Desde la Academia

Publicado el

Del uso del tiempo y la brecha de género

Por: Jorge Tovar

La medida de riqueza de un país, enseñan todas las escuelas de economía, se mide tradicionalmente por el Producto Interno Bruto (PIB). La definición más simple es que el PIB es la suma del valor de todos los servicios y productos que genera un país durante un período de tiempo dado. Así, el PIB en Colombia creció 2,7% durante el 2018. Pero la medición tradicional del PIB mide exclusivamente la parte de la economía que está inmersa en el mercado laboral. Al PIB suma el trabajo del abogado, del obrero, del profesor y hasta lo que hace el alcalde de Bogotá. Pero no todo lo que hacemos durante el día suma al PIB. Hay otras actividades básicas de los seres humanos que están por fuera del indicador por excelencia del tamaño de una economía. Entre estas destacan actividades como el cuidado de otras personas (sin remuneración de por medio), o las labores del hogar (nuevamente aquellas que no involucran un pago a cambio).

En conjunto con Piedad Urdinola, Ph.D. en demografía y profesora asociada de la Facultad de Estadística de la Universidad Nacional, acabamos de publicar un libro sobre la importancia del trabajo no remunerado en las Américas. En un trabajo que contó con colaboración de investigadores de Costa Rica, Estados Unidos y Uruguay, se cuantifica por primera vez en el continente la importancia del trabajo no remunerado en nuestras economías.

Los resultados son sugestivos tanto desde el punto de vista de la economía de uso del tiempo, como desde la economía de género. En el capítulo del libro desarrollado en conjunto con Piedad y Gretchen Donehower, de la Universidad de California, Berkeley, encontramos que la economía no remunerada, no importa el país, pesa aproximadamente un tercio del PIB.

En Colombia la economía no remunerada pesa, como proporción del PIB 37,7%. No es, desde ningún punto de vista, una cifra despreciable. El dato colombiano es superior a sus pares de Costa Rica, Estados Unidos y Uruguay donde la economía no remunerada representa en promedio el 30% del PIB.

Las mujeres son responsables de la mayor parte de esta producción no remunerada. Así, en Colombia ellas producen el 61% del trabajo no remunerado. En otras palabras, por cada 10 horas de trabajo no remunerado que se produce en Colombia, las mujeres producen 6 y fracción. La desigualdad es evidente. Infortunadamente no hay cifras para comparar la evolución histórica, pero es sugestivo imaginarse que en el pasado tal brecha sería aún mayor. En este sentido, no deja de llamar la atención que la brecha de género en el uso del tiempo no remunerado es incluso más alta en Costa Rica y Uruguay que en Colombia. Allí las mujeres producen 76,8%, y en Uruguay el 71,5%. Cuantitativamente estamos más cerca de los Estados Unidos donde las mujeres producen el 61%.

En el capítulo sobre Colombia se explora en más detalle estas cifras. Las mujeres entre 20 y 25 años, por ejemplo, dedican entre cuatro y cinco veces más que los hombres al cuidado de los niños. Simultáneamente los hombres dedican mayor tiempo que las mujeres al trabajo remunerado.  De ahí el conocido resultado de que las mujeres sacrifican el trabajo a cambio de cuidado de los niños. El trabajo encuentra que estos resultados generales están guiados por el nivel educativo de aquellos involucrados. A medida que las mujeres alcanzan un mayor nivel educativo, menor será la brecha de género en el uso del tiempo. La educación terciaria no elimina totalmente la brecha, pero la reducción es notable. Así, las mujeres con menor nivel educativo dedican hasta 3 horas más al día a actividades no remuneradas que sus contrapartes masculinas. Con un nivel de educación intermedio, las mujeres dedican cerca de 2 horas más de trabajo diario no remunerado que los hombres. Las mujeres con un alto nivel educativo, en cambio, dedican algo más de 1 hora diaria de trabajo.

Estudios pioneros de algunas investigadores, como Ximena Peña, llevaron a implementar medidas para reducir el uso del tiempo de la mujer en actividades del hogar. Fue a través de su investigación que se diseñó e implementó un plan para facilitar lavadoras en el hogar.

Nuestra investigación es un paso adelante en ese camino pues encuentra que si bien las actividades del hogar son importantes, en general lo que más tiempo toma es el cuidado de los hijos. Las políticas estatales pueden ayudar incentivando la participación laboral femenina y diseñando mecanismos para atacar las causas de la brecha existente. Pero también hay un camino abierto para seguir investigando sobre el uso del tiempo en los hogares, entendiendo las implicaciones de los cambios que se requieren, y las rutas para llegar a ellos.

 

 

Comentarios