Esta mañana mi entrenamiento, preparación para la clásica juvenil Esteban Chaves, fue pospuesto algunas horas con motivo del ataque de Egan Bernal en el Col de l’Iseran, saltando del grupo de favoritos a casi 40 kilómetros de la meta.
La segunda etapa en los Alpes, protagonizada por ese ataque lleno de valentía e ilusión de hacer historia. Con decisión y sin mirar atrás, así subió hasta coronar este puerto, con un minuto de ventaja sobre el grupo de favoritos y cerca de 2 minutos sobre el líder Alaphilippe, a quien las fuerzas ya no le alcanzaron para mantener ese maillot que con ahínco defendió durante medio tour.
Coronar l’Iseran con la camiseta amarilla virtual empezó a subir las pulsaciones de los que lo estábamos viendo, la cara de Egan no suele expresar sus sensaciones mientras está sobre su bicicleta, pero estoy seguro que todo lo que escuchaba a través del pinganillo solo podía provocar emoción, esa sensación que con una pizca de adrenalina es poner en práctica y reflejar toda esa preparación y trabajo duro, que es invisible para muchos.
Luego, en pleno descenso hacia el último puerto del día, la neutralización de la carrera por los derrumbes en la carretera confundieron a todo el mundo, hubo un lapso de tiempo en el que nadie sabía que iba a pasar, los ciclistas se subieron a los carros de sus equipos con la información de que la etapa terminó en la cima del puerto anterior. Egan, es el nuevo líder del tour de Francia a solo un día de llegar a Paris, con 22 años está escribiendo su nombre en la historia del ciclismo colombiano y ya se sumó al selecto grupo de 3 colombianos que han portado esta camiseta, especialmente esquiva para los escarabajos.
Su familia, en la meta de Tignes que nunca vio el paso de los ciclistas, recibió el auto donde venía el nuevo líder del tour, entre lágrimas de felicidad lo abrazaron y llevaron hacia el podio. Allí pudo vesti
r esa camiseta, un momento que ni los derrumbes, ni las tormentas lograron evitar. La sensación en el podio ha de ser indescriptible, solo se puede tratar de entender al ver esa expresión en su cara mientras recibe ese emblemático león de peluche, o las lágrimas que inundan sus ojos en la zona mixta, mientras no logra creer que está dando una entrevista vestido de amarillo, con un nudo en la garganta que transmitió a través del televisor a muchos. Egan está a solo 59 kilómetros de llegar a Paris y hacer historia.
Ahora, con una motivación extra, salgo a entrenar, a forjar un camino de sueños por cumplir. Mi generación está recibiendo, de una camada de talentosos ciclistas, el ejemplo más tangible de poder conseguir los sueños, a pesar de las adversidades. De un Esteban Chaves que ni una mononucleosis pudo detener, de un Nairo Quintana que no se dejó hundir por una lluvia de críticas o un Egan Bernal a quien una lesión, a pocos días del Giro, no logró frenar. Es un privilegio poder ser contemporáneo a esa generación de resilientes escarabajos y seguir sus pasos, lo es aún más.