Cuando tuve la oportunidad de entrevistar a Esteban Chaves en Febrero, fue en la primera fase de la selección del equipo de su Fundación, en ese momento no tenía ni idea de toda la travesía que empezaría ese día para hoy ser parte del equipo de su Fundación, y ninguno sabía que él iba a celebrar en San Martino di Castrozza un par de meses más tarde. Ese día en la charla que tuvimos resaltó un adjetivo sobre todos los demás, la resiliencia, mientras avanzaba la conversación no pude dejar de relacionar esa palabra con todos los momentos difíciles que vivió a lo largo de su carrera, desde la fractura de su brazo en el 2013, hasta la infección que le obligó a terminar su temporada 2018 en Junio, situaciones que derrotarían a muchos, pero él los ha superado todos y cada uno de ellos, quizás para muchos esta sea una victoria como ha ocurrido en ediciones anteriores por parte de ciclistas colombianos, pero no, este es un triunfo a la perseverancia, al no rendirse a pesar que todo parezca perdido, este es el gran valor de este triunfo, ejemplo inmenso para nuestra generación, escasa en este tipo de referentes.
Esta mañana mientras veía la etapa por televisión, con el uniforme del equipo Fundación Esteban Chaves puesto, a la espera del final para poder salir a entrenar, recordaba con emoción ese día que incluí la palabra resiliencia a mi diccionario y cómo he aprendido a superar momentos difíciles que el ciclismo y la vida te ponen gracias a todo lo que he aprendido en el equipo. Es que ataque tras ataque de los ocho que Esteban hizo en busca de la victoria, los vi como la enseñanza que aquel día escuché en palabras, convertirse en la enseñanza a través del ejemplo, la mejor forma de aprender.
Hoy me siento aún más orgulloso de hacer parte del equipo que él cultiva con todos sus valores, me siento orgulloso de contar con la guía de entrenadores, fisioterapeuta, y un equipo logístico que siguen sus principios y nosotros los ciclistas los aprendemos en el día a día. De algún modo el abrazo efusivo de Esteban con sus padres al final de la etapa, es una pequeña muestra del valor de los sueños que se cumplen con trabajo duro, esos sueños que involucran el trabajo invisible, a la familia y a todo un equipo de trabajo que te acompañan en los momentos difíciles, por eso me faltan palabras para agradecer a Esteban por, no solo, ser el ejemplo más tangible de todo lo que aprendemos en el equipo, si no por ser la muestra, una vez más de que los sueños se cumplen.