Tenis al revés

Publicado el @JuanDiegoR

Apología a tu torpeza

Ayer me dijiste que detestabas el lado torpe de tu personalidad. Y nos despedimos sin que encontrara las palabras adecuadas para explicarte que te habías referido a lo mejor de ti. Perdón si te causo enojo. Quizá habrás querido que resaltara la bondad, tu apariencia o tus logros. Pero yo me quedo con la torpeza.

Me quedo con las carcajadas ruidosas, las gafas mal puestas, los movimientos aparatosos, tu andar disonante, tus impulsos de dar abrazos a quien busca saludar con la mano y las expresiones exageradas de alegría mientras los otros cubren su boca con la mano como midiéndose, como buscando encajar en el prototipo de perfección e invulnerabilidad que nos inculcaron como requisitos para lucir exitosos y lograr vendernos como una marca confiable.

La torpeza no es sinónimo de estupidez. Es más bien un síntoma de autenticidad. Y cuando se escapa del rigor de la vanidad que todos padecemos, te hace una persona más honesta, sin menos artificios, y desnuda la fragilidad que todos llevamos por dentro pero que nos negamos a aceptar porque creemos que nos hace indignos y menos interesantes.

Tu torpeza me recuerda que yo también caigo en el error de intentar ocultar la mía. Y lo más importante: me transporta a la época en que no buscábamos sorprender a nadie salvo a nosotros mismos con los detalles más pequeños. Tu torpeza me recuerda esa parte de la vida antes de que aprendiéramos a usar máscaras de acuerdo a la situación y no en razón de nuestros impulsos más profundos.

Cuando nos volvamos a encontrar, te lo pido: no pretendas domesticar tu torpeza ni con modulaciones medidas, ni con gestos que no van con tu cara, ni con modales de realeza, ni con poses de modelo o intelectual. Guarda ese material para tus redes sociales y más bien cuando nos encontremos de frente sé tan torpe como naciste y contágiame. Lo necesito. Seamos torpes juntos y dañemos la uniformidad de caras predeterminadas y premeditadas a nuestro alrededor.

Riámonos fuerte aunque los del lado nos juzguen, afloremos nuestra capacidad de asombro, juguemos a las zancadillas y olvidemos el hábito de intentar caer con estilo, dejemos que nuestras bocas gesticulen como quieran, burlémonos del otro hasta querernos así, ensuciémonos las comisuras con helado y avancemos despelucados y con los ojos estrábicos hacia cualquier dirección.

A nuestro próximo encuentro, te agradeceré si traes contigo la torpeza. No la olvides. Ya verás que algún día nos hará libres.

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