esta media hora subieron cuatro personas a pedir dinero contando tristes historias, en promedio uno cada siete minutos. Las historias iban desde un padre desempleado que tenía una hija recién nacida en el hospital con una enfermedad que no cubría el sistema de salud, pasando por un hombre que había salido de la cárcel pidiendo dinero para devolverse a su ciudad natal, hasta una víctima del conflicto armado a la que alias “Karina” le había arrancado a machetazos sus testículos. No voy a dudar de la veracidad de los relatos, ni mucho menos del sufrimiento que estas personas pudieron haber vivido, pero no me cuadra el hecho de que generar lástima sea la solución a los problemas económicos de la gente.

La mendicidad no es un asunto exclusivo del transporte público. Basta con caminar por cualquier calle de Colombia para escuchar las palabras “me regala una ayuda”, ya que existen todos los incentivos a hacerlo. Es una actividad muy rentable, que les puede dar ingresos mensuales superiores a los de muchas personas que trabajan arduamente. Los colombianos solemos ser “buena gente” y ponernos en el lugar del otro. El hombre cuya hija estaba enferma recolectó en mi bus al menos $5000. Suponga que este hombre se sube a 6 buses cada hora, que siendo pesimista el promedio de dinero obtenido por articulado es de $2000 y que trabaja 6 horas al día de lunes a viernes. Esto da aproximadamente $1.440.000 por mes, más de lo que gana un profesional recién graduado. Además, no existe ningún castigo para la mendicidad en Colombia pues hacerlo implicaría, parafraseando a la Corte Constitucional, “criminalizar la pobreza o revictimizar a una población vulnerable” (http://www.elespectador.com/noticias/judicial/no-se-puede-penalizar-mendicidad-articulo-520294).

Algunas personas justifican el darle dinero al que pide con el argumento de que de esta forma se genera redistribución de la riqueza. Temporalmente puede funcionar, pero esto no significa que estas personas vulnerables obtengan la capacidad para generar ingresos permanentemente y elevar su calidad de vida. En muchos casos a estas personas no les interesa cambiar su situación porque se sienten cómodos como están. Mi papá me contó una vez que le ofreció trabajo a un hombre que le pedía dinero y este le respondió con insultos. Otros dicen que al dar dinero a los mendigos se evita que se conviertan en criminales, lo cual no es más que otra forma de estigmatizar a las personas de escasos recursos.

No niego que somos un país tremendamente desigual en donde hay millones de personas en la pobreza,  ni desconozco que la solidaridad y el altruismo son valores fundamentales para el desarrollo y la paz de cualquier sociedad, pero creo que hay una delgada línea entre la caridad y la “conchudez” que hace mucho tiempo atravesamos. Por convicción personal creo que el esfuerzo y el trabajo duro son la clave para suplir todas nuestras necesidades y tener una mejor calidad de vida, no la lástima que somos capaces de generar. Existen miles de historias de éxito que así lo demuestran.

Le propongo a usted amable lector que evite apoyar la mendicidad. Si ve a alguien que tiene hambre en la calle, es mejor que le brinde un almuerzo o una empanada con gaseosa. Si es real la necesidad de esta persona, esta se lo va a agradecer. Igualmente, hay miles de fundaciones que apoyan diversas causas y trabajan sin ánimo de lucro para ayudar a los que lo necesitan. El Estado también dedica billones de pesos anualmente a programas sociales que tienen amplia cobertura.

 

 

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