En el desarrollo de la cuarentena nacional, le doy la bienvenida al tercer volumen de esta sección de anécdotas de ciclismo para leer en tiempos de cuarentena.
Lea también el Volumen 1 y Volumen 2
Hoy nos devolveremos hasta el Tour de Francia de 1934, carrera de 23 etapas y era extraña aquella con menos de 200 kilómetros, sin duda los años
épicos. En aquel Tour se presentó un delgado joven con cara de niño, aparentando menos de los 20 años que en realidad tenía, Rene Vietto. Iba a debutar en el tour después de mostrar sus condiciones en el ascenso, al ser el mejor francés en el Giro de Italia del año anterior y al estar en la disputa de la Paris Niza, solo días antes de empezar ese Tour de Francia.
Vietto nació en Rocheville, Francia en 1914, creció en un país que trataba de volver a la normalidad después de la primera guerra mundial pero eso no le impidió llegar a ser un ciclista profesional. La selección francesa lo reclutó para apoyar a Antonin Magne -el líder del equipo- y al campeón vigente, Georges Speicher.
La carrera transcurrió como se esperaba, Speicher ganó la primera etapa de 262 kilómetros que salió de París y terminó en Lille y se vistió como líder, pero solo le duró un día pues su compañero y líder de equipo tomó el liderato en la segunda etapa, sin apenas llegar a los Alpes y a los Pirineos.
Cuando los ascensos llegaron los franceses hicieron fiesta, Vietto se confirmó como el mejor escalador ganando 4 etapas, las más montañosas. Y Magne lo hizo con su liderato de la carrera, desde la segunda etapa. Aunque el italiano Martano se aceraba peligrosamente al francés en la clasificación general, para decimoquinta etapa. Lo que ocurrió ese día es el suceso que vinimos a recordar hoy.
La etapa 15, con final en Thermes, era la primera etapa de los Pirineos. El líder Magne intentó un ataque para asegurar su liderato, pues en la general distanciaba a Martano por solo 2 minutos –bastante poco en esa época-, así que en un movimiento con Vietto atacaron en la subida Puymorens, el italiano aguantó a su rueda y no lograron alejarlo en la subida. El joven Rene Vietto vio en primera fila el duelo, además la oportunidad de ganar un etapa más. Pero cuando empezó el descenso el líder se cayó y estalló su rueda delantera, Martano continuó bajando y empezó a saborear el liderato, en ese momento Magne le pidió la bicicleta a Vietto, en respuesta, el joven solo le ofreció la rueda. Así pudo volver a montarse en su bicicleta y a toda velocidad perseguir a Martano.
Vietto, sin rueda delantera, esperó en la orilla de la carretera el carro de su equipo que tardó demasiado en llegar. Al final, Magne logró mantener el liderato, después de un descenso increíble, y Rene Vietto perdió más de 4 minutos y medio.
La imagen de Vietto, con una cara de niño que delata su edad, a la espera de la ayuda de su equipo congeló un gran momento de la historia, uno de los primeros gregarios de lujo que el ciclismo vio. Esos ciclistas que no salen en las fotos alzando los brazos, ni en los titulares de la prensa, pero son los encargados de respaldar esas grandes hazañas que se han grabado en la memoria de la afición. Son esa clase de ciclistas los que cualquier director quiere tener en su nómina por su generosidad, no solo al equipo, sino al deporte.
Antonin Magne ganó el Tour de 1934 siendo líder desde la etapa 2, gracias a su gregario de lujo que estuvo en el momento indicado, e hizo algo que para esa época era poco común, entregarlo todo por su líder. Rene Vietto terminó quinto en la clasificación general y fue el mejor escalador. Años más tarde fue segundo -1939- en el Tour y esa fue su mejor actuación, pues la segunda guerra mundial truncó los que, quizá, hubieran sido sus mejores años como ciclista.


