Los escenarios son la tierra en la que crece el deporte, en la que se divierten y sueñan niños y adolescentes; en la que se cuecen medallas y se construyen campeones. Pasar por la Calle 63 con Carrera 68 en Bogotá y ver la Unidad Deportiva El Salitre (UDS) —fundada en 1973, el epicentro del deporte en la capital del país —en las condiciones en las que se encuentra es triste.
El coliseo y los espacios aledaños de gimnasios, salones y espacios cubiertos de la UDS llevan más de tres años cerrados. El 60% de las obras está sin terminar debido a un incumplimiento del contratista, la Unión Temporal San Antonio IDRD Reforzamiento ASEMAIN que ganó, en 2017, la licitación que abrió el Instituto Distrital de Recreación y Deporte (IDRD) para un reforzamiento estructural. La cosa está estancada. Las ías están encima.
En la Unidad funcionan 20 ligas deportivas, 11 de ellas —baloncesto, pesas, voleibol, judo, karate, taekwondo, esgrima, lucha, ajedrez, tenis de mesa y boxeo —se han visto afectadas gravemente por el cierre de los recintos en los que desarrollan su función social y adelantan los procesos de formación, iniciación, perfeccionamiento y rendimiento. Se han tenido que trasladar a otros lugares. Súmele la crisis sanitaria de la pandemia que agrava el problema.
Hace unos meses, en medio del escándalo que atenta contra más de 240.000 deportistas, la directora del IDRD Blanca Durán declaró: “Es una oportunidad para descentralizar el deporte en Bogotá, para llevar las diferentes prácticas deportivas a otros escenarios y que se distribuyan por más localidades de la ciudad, incluso que estén al alcance de más ciudadanos”.
Es una propuesta interesante, aunque lanzada sobre la march. Palabras que desnudan la realidad: una alarmante concentración de escenarios deportivos en Bogotá y también la inacción y la falta de una política pública de descentralización y de desarrollo deportivo desde la infraestructura, que es lo más costoso, sí, por ser justamente el pilar.
En los últimos años desde el IDRD y la Alcaldía de Bogotá se han construido proyectos que vale la pena destacar: la pista de BMX de supercross Mariana Pajón, los Centros Felicidad (en funcionamiento hay dos, Fontanar Suba y El Tunal), canchas sintéticas de fútbol y ciclorutas. También se han remodelado centenares de parques públicos. Descontando la pista de bicicrós, los demás están enfocados en recreación, aprovechamiento del tiempo libre y actividad física.
El Coliseo Cayetano Cañizares en Kennedy, la subsede tradicional del rendimiento deportivo en Bogotá, el Centro de Alto Rendimiento (CAR) o los Centros Felicidad —cuya oferta es recreativa y cultural y sus procesos deportivos son más escuelas de formación— no pueden amortiguar el golpe.
Improvisar
Duván Zuleta es boxeador capitalino de 23 años, campeón nacional en 2019 e integrante de la Liga de Boxeo de Bogotá y de la Selección Bogotá. “Estamos entrenando en un parque por el Jardín Botánico en donde hacemos físico, los trabajos técnico- tácticos, combates informales. Nos hace falta el ring, los sacos, los espejos, camerinos para las mujeres, baños. Si llueve nos toca cancelar el entrenamiento. La situación está difícil”.
“La afectación ha sido del 100% en la formación deportiva y evolutiva de los deportistas”, aporta Alexander Brand, entrenador de la Liga y de la Selección de Boxeo de Bogotá. Y agrega: “No es lo mismo entrenar en un parque que en un gimnasio acorde. Estamos muy perjudicados”. Por fuera de la UDS la Liga de Boxeo tiene a disposición dos gimnasios, Corabastos y Parque Olaya, aunque no están adecuados con la implementación necesaria y tampoco, asegura Brand, están en una zona neutral.
Ubaldina Valoyes es medallista olímpica de levantamiento de pesas. Nació en Quibdó, y desde 2005 representa a Bogotá. “Hoy estamos entrenando en la UDC (antiguo Museo de los Niños) y en el CAR. Pero no es lo mismo. Las plataformas no son iguales, el lugar es muy pequeño, el piso no es el adecuado para tirar la barra. Este cierre ha afectado nuestra preparación y el rendimiento. Vivo muy agradecida con Bogotá por abrirme las puertas. Sé que están trabajando para mejorar el déficit de escenarios”, dice.
El panorama en la Liga de Lucha de Bogotá tiene dos caras. No poder utilizar los escenarios en El Salitre ha impulsado su programa de expansión desde los clubes para ganar nuevos espacios y adeptos en las localidades. En contravía, la falta de condiciones óptimas para el entrenamiento ha ido en detrimento del entrenamiento de sus atletas más importantes, quienes están en el Cayetano Cañizares. En ese lugar la pedana, que es la colchoneta de combate, no cumple con las medidas reglamentarias para el alto rendimiento. Tampoco tienen suficiente espacio para más colchonetas en las que puedan practicar todos los miembros de la selección.
“Lo del El Salitre es un golpe duro. Allí hemos focalizado nuestro deporte convencional, paralímpico, aficionado y profesional. Si hablamos de la infraestructura para rendimiento deportivo creo que ha faltado más influencia desde la experticia de las autoridades para construir escenarios especializados y así ayudarles a los chicos a que sean mejores”, dice Wilson Cifuentes, presidente de la Liga de Lucha de Bogotá.
Las once ligas se han visto perjudicadas, además, con pérdidas económicas representadas en la imposibilidad de organizar eventos deportivos, e incluso con el no recaudo de las cuotas de las anualidades de algunos clubes afiliados.
En la ciudad el desarrollo del deporte competitivo depende desde hace años de ese complejo. Esta es, acaso, una de las razones por las que históricamente Valle del Cauca y Antioquia han estado por delante en los Juegos Nacionales. La concentración y la centralización tampoco es buena. El atleta bogotano ha tenido que hacer, desde siempre, el doble de esfuerzo en desplazamientos, en gastos, en tiempos, factores que aumentan la deserción.
De las 50 federaciones deportivas que existen en Colombia, 30 tienen sede en Bogotá. No hay muchos casos de competencias top organizadas en la ciudad, como Campeonatos Mundiales o eventos del Ciclo Olímpico, que hayan apalancado nuevos escenarios que ayuden a disminuir el déficit. Gracias al Mundial de Fútbol sub- 20 el estadio El Campín fue remodelado. Un ejemplo. El último evento del Ciclo Olímpico que se organizó en la capital del país fueron los Juegos Bolivarianos en 1938.
Planeación, inversión, liderazgo y visión. Aló, ¿autoridades?