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Publicado el Andres Vargas

NADAL: “SI PIERDO, LA VIDA CONTINÚA. NO ES EL FIN DEL MUNDO”

Juan Carlos Molano @juankmolano 

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Su reciente desempeño lo llevó al Roland Garros apenas arrastrado hasta uno de los últimos cupos de siembra. Pero, para él, así como para Roger Federer y Novak Djokovic,  llegar primero o llegar de último no importa.

Foto AFP

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Si seguimos su historial, es bien claro que Rafael Nadal puede dar el gran salto en las canchas parisinas que están a punto de albergar uno de los torneos de tenis con mayor prestigio en el mundo: Roland Garros. Y ello no solo lo tienen claro el mismo español, Roger Federer y Novak Djokovic, sino más tenistas, muchos expertos y –cómo no- cientos de aficionados.

Para la muestra, tres botones.

Hace unos días, un periodista le preguntó a ‘Nole’ en una rueda de prensa si “es mejor encontrarse a Nadal en los cuartos o en la final (de Roland Garros)”. Con genio y figura, el serbio respondió: “¡Es mejor evitarlo del todo en París! Si (yo) pudiera jugar contra alguien más, sería mejor”.

Y como últimamente la controversia gira en torno a si el español debería ser siembra de un Grand Slam cuando no ha cosechado mayores triunfos en lo que va de la temporada, resulta innegable no pensar si las palabras de Djokovic tenían que ver con enfrentarse en una instancia de esas con un jugador que viene de sorteo.

Pero no, toda duda quedó disipada cuando el número uno del mundo dijo: “¿Rafa no merecería, después de nueve victorias, ser al menos (uno) de los primeros cuatro cabezas de serie?”.

Es cierto que muchos reclaman para el manacorí un lugar que él mismo ha luchado ‘con garra’ por lo menos por una década, a punta de un gran desempeño profesional. Y, en contraste, también es cierto que para otros solo los resultados deberían darle a un jugador su franca entrada a los torneos.

Pero, ¿qué dicen los tenistas que lo conocen y que rivalizan con el ibérico? Porque una cosa es hablar como periodista o como fan, desde la pantalla del computador, y otra es sentirlo, porque aplicando el adagio popular: “quien lo vive es quien lo goza”.

Novak, por ejemplo, asegura que la actual situación de Nadal solo “dice que él (refiriéndose al español) también es humano, que puede tener problemas”. Roger Federer se muestra de acuerdo. Afirmó en rueda de prensa hace poco: “Sé lo que es sentirse inseguro. Es lo normal en una carrera de quince años”.

Y con todo el conocimiento de causa incluso sentenció: “A veces (los mejores tenistas del mundo) dudamos de nosotros mismos, y cualquiera que diga lo contrario, miente”.

Cuando el suizo fue cuestionado sobre Nadal en la ‘Ciudad Luz’, respondió como para no dudar del respeto que inspira el jugador en el gremio: “Parece que lo está haciendo bien, pues no lo ha perdido (el torneo de París) en diez años (…) Digan lo que digan, es el favorito para el Roland Garros. Es mi favorito”.

O sea que ni tener el segundo peor resultado en once ocasiones que ha estado en el Foro Itálico, ni ser el séptimo cabeza de serie de París, ni haber llegado al segundo Grand Slam sin títulos en tierra europea, ni estar en los cuatro primeros del escalafón ATP y sí en el peor puesto en una década, ni las varias lesiones y operaciones repentinas que ha sufrido, ni los problemas que llegan desde el epicentro de todo lo que sucede en su raqueta: la cabeza, parecen detener la reputación que Rafal Nadal tiene como marca deportiva.

Hasta él mismo la refuerza cuando da sus declaraciones a la prensa, ante la cual parece absolutamente seguro de quien es, al tiempo que le deja oler un poco de miedo. Una receta que parece funcionar a la perfección en los medios y la fanaticada: “Es verdad que voy estar con peor ranking que nunca y (que) podría tener que jugar (en Roland Garros) con rivales muy duros. Pero voy a estar listo para cada partido”.

Lo cierto es que si Rafael Nadal pierde en Francia, “la vida continúa y no es el fin del mundo. He ganado tantas veces allí que perder es parte de eso, de la vida”, dijo el balear.

Pese a esa cruda verdad, el Roland Garros será, por lo menos para los fans, la prueba de fuego que pondrá de un lado el miedo a perder y del otro la necesidad de ganar, sentimientos que parecen haber empujado al manacorí a un ciclo de malos resultados que parece no tener freno. Amanecerá y veremos.

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