Hablemos Sobre Ciclismo

Publicado el Nicolas Borras Calderon

La búsqueda de un sueño | Crónica

A veces es difícil explicar toda la historia, sacrificios y detalles de un logro o victoria de cualquier deportista, desde que empecé con mi proceso uno de mis objetivos fue poder compartir esa versión de la historia que se cuenta desde adentro, la siguiente crónica resume las alegrías, los momentos duros, las crisis y las sonrisas detrás de un logro que es la portada de todo lo anterior.

El 20 de Enero llegué al Velódromo de Bogotá a inscribirme a la convocatoria que, desde el 2016, se hace para encontrar la selección de ciclistas juveniles y prejuveniles que van a hacer parte del equipo de la Fundación Esteban Chaves durante el resto de la temporada, este equipo que se ha convertido en el mejor equipo en estas categorías, del país. Luego de la Vuelta del Porvenir del año pasado, hice la pretemporada pensado en estos casi dos meses donde iba a estar a prueba e iba a luchar por un cupo en este equipo.

La travesía comenzó cuando todo el staff hacía la presentación de la dinámica que seleccionaría el equipo definitivo, no dejaba de ser sorprendente la cantidad de personas que, como yo, estaban ahí para luchar por su espacio en ese equipo tan anhelado por cualquier ciclista joven del país, más de 500 disputamos los 18 cupos, en las dos categorías.

También estaba Esteban ese día, caminaba entre nosotros, mientras reclamábamos el número de “competencia”, se tomaba fotos con todo el que se lo pedía, yo por dentro no me creía el hecho de tener un referente tan grande al frente, al hablarle, él recordaba cuando tenía esta edad, se fue a Medellín a una convocatoria similar para correr las vueltas nacionales, quizá se veía reflejado en alguno de nosotros y creando esta oportunidad, nos da a los ciclistas en formación llenos de sueños y al ciclismo joven de la ciudad –y del país- país un gran impulso.

El primer filtro fue una prueba de habilidad, en la pista, había que hacer una contrarreloj atravesando varios obstáculos, esquivar conos, saltar bloques; y tiene sentido, si no puedes pasar estas simples –que no son tan sencillas- pruebas como vas a andar en un lote donde hay que saltar huecos, esquivar caídas y subir andenes. Ese día, tenía mucha intriga de lo que podía pasar, nunca había hecho este tipo de pruebas, y no quería poner en riesgo toda la preparación, pues ese día la mitad de los aspirantes serían eliminados. Cuando hacían la presentación de las estaciones, solicitaron un voluntario que hiciera la demostración y yo sin dudarlo, me ofrecí, como nunca había hecho estas pruebas, necesitaba probarlas antes de la prueba real, iba a ser un punto a favor. Y así fue, cuando hice la contrarreloj, hice un tiempo suficiente para pasar al siguiente filtro, entonces las piernas iban a ser las protagonistas. Es curioso como en nuestro ciclismo, la mayoría de entrenadores y ciclistas pasamos por alto algo tan fundamental como la habilidad.

La segunda prueba fue una persecución individual de 3 kilómetros, también en la pista. Una prueba así muestra de la forma más tangible el motor de un corredor. Ese día el calentamiento fue clave, me monté a los rodillos por más de 20 minutos para una prueba de apenas 4; de esa prueba solo tengo clara la sensación al terminar, tener el cuerpo al límite, y el dolor en las piernas, la recompensa perfecta a un esfuerzo tan intenso. Ese día sentí en las sensaciones del cuerpo todo el trabajo del año anterior, el tiempo que pude hacer ese día me clasificó a la siguiente ronda, aún quedaban muchas pruebas por delante, pero sentir como el cuerpo mejora, es una sensación increíble.

Calentamiento previo a la persecución individual.

El tercer filtro fue el inicio de las pruebas en carretera, ese sábado fue un día de doble jornada, una contrarreloj con final en ascenso y después una etapa de 14 kilómetros de ascenso. Nos reunimos en el punto de partida de la primera semietapa muy temprano en la mañana, en una convocatoria así, nadie va con un equipo como tal, es el ciclismo en su esencia más puras, unos llegan desde lejanas ciudades del país llenos de esperanza en empezar a cumplir su sueño; los padres y las familias hacen de director deportivo, auxiliar, nutricionista y apoyo, así lo estaba viviendo, cuando estaba en la salida de esa contrarreloj tenía en la mente el ritmo y los vatios que iba a manejar en esos kilómetros que tenía por delante, pero también ese empuje adicional que son todos los días de pedalazos bajo el sol y la lluvia, el frío y el calor, que me habían llevado hasta ahí. Pude llevar un buen promedio, dentro de lo presupuestado, en la primera mitad, al iniciar la subida final al Alto del Vino, choqué con un ciclista que rodaba por ahí, en ese momento no podía creer que ¡me había caído subiendo! Después de ese error que cometí, me levanté lo más rápido que pude solo pensaba en lo rápido que los segundos seguían y seguían contando. Al llegar, sentí la rabia de haber cometido un error que me pudo haber costado continuar en la selección; hasta ahí no había pensado ni siquiera en los golpes, la adrenalina del momento los habían escondido.

Cuando me preparaba y me recuperaba para empezar la segunda semietapa, no podía dejar de pensar en cómo iba a subir casi 15 kilómetros con un golpe en la pierna que dolía al pedalear, trasladé a mi mente los pensamientos que tenía al salir en la crono de la mañana, había que intentarlo y dar un poco más, porque el tiempo que hice en la contrarreloj no fue tan malo pese a la caída, tampoco era muy cómodo para relajarse, había que ocupar una buena posición en el ascenso para poder continuar en la disputa por un cupo en el equipo.

Esa fue una subida diferente, todos habíamos hecho un esfuerzo importante y las piernas no estaban tan frescas, yo no quise pensar en el dolor que llevaba, la subida pasó más rápido de lo que esperaba, cuando llegué al alto, deseaba que el tiempo hubiera sido suficiente para estar dentro de los 25 clasificados a la siguiente ronda, y que el error que cometí en la crono, no me costara muy caro. Fue positivo el desenlace de ese día de doble jornada, un día más superado, estaba cada vez más cerca.

Al día siguiente el programa era una etapa de La Vega hasta el Alto del Vino, decidía los 20 que continuarían en la aventura, traté de pasar la página del desgaste mental que había sido el día anterior, y había que mentalizar y preparar el cuerpo a una subida tan larga y dura como la de ese día, desde la salida subimos a un paso constante y desgastante, nadie iba a guardar nada, si no se entregaba todo no iba a haber siguiente día. Y sin guardar nada, hice una muy buena subida, y entré en el grupo de los 15 juveniles que continuábamos en esta travesía.

Ocho días después, el último fin de semana la programación era similar, un día de doble jornada, y una etapa al siguiente. Esta vez la primera semietapa era una crono plana, una contrarreloj donde no estaba permitido usar ningún accesorio aerodinámico para evitar diferencia de material, ese día los vatios fueron mis mejores amigos para hacer una buena dosificación del esfuerzo, pero como en la semana anterior, había que recuperar muy bien para la segunda semietapa. En contraste, esta vez había hecho un tiempo que me dejaba en una situación un poco más cómoda –menos difícil, mejor-. La segunda jornada, fue el mismo recorrido de la contrarreloj, con final en el Alto de Yerbabuena, en ese recorrido hubo una particularidad, se fue una fuga de dos corredores y como todos íbamos por el objetivo individual nadie quiso perseguir y la fuga se fue, situaciones de carreras… En la última vuelta en el grupo no hubo orden para perseguir y además, tuve un pinchazo, aunque tenía un par de kilómetros para llegar al grupo antes de empezar la subida, había que hacer un esfuerzo importante para volver, pues si no llegaba, ese tiempo podía ser la eliminación, así que no guardé nada para entrar lo antes posible al lote, si empezaba a subir con ellos, me las arreglaría en la subida. Logré entrar, quedaban menos de 10 kilómetros, el ascenso final fue a un ritmo tremendo, con el desgaste me costó estar con los primeros e incluso los calambres aparecieron, pero llegué a la meta con un tiempo bueno para avanzar al último filtro, de esta selección, un día más superado.

La última etapa, terminaba en el famoso Alto del Romeral, una subida durísima que fue el cierre con broche de oro de los filtros. Ese día ya solo quedábamos 15, todo se iba a definir en el Romeral, pero antes de llegar ahí subimos el Alto de San Miguel, que fue el lugar donde se seleccionó el grupo antes de la subida final, en las rampas más duras de esa última etapa, a pocos kilómetros de terminar, quería dar más pero llega un punto donde el cuerpo pasa su límite y ahí no hay mucho que hacer, lo único que puedo asegurar es que ese día no quedó nada de energía en mi cuerpo, lo entregué todo y llegué en la posición 12 y solo 10 entraban a un mes de prueba para definir los 8 que harían parte del equipo definitivamente.

Llegar hasta ahí era algo que hace unos meses me parecía imposible, pero pensar en que me iba a quedar tan cerca de lograrlo se sentía mal, no les voy a mentir. Para mí sorpresa, al día siguiente recibí una llamada del entrenador del equipo, me comentó que el cuerpo técnico se reservaba, a su criterio, dos cupos para ingresar al mes de concentración, gracias a la constancia que había mostrado en los filtros querían darme la oportunidad de ponerme a prueba.

Lo que no sabía es que en ese momento empezó lo más difícil de todo el proceso, la disciplina, puntualidad, pulcritud y muchos adjetivos más que definen a un ciclista fueron revisados. Ahí empezó la selección natural, pues cuatro semanas después algunos decidieron dar un paso al costado, y para cuando nos compartieron la noticia de la decisión del cuerpo técnico de la nómina del equipo sentí como el esfuerzo es recompensado, este es solo un capítulo de una larga historia que está por escribirse, como nos dicen en el equipo “lo difícil no es llegar, lo difícil es mantenerse”; muchos quieren conseguir cosas grandes, pero no todos están dispuestos a los sacrificios necesarios para lograrlo, esto es una pequeña muestra de eso.

En nombre de los ciclistas jóvenes del país, quiero agradecerle especialmente a Esteban Chaves y su fundación por abrir un espacio de oportunidad, bien organizado y con un objetivo de formar personas, antes que deportistas, y ahora que llevo dentro de la estructura del equipo dos meses, puedo confirmar cuando escribí al principio de esta crónica que este es el mejor equipo juvenil y prejuvenil del país, no lo digo por las carreras y podios que ha conseguido a lo largo de estos, años, lo digo por la dirección en la que nos forman, buscamos ser ciclistas profesionales, en todo el sentido de la palabra, siguiendo los valores que nuestro “capo” nos comparte.

Hoy voy en camino a la presentación oficial del equipo, en mi maleta llevo el uniforme que espero representar a la altura, acá solo empieza un capítulo más de la historia que está por escribirse, mi temporada 2019.

@BorrasNicolas

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