Verde césped

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No lo comparen, por favor

Ni Mbappé será el sucesor de Messi, ni Vinícius Júnior lo superará, ni Cristiano Ronaldo es comparable con lo que hace el astro argentino. Lionel es único e inigualable. Lo es desde que él mismo se aplicaba las inyecciones que le permitieron crecer como normalidad. Lo es desde que su talento natural volvía locos a los niños rivales en Rosario. Lo es desde que River Plate rechazó pagarle el tratamiento y se fue a Barcelona dejando a sus amigos, a sus hermanos, a su mamá y al amor de su vida, para seguir pegado al otro amor de su vida: la pelota.

Sus condiciones no parecen de un ser humano normal. Cada partido hace que nazca el interrogante sobre si nació en Argentina o en otra galaxia. Además de su gambeta excepcional, de sus tiros libres, de que pareciera que el balón, cuando él lo conduce, estuviera pegado al botín, entiende el juego como nadie. Su visión de lo que sucede en el verde césped es ridículamente inentendible. Observa espacios que solo él ve. Los crea y los aprovecha. Ah, y anota más de 50 goles por temporada.

El domingo dio otra cátedra de arte futbolística. Volvió a generar brillo en la retina de los que amamos el deporte que mueve las emociones como ningún otro. Su gesta fue aplaudida por los aficionados del Benito Villamarín, quienes entendieron todo. Reconocieron que son afortunados por presenciar en vivo a un ser que la humanidad no volverá a disfrutar. Aplaudieron, aunque fue en contra del club que aman, el golazo al ángulo. Ese que se dio mientras un jugador del Betis estaba acostado detrás de la barrera por si al genio de genios se le daba por intentar por debajo de ella. De nada sirvió la maniobra del futbolista local, el sagrado objeto redondo superó a todos. También reconocieron la definición a la carrera y la sutil caricia que terminó con el arquero Pau López adornando un golazo aéreo que pegó en el travesaño y entró.

El mejor futbolista de la historia continuará con sus locuras, las que extrañaremos algún día que ojalá nunca llegara. Las que serán recordadas por los milenios de los milenios. De las que hablará el entorno del balón por siempre. Las que nunca se olvidarán, las que logran que Messi Cuccittini sea del pequeño porcentaje de personas que se vuelven eternas. Esa es la gloria. Por eso, por favor, no lo comparemos con nadie.

@SebasArenas10

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