Por: Oscar Andrés Martínez
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Las pasadas votaciones del plebiscito para refrendar los acuerdos realizados y llegar a la terminación del conflicto armado con las FARC, en donde el No ganó por 53.894 votos y con solo una participación del 37%, deja en claro que Colombia tiene un nuevo y fortalecido deporte nacional: El Abstencionismo.
Fuente: El Espectador
Las consecuencias de las votaciones ya se conocen, el partido político ganador y su filosofía, “divide y reinarás” han salido con su bandera de la victoria. Me enseñaron en el colegio en clase de democracia (cuando la había, claro está), que en unas votaciones los principales ganadores no eran los políticos sino los electores, porque son ellos quienes determinan el rumbo de un país, municipio o una ciudad a través de sus representantes para llevar las mejoras que se necesitan.
Sin embargo, desde hace tres elecciones presidenciales, el concepto de democracia ha mutado a algo que llamo “egocracia”, cuya finalidad es llegar al poder a través de una elección popular para satisfacer el egocentrismo y el hambre de poder por parte de los partidos políticos. Gracias a eso la abstención electoral se ha fortalecido. Sin embargo, ¿Cuál es la tendencia del abstencionismo para decir que es un deporte nacional?
La participación en las elecciones desde que se instauro la segunda vuelta en el año 1994 tiene un promedio del 44,3% dejando así una abstención promedio del 55,7%. En estos últimos veinte años de procesos electorales la abstención se ha fortalecido, teniendo un promedio del 51,5% desde el año 1958 hasta 1990. Es decir, ni siquiera instaurando la segunda vuelta se ha logrado acabar con la apatía de los electores en materia de participación democrática.
Fuente: www.registraduria.gov.co
Ahora bien, esa apatía y abstención para ejercer el derecho al voto se fortaleció con los resultados del plebiscito. A las personas no les importa lo que pasa con el país o no cree en los políticos; o tal vez la ciudadanía está cansada de ver a la clase política en busca de idiotas útiles que se dejen manipular a través de un discurso populista, guerrerista, alarmista, con una demagogia y con verdades a medias en contra de las actuaciones del gobierno de turno para así desestabilizar instituciones y de paso a la sociedad.
A estas alturas desde mi punto de vista la clase política en Colombia que lleva años en la cúspide del poder esta como un muerto viviente, buscando incautos cerebros creándoles zozobra, miedo y pánico, para alimentarse de ellos y de lo más importante, sus votos, para así llegar o continuar en el poder, esa la teoría del populismo y de la teoría romana, el divide y reinaras.
Tras los resultados del plebiscito, en donde la mayor parte de las zonas más golpeadas por la violencia le dieron un total respaldo al proceso de paz, la respuesta de la gente en las principales ciudades fue el no: colombianos a los que les encanta criticar y ver la guerra por televisión dándole la espalda a esa otra Colombia. En donde importa un soberano comino lo que pasa en los municipios y veredas con los campesinos, los afrodescendientes e indígenas víctimas del conflicto.
Esa es la verdadera Colombia, una en la que vale más el discurso de odio mentiras y polarización que sentarse a leer y entender unos acuerdos. Jaime Garzón siempre lo dijo: «le apuesto a La Paz», y aquí esta como los colombianos le responden y honran su memoria. Ahí está, ese es el “Me Importa Un C…” ese que está en el día a día, y que viene acompañado del dejar hacer dejar pasar.
Nuestro nuevo deporte nacional está creciendo y fortaleciéndose, eso es delicado para una democracia, en manos de unos pocos ciudadanos (que si ejercen su derecho al voto), se está dejando en juego el bienestar y futuro de las siguientes generaciones. Quienes hacen uso de su derecho a votar están haciéndolo en su mayoría sin medir las consecuencias, sin leer, sin entender a que se enfrenta el país escogiendo a un candidato y su proyecto político. Es aquí donde está la razón de vivir de los políticos en la demagogia y la charlatanería que se promulga antes, y durante de un proceso electoral creando incertidumbre en la sociedad.