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COVID-19 en Colombia: ¿aplanaremos la curva o maximizaremos el pico de contagios? Depende de todos

Por David Bardey

Como lo indiqué en una entrada la semana pasada, es posible que nos hayamos encerrado demasiado temprano para luchar contra la propagación del COVID-19 y sus consecuencias sanitarias. En efecto, mientras que los países europeos reabren sus economías porque acabaron de pasar el primer pico de esta pandemia (lo que significa que el número de contagiados y, por ende, el número de pacientes que requieren servicios de Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) están ambos disminuyendo), en Colombia como en otros países del continente ya estamos reabriendo, no porque nos encontremos en una fase descendente de la curva de contagios, sino porque las consecuencias sobre las economías se revelan desastrosas. En la “Nota Macro nº20” que publican varios profesores de la Facultad de Economía de la Universidad de Los Andes se puede ver entre otros un acercamiento trágico del ingreso medio en Colombia (el nivel de ingreso que gana 50% de la población colombiana) con la línea de pobreza para los próximos meses. En términos de producción, el DANE acabó de publicar que, con solo 10 días de encierros durante el mes de marzo, el PIB cayó de 4,9% durante ese mes. Les dejo extrapolar cómo nos irá en el mes de abril, pero seguramente los resultados serán terribles.

Dicho lo anterior, no hay dudas de que lo que motiva la reapertura de la economía son las consecuencias económicas, y no razones puramente epidemiológicas relacionadas con el COVID-19. Si la razón hubiera sido la pandemia, habríamos esperado pasar el primer pico de contagios, el cual no está esperado antes de uno o dos meses. Es importante recordar que el objetivo de los encierros y, de manera más general, de las medidas de distanciamiento social es disminuir el factor de reproducción del virus, generalmente llamado Rt (i.e. el número de personas que una persona infectada va a contagiar en un momento t). Bajo la presión generalizada de que una pandemia se tiene que controlar de manera temprana porque la propagación sigue una progresión exponencial, se cerró la economía en un momento en el cual había 212 casos reportados. Se estima que el coronavirus entró a Colombia con un Rt aproximado de 2,5 y, gracias a las medidas tomadas, bajó aproximadamente a 1,1. Ahora con la reapertura deberíamos tener un Rt que se incrementará mientras que el número de contagiados reportados es un poco mayor a 14.000. Aunque creo que la reapertura es más que necesaria, tanto por razones económicas como sanitarias relacionadas con factores distintos al COVID-19 (me extenderé sobre eso en adelante), es poco decir que reabrir ahora, tomando el riesgo de aumentar el Rt, puede acelerar bastante la progresión del virus en el país.

Quiero resaltar que sería injusto culpar el gobierno de haber tomado estas medidas tempranas porque realmente estábamos “contagiados” por este mensaje que era lo políticamente correcto en este momento. Y en efecto, como nuestros últimos resultados (ver acá) obtenidos con mis colegas Manuel Fernández y Alexis Gravel de la Universidad de Los Andes lo revelan, todo el resto igual, cerrar de manera temprana es efectivo para mitigar las consecuencias de la pandemia en la fase inicial de esta. En otras palabras, comparando los países en etapas similares de la expansión del virus, hasta el momento les ha ido mejor a los países como Colombia que cerraron sus economías de manera temprana. Sin embargo, sigo pensando que es una “Victoria Pírrica”, porque no solamente las consecuencias económicas son devastadoras, sino que las consecuencias sanitarias causadas por el encierro pueden ser también trágicas, inclusive peor que las directamente asociadas al coronavirus. Por ejemplo, durante estos dos meses se han suspendido la mayoría de las campañas de vacunación. Les dejo imaginar lo grave que podría ser una epidemia de sarampión en Colombia causada por una menor cobertura de las vacunas (por información el R0 del sarampión está estimado entre 12 y 18). Y si prefieren no imaginar, para los que quieren ver, les dejo acá un artículo publicado en la prestigiosa revista Lancet que detalla las consecuencias de una epidemia de sarampión sobre mortalidad infantil y materna en los países en desarrollo. Un artículo (ver acá) publicado en El Espectador esta semana explica varios de los problemas que tienen los pacientes enfermos de cáncer para obtener sus tratamientos, y sin hablar de la detección tardía que tendremos de enfermedades severas que se habrían podido tratar de manera mucho más eficaz en otras circunstancias y que podrán terminar con consecuencias trágicas. En fin, los muertos invisibles de los que hablaba Alejandro Gaviria hace un par de semanas…

Como ya lo mencioné en mi entrada anterior, frente a eso, los modelos epidemiológicos se dividen en dos grupos: los que predicen que el pico de contagios se aplaza y se aplana, y los que revelan que solamente se aplaza el pico. En ambos casos, las medidas de aislamiento obligatorio permiten ganar tiempo para preparar el sistema de salud, pero uno podría calificar los primeros de optimistas y los segundos de pesimistas, porque solamente la primera escuela de epidemiólogos estipula que las medidas de distanciamiento social permiten bajar el número de contagios máximo que tendremos cuando estaremos en el “pico” de la curva. Los de la segunda escuela están vistos a veces como fatalistas porque las medidas tomadas no cambian el número de contagiados que tendremos al final de esta pandemia, solamente habremos comprado tiempo y pospuesto el pico.

La idea que quiero traer a colación en esta entrada es que, si creemos en la primera escuela, “supuestamente optimista”, entonces es importante entender que, por las mismas razones que se puede aplanar la curva (gracias a las medidas tomadas), se puede también subir el pico de contagiados por nuestros propios comportamientos. Es decir, si creemos que realmente el distanciamiento social permite la reducción de los contagios, y por ende aplana el pico, la otra cara de la moneda es que la reapertura en este momento aumentará la tasa de reproducción del virus y que dicho pico se incrementará.

De cuánto aumentará Rt depende también de nosotros, no solo de lo que hace el Gobierno, y eso será mi último mensaje. ¡Literalmente o no, buena parte del problema está en nuestras manos! Lo que me asusta es que después de casi dos meses de encierro se nota a través de las primeras medidas de flexibilización tomadas por el Gobierno nacional y los gobiernos locales, que la gente está saliendo bastante en las calles y a veces incumpliendo las reglas más básicas de autoprotección contra el virus. Eso puede ser trágico porque si Rt sube bastante mientras que ya tenemos 14000 casos de personas infectadas reportadas, aplicando una escala exponencial a estos números podemos llegar a cifras muy altas con un desborde total de lo que el sistema de salud es capaz de atender. En la etapa en la cual estamos es crucial que tengamos una comunicación acertada por parte de nuestros gobernantes para que la gente no malinterprete el fin del confinamiento. La vida no será la misma durante un tiempo, y tenemos que adaptarnos a esta nueva realidad si queremos evitar tener un primer pico muy alto que dejaría heridas muy profundas en la sociedad. También es muy importante que aumentemos la capacidad de testear (ver nuestra columna con Andrés Alvarez y Jimena Hurtado en este blog) a la gente para desacelerar la progresión del virus. Cumplir reglas básicas de autoprotección y políticas de rastreo del virus serán fundamentales en esta etapa de reapertura si queremos que este “costoso” encierro no haya servido para nada, es decir que permita efectivamente aplanar la curva en lugar de maximizar la altura del pico de contagios.

 

 

 

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