Hablemos Sobre Ciclismo

Publicado el Nicolas Borras Calderon

La historia detrás | Crónica Vuelta de la Juventud 2020

“Ay mi llanura, embrujo verde donde el azul del cielo se confunde con tu suelo en la inmensa lejanía. En la alborada, el sol te besa y del estero al morichal hienden las garzas el aire que susurra en las palmeras un canto de libertad” Esas eran las línea de la canción de Arnulfo Briceño e himno del Meta que sonaban mientras el lote partía en la segunda etapa de la Vuelta de la Juventud 2020. Creo que no podría ser una mejor canción para acompañar el camino que emprendíamos, 250 ciclistas, llano adentro, bajo un rayo de sol de 35 grados centígrados, destino Puerto López persiguiendo ese horizonte que Arnulfo Briceño quería representar en sus letras.

Etapa 2, Villavicencio-Puerto López 85 kilómetros.

Después de la contrarreloj del primer día (puede leer la crónica del primer día aquí), las expectativas de todos los ciclistas estaban puestas en las primeras sensaciones dentro de un lote que la mayoría echábamos de menos hace un año desde la última vez que tuvimos puesto un dorsal. Como se esperaba, los primeros kilómetros fueron los más nerviosos de toda la carrera, el sonido de los ruedas frenando, el olor del roce de los materiales de la rueda al frenar, los sonidos de bicicletas cayendo contra el pavimento fue lo que acompañó los primeros 20 kilómetros de la carrera.

En el lote, durante la primera etapa. © Éder Garcés

Después los nervios se calmaron y el UAE, el equipo del líder, tomó el mando del ritmo que se mantuvo sobre los 50 kilómetros por hora y el pensamiento de todos estaba en el repecho final de 1 kilómetro que definiría la etapa. La etapa se desarrolló así, hasta que en los kilómetros finales la lucha por las posiciones fue mucho más intensa, cuando se asomó la pancarta del kilómetro final el ritmo se mantuvo altísimo, los codos iban y venían en una carretera amplia en la que todos queríamos estar adelante. En meta, los ciclistas más explosivos han aprovechado su ventaja y la segunda etapa de la vuelta estaba lista con el tiempo del lote principal. En la carpa que nuestro equipo tenía lista para recibirnos con la recuperación, comentamos con mis compañeros el altísimo ritmo del día, que marcó 48 kilómetros por hora y el calor que se sintió durante toda la etapa.

Meta de la primera etapa. ©Anderson Bonilla

En el almuerzo, el director y entrenador de nuestro equipo que llegaron desde Francia para esta carrera nos comentaron lo diferente que es la carrera aquí que en Europa, los recorridos, la manera de correr, el número de ciclistas y como se mueven en el lote.

 

 

Etapa 3, Villavicencio-Mesetas 125 kilómetros

Después del traslado de ayer regresamos a Villavicencio para recuperar lo mejor posible en la tarde, con la sesión de masaje, una buena cena y un buen sueño en la noche estaba listo para la tercera etapa. En la mañana, salimos hacia el lugar de salida cumpliendo protocolos que hacen parte de esta nueva normalidad a la que nos adaptamos para poder correr de nuevo. Además de las pruebas PCR antes de la carrera, la desinfección para entrar al sitio de meta y usar el tapabocas en la firma de planillas, lo más extraño era usar el tapabocas hasta la salida, sobre la bicicleta y guardarlo en el bolsillo.

Antes de la salida de la tercera etapa. © Juan Felipe Silva

De todas maneras, creo que es algo a lo que nos podemos adaptar, mientras la situación se normaliza en todo el mundo. No deja de ser curioso y es positivo que en su mayoría todos los miembros de la carrera lo cumplimos.

La carrera partió y aunque se escuchaban caídas alrededor del lote estoy seguro que fueron muchos menos que el día anterior. La etapa de ese día en el papel parecía una etapa plana, pero no era así. En los últimos 25 kilómetros el terreno era muy quebrado con tres subidas cortas muy duras y explosivas. El ritmo fue constante pero intenso en la primera parte, yo estaba esperando llegar al kilómetro que nos habían escrito en la caña del manubrio en una hoja de papel nuestro equipo, ahí empezaban los repechos. En ese punto el ritmo fue altísimo, logré ubicarme en un buen lugar en el lote que cada vez se hacía más pequeño, las sensaciones eran buenas y el viento en contra hacía más valiosas las posiciones protegidas.

Cuando faltaban 12 kilómetros para la meta, sentí un golpe en la parte trasera, hubo un frenazo alrededor y me salí hacia el pasto. Cuando pensaba en la buena suerte que había tenido por no haber caído ahí, revisé que la bicicleta estuviera bien para regresar al lote, del que no quería perder la rueda pero en el golpe el sillín de la bicicleta estaba roto. El lote que venía cortado hizo que los carros estuvieran algo alejados del primer grupo y a lo lejos intenté explicarle a nuestro mecánico que necesitaba una bici nueva, cuando él llegó con ruedas pensando que había pinchado, regresó lo más rápido que pudo con la bici nueva y pude regresar. El grupo en el que iba estaba lanzado y a poco más de 10 kilómetros para la meta perseguí lo más rápido que pude, recuperé todas las posiciones que pude con el apoyo de mi entrenador y director que estaban en el carro que me asistió.

Movimientos durante la tercera etapa. © Anderson Bonilla

Fue un esfuerzo máximo hasta la meta y aunque no pude regresar a ese primer grupo, pude recuperar algunas posiciones. Aunque perdí algo de tiempo este día, hice todo lo posible por minimizar perdidas y llegar sano y salvo para cumplir un día más con esa recolección de experiencias nuevas que fue esta carrera.

Etapa 4, Circuito Villavicencio-Alto de Buenavista 138 kilómetros

Sin ninguna duda esta fue la etapa más dura de toda la carrera. El recorrido consistía en un circuito de poco más de 10 kilómetros por las vías urbanas de Villavicencio, un sube y baja constante y tras 12 vueltas tomaríamos un desvío para subir 9 kilómetros al 9% para el final de la etapa.

Durante el circuito. © Anderson Bonilla

A pesar de ser la etapa más larga de la carrera, fue la más intensa desde la salida, las 3 primeras vueltas se hicieron a un ritmo increíble, muchos ciclistas perdieron contacto con el lote y aquel que perdiera vuelta con el primer grupo era eliminado de la carrera. Después de ese comienzo tan duro, el ritmo se normalizó y busqué ubicarme para recibir agua del equipo que estaba al costado, en la parte más dura del repecho.

Las sensaciones no eran muy buenas y desde el principio intenté comer muy seguido, mantenerme hidratado, buscando un segundo aire después de un comienzo tan duro. Al final el ritmo no bajó, pero se mantuvo muy constante. En las últimas vueltas intenté empezar la subida en la mejor posición posible, y administrar la energía después de 130 kilómetros de cambios de ritmo en el circuito hasta la meta.

Llegada a meta. © Anderson Bonilla

Fue casi como una contrarreloj, todos íbamos uno a uno en las rampas de la subida donde llovía y la humedad era muy alta. Llegué a meta dejándolo todo atrás, en un día donde las sensaciones no fueron excelentes, terminando una de las etapas más duras que alguna vez corrí.

Etapa 5, Restrepo­-Chipaque 90 kilómetros

El departamento del Meta está conectado con Bogotá a través de una serie de túneles que atraviesan la cordillera oriental de los Andes, que te llevan de los 500 metros sobre el nivel del mar hasta los 2600 metros sobre el nivel del mar de Bogotá. Es una carretera que nunca es transitada por ciclistas, pues está prohibido andar en bicicleta por estos túneles y tengo que decir que la oportunidad de atravesar la cordillera de esta manera fue una experiencia única.

Dentro del túnel. © Éder Garcés

Menos de 150 partimos para la última etapa de la Vuelta, el lote estaba más reducido, mucho más tranquilo y la carrera mucho más organizada que los días anteriores con respecto al ritmo constante que el equipo de líder impuso toda la etapa. Cuando entramos al primer túnel de 5 kilómetros, el más largo de todos, la velocidad subió, iluminados por los tenues bombillos y con el sonido ensordecedor de las turbinas que expulsan el CO2 de los carros, confiando ciegamente en el ciclista que estaba al frente mío y escuchando algunas caídas que retumbaban en el eco del tunel. El GPS no marcaba la velocidad dentro del túnel pero estoy seguro que más de una vez estuvo por encima del límite que indicaban las señales dentro del túnel para los carros.

Así transcurrió el resto de la etapa, ritmo constante que controlaba algunas fugas que se formaban en la travesía, atención en los túneles con poca luz y bajar hasta el carro por hidratación para mis compañeros.

Llevando agua a mis compañeros. © Éder Garcés

Faltando 10 kilómetros para la meta empezó la parte más constante de la subida donde la definición fue similar al día anterior. Un esfuerzo constante hasta la meta, esta vez subiendo con uno de mis compañeros de equipo, terminando juntos nuestra primera Vuelta de la Juventud, con Jairo Chaves el presidente de la Fundación Esteban Chaves y Jean Jacques Golliuex presidente del Team INCA en el carro a nuestra espalda. Disfruté ese momento al máximo, con el dolor de 5 días en las piernas, pero con una sonrisa en la cara. A 3 kilómetros de terminar la etapa escuché un “Vamos Nico” en la orilla de la carretera, no identifiqué quien gritaba pero le di el último trago a mi caramañola y se la tiré, fue una sorpresa y me dio el último aliento para terminar mi primera Vuelta de la Juventud en una mezcla emocionante de sensaciones.

 

Hace un año, cuando escribí la crónica de la Vuelta del Porvenir que corrí con el equipo de la Fundación Esteban Chaves (link), en mi último año como junior, escribí que esa había sido mi experiencia más grande como ciclista. Hoy, 12 meses después, en el año más atípico de mi vida puedo decir que es esta Vuelta de la Juventud es mi experiencia más grande como ciclista, no solo por su historia e importancia en la historia del ciclismo del país, porque terminarla como lo hice representa años de trabajo de un equipo de familia y profesionales que están conmigo persiguiendo un sueño.

Final de la carrera junto a todo el equipo.

Detrás de estas líneas está el trabajo de más de 10 personas que se encargaron de que todo funcionara bien durante estos días en un trabajo invisible que no me cansaré de agradecerles. Detrás de estas líneas está la confianza que un equipo como la FUN Chaves y el Team INCA depositó en mí y en mis compañeros, que con temple y decoro portamos esta camiseta en una fusión que será el primer paso de un proyecto que continuará en Francia en el 2021.

Gracias a usted que está leyendo esto, que sigue el ciclismo joven del país y por ese apoyo que al final del día es invaluable para mí, como ciclista en formación.

@BorrasNicolas

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