El Mal Economista

Publicado el david a. huertas

Especial El Mal Economista: ¿Cómo hace trabajos en grupo un economista?

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Hoy me aventuro a contarles lo que he visto de ese ser tan enigmático, el Homo Economicus, en uno de sus ambientes más comunes en la época universitaria, el trabajo en grupo. Como se hemos visto a lo largo de este especial, el H. Economicus, mejor conocido como “Economista”, es bastante particular (por no decir raro). Sí, siempre pensando y analizando, más parecido al Capitán Spock de Strar Trek que a Homero Simpson. O al menos eso reflejan los textos. ¿Será que este ser hiperracional hace sus trabajos en grupo de forma distinta al resto de seres humanos? No sé si esta entrada sea una respuesta contundente para los lectores, pero les comparto un par de anécdotas a ver qué opinan ustedes.

Por ejemplo, cuando yo estaba en el colegio, con mis compañeros de trabajo, que eran mis mismos amigos, nos dividíamos el trabajo en la clase. Ya el sábado, nos reuníamos y después del debido almuerzo en casa del compañero y un rato de jugar Play o Xbox, cada uno contaba que había hecho y finalmente hacíamos la cartelera, presentación de Power Point o escrito de turno. Si nos ponían a sustentar nos tocaba improvisar, eso era un desatre. Al final creo que no salió tan mal, logramos graduarnos y actualmente cada uno hace algo por la vida (la mayoría al menos). Ahora, con base en juiciosas observaciones llevadas a cabo a lo largo de mi vida universitaria, me propongo descubrir si el ser un (prospecto de) economista afecta este comportamiento. Es por esto que vale la pena ver el trabajo en grupo un poco más en detalle.

¿Con quién me hago?

Desde que anuncian un trabajo en grupo uno busca los ojos de su mejor compañero y amigo sobre la multitud del salón, acto seguido ya está formado el grupo. Por su parte un economista debe pensar con quien hacerse, puesto que por un lado tiene a su amigo o amiga con quien pasa ratos agradables o sale a rumbear y por el otro, ese compañero no tan querido, pero siempre tan juicioso y responsable con sus trabajos. Esta disyuntiva, capaz de dañar amistades en la universidad, no es más que comparar los costos de oportunidad de hacerse con su amigo, por ejemplo tener una mejor nota, y de hacerse con alguien más juicioso (pasar una buena tarde de sábado). Claro que hay casos excepcionales, como que tu mejor amigo es juicioso, pero este es un caso atípico más bien. Supongamos que nuestro economista de referencia escoge racionalmente hacerse con quien le va a ayudar a obtener una mejor nota, porque a fin de cuentas podrá solucionar luego las cosas con su amigo(a) e igual salir el sábado en la noche. Sin embargo aún no está todo resuelto.

¿Cuál es mi parte?

Ahora, al final de la clase los compañeros del recién formado grupo se reunirán y acordaran quién leerá y escribirá qué. Lo anterior a pesar de que el profesor expresamente diga que no se dividan el trabajo. A nuestro grupo de economistas le parecerá ilógica esta solicitud del profesor, dado que la división social del trabajo descrita por Adam Smith en si Riqueza de las Naciones. Claro, nuestros economistas dirán que es esa especialización en ciertas tareas o temas del trabajo asignado la que los ayudaría a comprender mejor esa parte (para quienes efectivamente estudian, para quienes no, solo deja menos trabajo). No obstante y pese a que puedan tener la razón, nuestro grupo está ignorando el objetivo que pretende alcanzar el profesor con el trabajo; que aprendan de todo el tema y no de solo una parte en particular. Si bien este grupo decide ignorar dicho propósito buscando eficiencia (mejores resultados con la menor dedicación de tiempo y esfuerzo), esto no les garantizará el mejor resultado.

¿Cuándo hay que entregar?

Sí, puede ser el grupo ideal de compañeros trabajando, los más brillantes economistas, pero la mayoría sufre (¿sufrimos?) de un grave mal, la inconsistencia intertemporal. Este nombre tan elaborado es sencillamente el hecho de prometer que se va a iniciar su parte del trabajo mañana mismo, pero aplazarlo constantemente hasta que llega la fecha de entrega. En palabras castizas dejar todo para lo último. Por ejemplo, hay un trabajo para el lunes siguiente y usted propone con su grupo reunirse el jueves para discutir lo que cada uno hizo el miércoles, porque hoy martes no alcanzan a terminar. Entre miércoles y jueves usted descubrió otra tarea, trabajo, amigo en Facebook, traga en Twitter, o lo que se le ocurra y se reprograma la reunión para el sábado, pero el sábado usted sale con su amigo con el que no hizo el trabajo en grupo, entonces acuerdan enviar su parte el domingo por correo y dejar listo el trabajo. Ese domingo, enguayabado, cansado, trasnochado o como se levante, deberá trabajar hasta la madrugada para enviar su parte del trabajo el lunes en la madrugada. En conclusión, usted fue víctima de su propia inconsistencia intertemporal.

Podría hacerse una revisión más detallada de un trabajo en grupo entre economistas, pero creo que guardando las justas proporciones, se mantiene un comportamiento parecido al del colegio, aunque exista detrás otra racionalidad (o a lo mejor, se trata de explicar este comportamiento que no cambia, con lo que se aprende en la carrera). En resumidas cuentas, ser economista no cambia radicalmente la forma de hacer un trabajo en grupo, pero sí ayuda encontrar mejores explicaciones para actuar de esta manera.

Post Scriptum: Hay que admitir que siempre hay casos atípicos que no se comporten de esta manera, si usted es uno de eso y no le parece bien lo que está aquí escrito, lo invito a que escriba una respuesta.

Y no se pierda mañana ¿Cómo un grupo de economistas se van de viaje? por Daniel Alfonso

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