It was born in England

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¿Y si vuelve el líbero?

Durante la Copa del Mundo de Corea y Japón en 2002, dentro de toda la excentricidad que ofreció el torneo en su primera visita a Asia, una destacó por encima del resto debido a que no se trataba de una ventana al futuro sino de una al pasado: el capitán de Corea del Sur, Hong Myung-Bo, jugando de líbero. Para 2002, la posición había caído en desuso a cuenta de las defensas zonales en línea; sin embargo, el fútbol asiático todavía se encontraba rezagado respecto a la élite en ese respecto, por lo que Myung-Bo en pleno siglo XXI seguía desempeñándose en esa función tanto en clubes como en selección. Ayudaba que el director técnico de Corea, el holandés Guus Hiddink, seguía siendo adepto a los marcajes al hombre aquí y allá, en contracorriente al resto del mundo. Así, Myung-Bo jugó un espléndido campeonato y ganó el Balón de Bronce del torneo haciendo un fútbol que se consideraba ya extinto.

Desde los albores del siglo XX, alguna versión del líbero hacía ya parte del entramado táctico del fútbol. Entonces, aprovechándose de la ley del fuera de juego que indicaba que un rival se encontraba en posición ilegal si al momento de salir el pase hacia él estaba en terreno del otro equipo y tenía por delante menos de tres jugadores contrarios. Así, los equipos solían alinearse con solo dos defensas y con que uno de los dos se adelantara en el momento justo, el atacante quedaba en offside. Con el cambio de esta regla en 1925, la trampa del fuera de juego se consideró riesgosa y obsoleta y los marcajes al hombre ocuparon su lugar como estrategia preferida. Aunque interrumpida por la Segunda Guerra Mundial, el líbero comenzó hacia finales de la década de 1930 un renacimiento con la invención de los sistemas cerrojo, que combinaban el marcaje al hombre con el añadido de dejar un jugador libre de marcas detrás de la línea defensiva encargado de corregir los errores y desajustes que pudiese provocar el ataque enemigo.

Con la revolución de juego que comenzó a bullir en los sesenta, la posición comenzó a crecer en funciones y a diversificarse, más allá del trabajo de hombre escoba. Comenzaron a jugar a diferentes alturas, no solo por detrás de la línea defensiva, a asumir labores de creación, llegando incluso a ser los principales directores de juego de sus equipos, y supieron desenvolverse en sistemas zonales, por lo que su condición de defensas libres no tenía ya que ver con estar liberados de marcajes específicos sino con jugar independientes del resto de la estructura defensiva. Durante más de dos decenios dominaron el panorama táctico internacional, sobre todo en la Europa continental. El éxito de sistemas defensivos zonales y en línea en la década de 1980 llevó a que para la década siguiente los líberos caducasen y esa tipología de jugador tuviese que adaptarse a jugar de defensores centrales o de volantes, o hacerse cabeza de ratón en las periferias del mundo fútbol.

LOS INDICIOS DEL RENACIMIENTO

En 2009, el célebre investigador y periodista inglés, Jonathan Wilson, publicó en The Guardian un artículo llamado «The Question: Could the sweeper be on his way back?» (La pregunta: ¿puede el líbero estar de regreso?). En su texto, Wilson argumentaba que tratándose la evolución táctica de una dialéctica de dónde está el espacio y cómo se aprovecha, con la estandarización de los sistemas de un solo delantero centro enfrentándose a defensas de cuatro, incluso dentro de estructuras zonales había un defensor que quedaba libre y así como antes la desaparición de los extremos había dejado a los laterales sin una marca específica y con espacio por delante, promoviendo que se convirtiesen en alfiles ofensivos, lo mismo podría ocurrir en el futuro cercano con ese central de sobra.

Asimismo, el contemporáneo ascenso del Barcelona de Guardiola con su énfasis en la salida estructurada desde atrás, cambió el paradigma y la escala de valores en lo que se refiere a los defensores centrales, dándole preferencia a los centrales de salida de balón (Ball-playing central defenders) por encima de marcadores más clásicos. Como decenas de equipos, quizá cientos, de todo tipo de divisiones se quiso apuntar a la ola del éxito, surgieron también think pieces que profetizaban el resurgir del líbero, pues estos defensas comenzarían a asumir el papel de directores de juego de sus equipos a la vieja usanza.

No obstante, mecanismos como la salida lavolpiana y la admiración en torno a Sergio Busquets o, mejor, a la idea de Sergio Busquets, esto es, un mediocentro hipertécnico y líder de la presión adelantada en lugar del mediocentro rocoso que se había puesto de moda desde mediados de los noventas, hicieron que ese rol cerebral en propio campo quedara en pies de los volantes en los años sucesivos al Barcelona de Guardiola. Sumado a eso, la adopción del juego de posición como canon y lo reciente que todavía estaba la revolución de las defensas zonales en línea hicieron que los augurios sobre el líbero quedasen más como anhelos ilusorios que como vaticinios razonables.

Esa dinámica comenzaría a cambiar luego de la Copa del Mundo de 2014, que vio un inesperado renacer de las defensas de tres centrales, que llevaban más de un decenio siendo piezas estrafalarias del paisaje táctico, y más sorprendente aun, con el efervescente regreso de los marcajes al hombre en forma de presiones intensas. Ahora sí, la suma de todos esos elementos presentaba un caldo de cultivo ideal para el regreso del líbero, solo a falta de que algún equipo de suficiente arrastre mediático lo utilizase con suficiente éxito como para crear tendencia.

FRENKIE DE JONG

Entonces apareció Frenkie De Jong. Formado en el Willem II como mediocampista, fue traspaso al Ajax donde primero tuvo que foguearse en el equipo B antes de dar el salto al primer equipo. En ese salto, De Jong encontró hueco no en su posición sino en la defensa. La personalidad del futbolista jugó un papel indiscutible en su apropiación del puesto. ¿Quería Michael Keizer jugar con un líbero y por tanto puso a De Jong en ese puesto? Seguramente no, pero puesto como defensa central De Jong convirtió la posición en la de líbero. No era ya que sacase el balón y se lanzase al ataque, que no era algo que no hubiésemos visto ya, sino que se desentendía del todo de la línea defensiva y jugaba efectivamente como un verso libre desde la defensa. Eran tres defensas y De Jong.

La siguiente temporada volvería al mediocampo, jugando como mediocentro en un doble pivote que compartía con Lasse Schöne, conviviendo también con Donny van de Beek. Su fútbol impresionó y ya en 2019 fue traspasado al Barcelona. En el club culé tuvo problemas. En un equipo que hacía juego de posición, Frenkie no encontraba acomodo a su voracidad y ganas de entrar en contacto con la pelota. Fue reciclado a un elemento de despliegue y llegada, incluso bajo el mando de Ronald Koeman, quien en la selección holandesa lo había hecho amo y señor del equipo desde el mediocampo.

La crisis de lesiones en la zaga justo en el momento en el que Barcelona se afianzaba en un sistema 4-4-2 asimétrico en el que Mingueza ejerce un rol híbrido entre lateral derecho y tercer central, mientras que Sergiño Dest juega de volante por derecha pero cuando el equipo defiende abajo hace se suma al aparato defensivo como quinto zaguero, obligó a Koeman a poner a De Jong en la retaguardia. Como ya hiciese en el Ajax, Frenkie se adueñó del puesto e imprimió su fútbol al sistema, que se adaptó a este, con Lenglet y Mingueza haciendo marcajes al hombre (en su zona) a los delanteros la Real y De Jong suelto para hacer correcciones o yendo a anticipar, al estilo de Myung-Bo en 2002.  Como el partido también coincidió con un marcador abultadísimo y una actuación coral, la mejor del club en años, el runrún sobre la posición de De Jong y el futuro cercano que reviva a los líberos no se ha hecho esperar.

¿CUÁLES SERÍAN LOS EFECTOS?

Cuando en los noventa el líbero desapareció, la posición que se vio más favorecida fue la del mediocentro. Sobre todo en Europa, la versión atacante y cerebral de los líberos tendía a adueñarse de la zona típica del volante central y de sus funciones. Estos tenían que evolucionar a hacer más cosas dentro del sistema de juego, con proyecciones a zonas vacías del ataque, o desparecer de la alineación. Ambas posibilidades mezclaban a la perfección con el paradigma táctico de la época, un fútbol funcional y líquido en el que las posiciones fluctuaban y las zonas de influencia de los jugadores tendían ser más grandes.

Con el resurgimiento de vertientes menos fluidas y más posicionales, los volantes centrales adquirieron más preponderancia, a la vez que su valor táctico aumentaba por los diseños defensivos zonales. En la práctica, ejercían de hombre escoba en el mediocampo guardando su posición y en algunos casos de cerebros en esa zona inferior del círculo central. Lo primero ha comenzado a caer ligeramente en desuso con las presiones actuales, que se lanzan a los poseedores de la pelota sin importar lo que quede a su espalda, perdiendo la posición; lo segundo, de volver los líberos al estilo de lo que De Jong está haciendo, quedaría amenazado por las mismas razones que lo fue en el pasado: por redundancia.

Contra la Real Sociedad, la relación De Jong – Busquets fue favorable para ambos. Empezando desde más atrás, el holandés reclamaba toda la cuota de balón y espacio que necesita su fútbol para dar lo mejor de sí; con De Jong tomando los mandos del juego en la zona del mediocentro, Busquets podía permitirse hacer lo que mejor ha sabido hacer siempre, que es salirse de la posición de mediocentro mientras otro la toma, subir y con la defensa aplastada contra el arco rival, encontrar el hueco que lleve hasta Messi y filtrarle balones verticales que lo dejen en ventaja. Sin balón, con De Jong y los otros defensas de red de seguridad, Busquets pudo defender hacia adelante sin miedo a que su espalda quedase desguarnecida.

Sin embargo, a pesar de que el impacto mediático de Sergio ha sido vital en la transformación del puesto en los últimos diez años, su caso es más bien particular y los mediocentros que más se han parecido a él en su dinámica, por ejemplo Weigl, no han tenido el éxito augurado. Los que sí lo han hecho han sido mediocentros más bien cerebrales y posicionales, exactamente el tipo de jugador que vería amenazada su importancia con gente como De Jong por detrás.

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