Pelota literaria

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La filarmónica de Munich

La red se infló ante el beso furtivo de la pelota cuando Coman dio un frentazo que cruzó la guardia de Keylor Navas. Iban 58 minutos y esa jugada apuntilló la sexta copa de Europa para el Bayern Munich.

El partido fue uno, bello, intenso y abierto en el primer tiempo. PSG con la adrenalina de abrazar “la Orejona” se sintió a gusto con el paso de los minutos. Bayern, aceitado desde la llegada de Hans-Dieter Flick y crecido en Lisboa, jugaba contra sí mismo; contra su ego, contra su confianza. Sabían que de no cometer errores, podrían ser nuevamente reyes de Europa.

El proyecto multimillonario del club parisino quería convertir por fin tanto dinero en gloria. Neymar tuvo una gran oportunidad en la primera mitad que controló Neuer con su calidad, -todo un capitán del barco alemán-. Di María remató en otra ocasión con derecha y por arriba. Demasiado perdón del PSG, no lograban desvestir su traje de novatos en la final.

En la segunda parte, mucho cambió. Tuchel no logró dar un paso al frente con el equipo: intermitentes, inseguros y con ansiedad. Mientras, el Bayern se afianzó: Kimmich, Thiago y Goretzka cerraron el medio campo y empezaron a dar más peligro a la infantería en ataque. Un fallo en el balcón del área de los franceses dio opción a Kimmich quien puso medio gol para que Coman culminara la faena de cabeza: 1-0

Un ex PSG, como Kingsley Coman viajero itinerante y consolidado en Baviera hizo uno de los goles más importantes de su vida. PSG veía como un talento de las barriadas periféricas de París, clavaba una daga al club que lo llevó al profesionalismo.

Con más empuje que estrategia, PSG casi empata en el 69. Marquinhos logró cruzar un gran balón pero Neuer dirigiéndose a un lado, logró interceptarlo con un movimiento mágico de su pierna derecha. Minutos después, Kimmich estiró el pie y mordió medio zapato a Mbappé para así evitar el añorado empate.

Un último intento del París con desborde de Neymar por la izquierda y una gran pelota que cruzó toda el área sin nadie al remate. Mientras Icardi estaba en la banca, y de Cavani solo quedaban lejanos recuerdos.

El PSG dio un paso histórico hasta donde llegó pero dejó ir una oportunidad espléndida para ingresar al selecto club de campeones de Europa y sellar un viejo y gran anhelo. Fue campeón de Francia en un torneo inconcluso y cerrado por la pandemia, y subcampeón de Europa con logros vestidos de fiasco. Sucumbió ante un ex canterano que encontró vida en Alemania; cayó ante un equipo que es el nuevo campeón de Europa, goleador ante la pandemia, histórico ante las grandes cumbres.

Nueve meses antes el Bayern apenas sobrevivía en el noveno puesto de la Bundesliga. Despedido Kovac, asumió el segundo, Hans-Dieter Flick. Conocedor de la casa, y un extraordinario comunicador, habló con sus jugadores, transmitió claridad, revitalizó al vestuario, dio apoyo a la columna vertebral: Neuer, Alaba, Mueller y Lewandowski; confió a plenitud en la camada: Davies, Kimmich, Gnabry.

Nunca perdieron ni en Alemania, ni en Europa. Sólo el Leipzig les sacó un empate en todo este tiempo en el que apilaron 29 partidos. La pandemia en lugar de ser un obstáculo los creció. La “team manager”, Kathleen Krüger hizo la supervisión de entrenamientos virtuales y guió a los jugadores en sus rutinas durante el confinamiento. El equipo regresó convertido en un tren.

Cabalgó el reinicio de la Bundesliga hasta que salió campéon, y también levantó la Copa de la Liga. Selló su boleto a Lisboa goleando al Chelsea, y nada más aterrizar en Portugal destruyó al Barcelona, y luego despachó al Lyon en 60 minutos.

Ante su reto frente al PSG, vio que se acercaba la hora. Antes de complicarse, logró la ventaja en el 58 y fue suficiente para llevar el partido a buen puerto y con él, la “Orejona” para Munich.

Lo que hizo el Bayern tiene impacto estratosférico. Normalmente el Bayern no vive enamorado de Europa por largo tiempo, normalmente pasan años antes de repetir una temporada a este nivel. Tal vez rompan esa tendencia. Apenas tienen dos semanas para regresar a competir y a ganar como lo hicieron hasta hoy.

PSG estuvo cerca, muy cerca. Tal vez hace falta más dinero, tal vez más historia. O simplemente por ahora, no encontrar de frente a Flick y su filarmónica de Munich.

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