Oriental Popular Norte

Publicado el David Leonardo Carranza Muñoz

Los muertos que no importan: América 1 – Cali 1

Foto: Twitter del América de Cali 

Arley Andrés Carvajal y Jhoan Sebastián Alegría fueron asesinados. A nadie le importó. Los mataron por tener puesta una camiseta roja. No más que una noticia de registro para uno y para el otro.

Hace más de 70 años, unos tipos agarraron a la abuela de mi esposa en El Cocuy y se la quisieron llevar, probablemente para matarla. Ella llevaba puesto un abrigo rojo. Esa era razón suficiente para negar su existencia. La verdadera vergüenza de este país debería ser la falta de evolución, un avance que al final no es más que reconocer nuestra humanidad.

A Carvajal lo asesinaron el 8 de febrero. Ese día se jugó el clásico en Palmaseca y Cali ganó 2 a 1. A Alegría lo asesinaron el 27 de febrero. Dos días después hubo partido en el Pascual Guerrero, empataron 1 a 1.

La gente vio el partido en el estadio, por la televisión o lo escuchó por radio. Todo siguió igual. Incluso, tras el asesinato de Carvajal, Jorge Enrique Vélez, presidente de la División Mayor del Fútbol Profesional Colombiano, dijo que “la muerte ni siquiera fue cerca del estadio” y que eso no tenía “nada que ver con el fútbol”. Un desmarque a la altura de los dirigentes de este deporte.

A veces me cuestiono por mi afición al fútbol. Me siento sucio por estimular y ser cómplice de este fenómeno violento, machista e intolerante. Me niego a que mi gusto por las gambetas, los caños o los pases filtrados sea suficiente como para tolerar la muerte.

El sábado, mientras veía Borussia Dortmund contra Friburgo cambié de canal porque el comentarista dijo que algo extraño pasaba en el partido de Hoffenheim contra Bayern Munich. Los hinchas del Múnich sacaron una pancarta en la que, después supe, se leía: ““Todo sigue igual, la federación rompe su palabra y Hopp sigue siendo un hijo de puta”. Ante este acto de violencia contra Dietmar Hopp, presidente del club local, el árbitro detuvo el partido y los jugadores se retiraron de la cancha. Luego volvieron y terminaron los 13 minutos que restaban del juego pasándose la pelota unos a otros.

Cuando el partido terminó, Hopp, Karl-Heinz Rummenigge, director general del Bayern Munich; y los jugadores de ambos equipos se dieron la mano dentro de la cancha y aplaudieron. Acá el presidente de la Dimayor todavía cree que el asesinato de Carvajal y Alegría nada tiene que ver con el fútbol.

Comentarios