Desde la Academia

Publicado el

Sí al ingreso básico garantizado: elementos sobre cómo implementarlo

Por Andrés Zambrano

La pandemia del Covid ha dejado al descubierto la vulnerabilidad de los hogares colombianos y la ausencia de una red social que pueda asistirlos para sobrellevarla. Esto ha llevado a una discusión sobre mecanismos que aseguren un ingreso básico a todos los hogares para protegerlos frente a futuros choques; con el cual el mismo ministro de Hacienda ha manifestado estar de acuerdo, “pero no para esta emergencia”. En la entrada de la semana anterior, mi colega Jorge Tovar argumentó por qué el ingreso básico universal (IBU) no debería ser implementado para este propósito. En esta entrada argumentaré por qué sí deberíamos implementar un ingreso básico garantizado (IBG) y proporcionaré elementos para su diseño.

¿En qué consisten estos dos mecanismos? El IBU, como su nombre lo indica, entrega una transferencia a todos los miembros de una sociedad; mientras el IBG asegura que todos tengan acceso a un ingreso mínimo. La diferencia consiste en que el primero le daría una transferencia del mismo monto a todas las personas, incluso a aquellas de hogares con altos ingresos; mientras el segundo solo ofrecería una transferencia a personas con ingresos menores al ingreso básico y su monto sería el necesario para completar dicho ingreso.

Como Jorge lo indica, los beneficios de un IBU es que no habría necesidad de incurrir en costos de focalización, pero sería excesivamente costoso. Según CEPAL, podría costar 20% del PIB anual, impagable para un país como el nuestro cuyo recaudo tributario es de menos del 16% del PIB. Por su lado, el IBG sería más frugal, y por ende más fácil de financiar, pero siembra dudas su implementación efectiva. Más adelante hablaré de cómo hacerlo.

Existen también propuestas modificadas de los anteriores dos conceptos que intentan responder a esos retos. Por un lado, una gran coalición de 50 senadores de centro izquierda propuso un ingreso básico focalizado a los hogares vulnerables (más de 30 millones de personas) por un salario mínimo mensual durante los siguientes 3 meses. Primero lo hicieron como una sugerencia al presidente y luego como un proyecto de ley ante la negativa del Ejecutivo. Lo más atractivo de esta propuesta es que sugiere que el Estado tenga en cuenta las transferencias hechas por programas ya establecidos y solo deba aportar lo que falta para llegar al salario mínimo. Esto es imperativo dada la multiplicidad de programas como Familias en Acción, Jóvenes en Acción, Adultos Mayores e Ingreso Solidario. Pero su mayor debilidad es que es una propuesta temporal y deberíamos encaminarnos hacia un programa permanente. Y es precisamente temporal porque su costo anual sería de 9,6% del PIB anual, también impagable.

Por otro lado, el Plan de Desarrollo de Bogotá recientemente aprobado propone un programa permanente que divide la población de la capital entre pobres, vulnerables y el resto, y da transferencias a los dos primeros grupos, siendo mayores las transferencias para los primeros. Su costo es de 9 billones de pesos por año, algo menos del 3% del PIB de Bogotá, una cifra que sí se puede pagar. Y aunque lo llaman ingreso mínimo garantizado, en realidad no tendría en cuenta los posibles ingresos que tendrían los pobres, en cuyo caso les garantizaría un ingreso mayor al básico. Tampoco considera la situación actual donde los vulnerables han visto disminuido completamente su ingreso y, por ende, al recibir una transferencia menor, su ingreso total no llegaría al ingreso básico.

Ambas propuestas tienen el problema que implementarían transferencias por hogar, pero un hogar unipersonal tiene necesidades muy distintas a una familia con 3 hijos. Esto implica que cualquier programa debe diseñar transferencias por persona. Segundo, ambas propuestas usan el Sisbén como mecanismo de focalización, el cual se basa en encuestas que no se realizan a toda la población. De hecho, está pandemia mostró la existencia de una gran cantidad de hogares vulnerables que no se encontraban en las bases de datos del Sisbén, que tiene 21 millones de registros, y fue necesario recurrir a otras bases de datos que permitieran identificar hogares elegibles para el programa Ingreso Solidario. A pesar de este loable esfuerzo, aún quedan muchos más hogares vulnerables por identificar.

Mi propuesta en este segundo aspecto es implementar la declaración de renta para toda la población económicamente activa como mecanismo de identificación. Declarar renta no significa pagar impuestos; al contrario, es una oportunidad para otorgar subsidios, como lo escribí en una entrada anterior. De esta manera, para el Estado sería más fácil implementar el IBG con base en esta información pues tendría acceso al ingreso de cada hogar y sabría cuánto se necesita para completarlo. Esto disminuiría aún más sus costos y lo haría financieramente más viable. Claro, existe el problema de incentivar las personas para que reporten honestamente su ingreso. Para esto es necesario fortalecer la capacidad de supervisión de la DIAN y crear penalidades como la exclusión de las transferencias por varios años a aquellos que hagan trampa.

El ingreso mínimo o renta básica del programa también debería considerarse para la definición del mínimo vital que se usa para descontar impuestos. Actualmente se considera como mínimo vital el 25% del ingreso, con la implicación grosera que los hogares más ricos necesitan más dinero para sobrevivir, ridículo y muy regresivo. Todas las personas deberían descontar la misma cantidad de dinero para pagar sus impuestos y si sus ingresos no alcanzan a ese rubro, es el deber del Estado completarlo, ese es el espíritu de IBG.

En resumen, el IBG por persona es el programa más razonable y costo-efectivo para asegurar ese mínimo vital que proteja a los hogares pobres y vulnerables frente a choques, y la declaración de renta universal es la mejor manera de implementarlo. Ojalá exista la voluntad política para movernos hacia allá, y aplausos para la Alcaldía de Bogotá que ya se arriesgo a dar el primer paso para hacerlo realidad.

Comentarios