Luego de la triste derrota en el clásico del pasado domingo, las preocupaciones de la hinchada aumentaron. La cuestión fue que perder en condición de local puso en evidencia que por más esfuerzos que hagamos en creer que todo se encuentra sobre ruedas, la situación de Santa Fe es deprimente y lo peor, es susceptible de empeorar.
La renuncia de Otero fue casi eminente por la falta de resultados. Me sorprendió que terminó echándole la culpa a los hinchas, acudiendo a argumentos irrisorios como que lo “apretaron” en los entrenamientos. ¿No hubiera sido un poco más decente que hubiera aceptado su incapacidad de manejar el equipo? Cuando los hinchas supimos que el “profesor” se iba entonces ingenuamente creímos en los rumores de quién sería el nuevo técnico rojo. Sonaron nombres y hasta Julio Comesaña visitó la sede del equipo. Pero finalmente, escogieron a Arturo Boyacá. ¿Quién le habrá hecho pensar a los directivos que un técnico “junior”, así sea de la casa, es quien debe manejar a uno de los pocos equipos en el país que ha visto el mejor fútbol del mundo en sus mejores épocas?
La llegada del nuevo Director Técnico, Arturo Boyacá, presagiaba, de alguna manera, que no podríamos esperar resultados diferentes en la cancha a lo que han mostrado los cardenales en todo el torneo. Y en su primer partido perdió frente al rival de patio.
Así estuviéramos disputando el torneo del Olaya, no hay razones de peso que puedan justificar semejante decisión. No tengo opiniones personales acerca de los directivos y mucho menos del nuevo Director Técnico, pero en momentos de coyuntura es mejor mirar para arriba y solucionar los problemas de fondo y no acudir a medidas desesperadas. Si el problema es de dinero ¿Por qué no han aceptado los ofrecimientos de algunas personas que quieren inyectarle dinero al equipo? ¿Por qué no empiezan los planes de democratización para crear acciones y que se vuelva a capitalizar?
Una de las primeras consecuencias de esta decisión en el cuerpo técnico fue el clásico. Su planteamiento inicial fue acertado, pero los cambios de los jugadores durante el juego y el bajonazo de nivel del equipo en el segundo tiempo evidenciaron que falta mucho por pulir, cuestión que debió hacerse en la pretemporada y no a mitad del torneo, casi eliminados.
¿Dónde está el plan de estrategia de mercadeo que anunciaron con bombos y platillos? ¿Cuándo van a abrir la nueva Casa Cardenal? ¿Quién se va a poner al frente para llevar gente al Estadio? ¿Cuánto tiempo tiene Boyacá para sacarnos del fondo de la tabla?
Preguntas que las fuentes oficiales de nuestro equipo no se han tomado la molestia de responder y al parecer tienen poca intención de resolver los problemas que van más allá de lo deportivo y lo económico.